Deuda eterna

21/05/2009
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“Del enamoramiento a la hipnosis no hay gran distancia (…) El hipnotizado da, con respecto al hipnotizador, las mismas pruebas de humilde sumisión, docilidad y ausencia de crítica que el enamorado con respecto al objeto de su amor.  Freud.

Algunos apologistas del abstencionismo afirman que este “método” de “no votar” fue muy eficiente para lograr que en México hubiera, naciera o se desarrollara la pluralidad democrática. Afirman que el abstencionismo es una forma de “protesta pasiva”, que sin hacer nada o casi nada, logra resultados. También hay entre esos apologistas quien sostiene que a los partidos les preocupa mucho que no haya votos porque, entonces, al ejercer el poder del gobierno se ven carentes de la legitimidad interna necesaria para enfrentar la inevitable convivencia internacional que, según ellos, se requiere para que un gobierno sea reconocido por la comunidad internacional de naciones y las diversas formas en que las mismas están organizadas. En lo personal creo que no les importa tanto a los partidos esa legitimidad. Les interesa más, sí, llegar al poder o mantenerlo, cueste lo que cueste, le pese a quien le pese, total, en un país con tercer año de primaria como México nadie, o casi nadie, hace nada, nadie protesta y, en todo caso, quien lo llega a hacer generalmente pasa desapercibido, sobre todo si el régimen le sube el volumen a las bocinas de la manipulación a través de los medios masivos de comunicación.

A diferencia del método enunciado en el párrafo anterior “anular el voto” por medio del uso del recuadro blanco que viene en las boletas electorales podría decirse que representa una forma de “protesta activa” mediante la cual los ciudadanos más concientes podrían valerse de un mecanismo civilizado y, sin violar la ley, para hacer llegar a la clase gobernante diversos mensajes de protesta que sí podrían quedar bien registrados en las actas de escrutinio de las diversas elecciones y para la historia. De tener mucho éxito, podrían traducirse en eficaces formas de democracia directa para influir en el diseño y aplicación de políticas de gobierno que beneficiaran a la mayor parte de la población. Ello mientras es posible el referéndum.

No se trata de evitar que la gente vote, al contrario, que voten todos, los que quieran, los que puedan, sobre todo aquellos que estén conformes o no con el actual estado de las cosas del país. ¿No sería bueno que más allá de las encuestas, el régimen supiera por medio de las actas de escrutinio de las elecciones y las mismas boletas electorales,  si el pueblo mexicano está de acuerdo con que el gobierno federal haya contratado con el FMI, la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Mundial-Banco Interamericano de Desarrollo varias líneas de crédito que de inmediato endeudaron al país por varias generaciones al hacerla pasar de 86 mil millones de dólares a 173 mil millones de dólares?

¿Alguien estará de acuerdo en que el gobierno federal haya manipulado el asunto anterior -lo del empréstito-  como si se tratara de un acierto de política económica cuando en realidad es un lamentable proceso de endeudamiento? ¿Quién estará en contra de que el pueblo de México se exprese respecto a que la línea de crédito excede con mucho la autorizada para 2009 por la Cámara de Diputados? ¿Quién o quienes podrían explicar cómo se pagará? ¿Quiénes garantizarán que habrá transparencia en la forma en que será empleada y, en todo caso, quién vigilará su manejo? ¿Quién podría negar que esta “línea de crédito” hace más pesada la carga fiscal del erario al agregarse a la deuda del Fobaproa de más de 800 mil millones de pesos? ¿Pensarán en el gobierno que este país y quienes lo habitamos estamos de acuerdo en pagar y pagar intereses por una deuda o línea de crédito que no se refleja objetivamente en bienestar para los ciudadanos, en mayor crecimiento económico o desarrollo social? ¿O dónde están los miles de empleos creados? ¿Serán para todo tipo de perfiles o, como de costumbre, sólo salarios mínimos para trabajos en la industria de la construcción?

Hay que votar por quien se quiera y también, si se quiere, votar anulando el voto mediante mensajes especiales que formen una mínima conciencia en los gobernantes, excepto si se quiere que persista la desigualdad social, la estanflación, devaluación persistente, fuga de capitales, desempleo galopante y declinante poder adquisitivo. Recordemos que al votar no sólo elegimos gobernantes, sino también el cambio, la alternancia o la permanencia a la apertura del mercado nacional a los grandes consorcios internacionales que han hecho de nuestro mercado interno la grandeza de sus riquezas familiares; votemos o anulemos nuestro voto, también, para mantener o continuar con la eliminación de barreras comerciales, eliminación de controles de precios y subsidios, privatización de las últimas empresas públicas propiedad del  Estado que han implicado la transferencia de las mismas a privilegiados grupos financieros que sostienen vínculos “patrimonialistas” con la “tecnoburocracia”; hay que votar, sí, o anular el voto, para continuar o reorientar las políticas económicas de gobierno que implican reducciones al gasto de las políticas sociales, ineficacia en la aplicación del gasto público o reformas que han socializado la pobreza y privatizado en unas cuantas manos la riqueza de todos haciendo todavía más pesada la deuda eterna.
¿Y usted, cómo la ve?

- Francisco Velasco Zapata  es politólogo. Presidente de Parlamento Ciudadano A. C.

https://www.alainet.org/es/articulo/133862

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