Desigualdad social

12/08/2010
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Para trascender a la desigualdad social no basta con aplicar recetas económicas que al paso del tiempo han fallado, sólo han engrandecido la brecha entre ricos y pobres y, con ello, los riesgos de una grave crisis social. México, desde 1982, viene aplicando las más ortodoxas fórmulas macroeconómicas que han ido transformando a la mayor parte de los países del mundo y sus economías; sin embargo, los resultados son muy lamentables. En 1982 la inflación en nuestro país era del 100% y en 2008 es de apenas un punto porcentual (más, menos del 4.5 %); el déficit público respecto del PIB en 1982 era de 17% mientras que en 2008 es de, más, menos 0.2% ó 0.1 %. En 1982 el tipo de cambio se llegó a deslizar hasta un 500% por tantas devaluaciones; sin embargo, en la actualidad se percibe cierta estabilidad cambiaría por efecto de la libre flotación del peso frente al dólar. Incluso en el mes de agosto de este año 2008, el peso se llegó a revaluar frente al dólar estadounidense y se llegó a cambiar a poco más de nueve pesos por dólar. En 1982 las reservas mexicanas de dólares eran de apenas 158 millones de dólares y en la actualidad son de más, menos 80 mil millones de dólares. Mientras que en 1982 éramos más competitivos, a pesar de los magros resultados alcanzados en materia macroeconómica, en estos momentos, países más rezagados que México en esa época, como España, Irlanda y Vietnam, nos han dejado atrás.

Todo lo dicho no tiene mayor relevancia social si no hacemos hincapié en que el problema mayor de nuestro país deriva de la necesidad de trascender al poder de los oligopolios económicos, de la Partidocracia, de los sindicatos charros y de los medios de comunicación -manipulación-, particularmente del dúopolio televisivo que sigue influyendo con impunidad y de manera determinante en casi todas las áreas estratégicas de nuestro país. Por ello, debemos aprender a reconocer que la función del Estado en actividades prioritarias y estratégicas es algo de lo cual no podemos desentendernos sin tomar en cuenta que sólo el “Estado” es capaz de resolver los problemas de la población más desfavorecida y a lo cual la iniciativa privada no acude ni por asomo, excepto si puede deducir impuestos o cobrar caras facturas después de sus apoyos en una campaña política. La crisis nos está pegando duro como país y como personas, por lo cual no debemos dejar escapar más tiempo sin acordar medidas eficaces para blindar la economía de las familias mexicanas en el presente periodo de estancamiento con inflación que empieza a azotar la mayor parte del mundo capitalista.

Uno de los temas en los cuales se debe poner la mayor atención gubernamental es en trascender al gran problema común a todos los mexicanos: la desigualdad social. Los problemas de nuestra sociedad -de una manera más o menos frecuente- son sufridos por todos los integrantes de la misma, sean ricos o pobres, cultos o iletrados: la inseguridad pública, la pobreza, los riesgos de inestabilidad social y política, el cese de las libertades, etc. y por supuesto, no debemos dejar de lado que el desempleo ha sido la enfermedad más extendida, insidiosa y destructiva de varias generaciones del siglo XX y lo que va del XXI. El desempleo se ha manifestado como la enfermedad social de la civilización occidental de nuestra época.

Y junto a los problemas mencionados, nuestra sociedad, carece de gobernantes eficientes y eficaces para asumir sus responsabilidades en estricto apego a derecho. Muchos de ellos son incapaces de “aplicar mejor el gasto”, el presupuesto de egresos, en saberlo aplicar para generar más y mejores resultados. La mayoría de ellos está pensando en su futuro político inmediato, en el manejo de su imagen personal, en las encuestas. Frente a ello siempre quedan de lado los problemas de la ciudadanía que poco les importan. Antes que nada está su futuro personal y el de sus familias, el de sus equipos de colaboradores e incondicionales.

Por ello la “desigualdad social” sólo podrá resolverse cuando el Estado sea capaz de aplicar políticas de gobierno más activas, distributivas y agresivas en el desarrollo social, sin descuidar la estabilidad macroeconómica. Por ello nos preguntamos: ¿Qué ha hecho el actual gobierno para lograr la seguridad social universal y derechos laborales para todos los asalariados? ¿Qué avances tienen para otorgar seguridad social en salud, vivienda o educación a jornaleros agrícolas que también son asalariados, a los comerciantes ambulantes, a los taxistas? ¿Qué han hecho para lograr que los asalariados que trabajan en el sector informal de la economía alcancen sus derechos en vivienda o jubilación si para el Estado sólo se toman en cuenta los años trabajados en el sector formal de la economía?

El reto del Estado mexicano es acabar con la desigualdad social, conservando la estabilidad macroeconómica, la paz social, las libertades y generando los empleos que tanta falta hacen. ¿Y usted, cómo la ve?

- Francisco Velasco Zapata es politólogo. Presidente de Parlamento Ciudadano A. C.
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