Cuadragésimo aniversario de la muerte de Pablo Neruda

23/09/2013
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Pablo Neruda, referente indispensable de la poesía latinoamericana, nacido en Parral, el 12 de julio de 1904 y muerto en Santiago el 23 de septiembre de 1973 (doce días después del golpe de Estado contra Salvador Allende), constituye para los hombres y mujeres luchadoras por un mundo justo, equitativo y solidario, un punto de inflexión estética que nos permite, a través de la palabra, entender la dimensión universal donde toda realidad social y espiritual se convierten símbolo inequívoco de la humanidad.

  Ricardo Elliécer Nefatlí Reyes Basoalto era su nombre verdadero. Considerado el más grande poeta del siglo XX de acuerdo con el criterio de Gabriel García Márquez. Fue miembro del Comité Central de Partido Comunista de Chile, senador y embajador muchas veces.
 
 Fue pre candidato a la presidencia de la República. La Universidad de Oxford le otorgó el doctorado Honoris Causa, fue Premio Nobel de literatura en 1971. Harold Bloom considera que es uno de los autores centrales del canon de la literatura de Occidente de todos los tiempos.
 
 Su muerte, hoy considerada por muchos como un asesinato político de la dictadura pinochetista, sigue siendo objeto de investigación.
 
 Conocido por sus Veinte Poemas de amor y una canción desesperada que se edita a nivel mundial a destajo por editoriales legales e ilegales, como si fuera un ramo de flores que se regala a una mujer amada; sus versos persisten todavía en los oídos y los ojos de aquellos y aquellas que asumen el sentimiento amoroso como una norma de vida cotidiana.
 
 Es posiblemente uno de los poetas más amados del mundo, por su vida intensa de solidaridad, asombro, humanismo persistente, y un amor impredecible por el arte de toda la tierra.
 
 En Honduras Pablo Neruda ha sido leído entre la juventud y el público general a través de su poesía amorosa, pero, sus textos más connotados siguen siendo desconocidos, por ahora solamente mencionamos algunos: Anillos, Santiago, Editorial Nascimento, 1926,   (Prosa poética de Pablo Neruda y Tomás Lago.); Canción de gesta. La Habana, Imprenta Nacional de Cuba, 1960; Las Piedras de Pablo Neruda; Fulgor y muerte de Joaquín Murieta. Santiago, Zig-Zag, 1967; Las manos del día, Buenos Aires, Losada, 1968; Fin del mundo. Santiago, Edición de la Sociedad de Arte Contemporáneo, 1969; Aún, Editorial Nascimento, Santiago, 1969; Geografía infructuosa Buenos Aires, Editorial Losada, 1972; La rosa separada, Éditions du Dragon, Paris, 1972; Himno y regreso.
 
 La carrera política de Neruda es extensa pero se pueden destacar eventos muy importantes en su vida. En 1945 fue electo senador ante el Congreso Nacional chileno; se unió al partido comunista en 1945, donde ya militaban Pablo de Rokha y Vicente Huiodobro.
 
 Neruda pasó a la clandestinidad al ser perseguido por el gobierno de González Videla, estuvo escondido en Santiago, en Valdivia, en Futrono y transitó a la Argentina montado a caballo. Luego llegó a París donde fue protegido por Picasso y otros amigos. Luego de participar el Primer Congreso del Movimiento Mundial partidarios de la Paz, fue nombrado miembro del Consejo Mundial de la Paz por su poema Que Despierte el Leñador.
 
Dice Wikipedia: “En 1952 publica en Italia de forma anónima Los versos del capitán y en 1954 Las uvas y el viento (en donde se encuentra una elegía a Stalin) y Odas elementales. En 1953 recibe el Premio Stalin para la Consolidación de la Paz entre los Pueblos. En 1955 se separa de su esposa Delia, y comienza a vivir con Matilde Urrutia. En 1958 aparece Estravagario con un nuevo cambio en su poesía.”
 
Innumerables son los actos políticos y los hechos literarios que protagonizó el poeta. En esta reseña doméstica se resalta por ejemplo que en 1952 publicó el poeta anónimamente “Los versos del Capitán”; en 1954 recibió el premio Stalin para la Consolidación de la paz entre los Pueblos.
 
En 1969 fue electo miembro honorario de la Academia Chilena de la Lengua, en este mismo año el partido comunista lo eligió precandidato presidencial, pero renunció a favor de Salvador Allende, el presidente mártir de América. Allende lo designó embajador de Chile en Francia.
 
En 1971 le fue conferido el mayor galardón que escritor alguno pueda recibir, le es concedido el Premio Nobel de Literatura.
 
El 5 de diciembre de 1972 Neruda hizo su última aparición en público cuando el pueblo chileno le tributó un homenaje en el estadio nacional. En el mes de febrero 1973 renunció a su cargo de embajador en Francia por motivos de salud.
 
Aquejado por el cáncer de próstata, Pablo Neruda que residía en Isla Negra, fue trasladado el 19 de septiembre a la clínica Santa María en estado muy grave, lugar en donde murió el 23 de septiembre, a las 10:30 p.m.
 
Pablo Neruda tenía una casa en Santiago, la cual Augusto Pinochet ordenó saquear y mandó quemar sus libros. Al entierro del más grande poeta del siglo XX, el Comité Central del Partido Comunista Chileno asistió a su sepelio a pesar de sufrir persecución implacable.
 
Sus restos fueron enterrados en el mausoleo de la familia Dittborn, después fueron trasladados al nicho 44 del módulo México. El 11 de diciembre de 1992, los restos mortuorios de Matilde Urrutia y Pablo Neruda fueron exhumados y fueron conducidos al salón de honor del ex Congreso Nacional. Al día siguiente fueron trasladados a su casa de Isla Negra, donde ahora descansan en paz. La casa de Isla Negra es ahora un museo que es administrado por la fundación Neruda.
 
Esta reseña tiene como objetivo que los lectores hondureños no versados en la historia literaria latinoamericana conozcan si quiera un ápice de la legendaria figura del poeta comunista Pablo Neruda. A continuación transcribimos ciertos poemas del autor del Canto General, 20 poemas de amor y una canción desesperada, Residencia en la tierra, y demás textos publicados en vida y póstumamente.
 
 TESTAMENTO (1)
 
DEJO a los sindicatos
del cobre, del carbón y del salitre
mi casa junto al mar de Isla Negra.
 
Quiero que allí reposen los maltratados hijos
de mi patria, saqueada por hachas y traidores,
desbaratada en su sagrada sangre,
consumida en volcánicos harapos.
 
Quiero que al limpio amor que recorriera
mi dominio, descansen los cansados,
se sienten a mi mesa los oscuros,
duerman sobre mi cama los heridos.
Hermano, ésta es mi casa, entra en el mundo
de flor marina y piedra constelada
que levanté luchando en mi pobreza.
 
Aquí nació el sonido en mi ventana
como en una creciente caracola
y luego estableció sus latitudes
en mi desordenada geología.
 
Tu vienes de abrasados corredores,
 de túneles mordidos por el odio,
 por el salto sulfúrico del viento:
 aquí tienes la paz que te destino,
 agua y espacio de mi Oceanía.
 
Los enemigos
 
Ellos aquí trajeron los fusiles repletos
de pólvora, ellos mandaron el acerbo
exterminio,
ellos aquí encontraron un pueblo que cantaba,
un pueblo por deber y por amor reunido,
y la delgada niña cayó con su bandera,
y el joven sonriente rodó a su lado herido,
y el estupor del pueblo vio caer a los muertos
con furia y con dolor.
 
Entonces, en el sitio
donde cayeron los asesinados,
bajaron las banderas a empaparse de sangre
para alzarse de nuevo frente a los asesinos.
Por esos muertos, nuestros muertos,
pido castigo.
Para los que de sangre salpicaron la patria,
pido castigo.
Para el verdugo que mandó esta muerte,
pido castigo.
Para el traidor que ascendió sobre el crimen,
pido castigo.
Para el que dio la orden de agonía,
pido castigo.
Para los que defendieron este crimen,
pido castigo.
 
No quiero que me den la mano
empapada con nuestra sangre.
Pido castigo.
 
No los quiero de embajadores,
tampoco en su casa tranquilos,
los quiero ver aquí juzgados
en esta plaza, en este sitio.
Quiero castigo.
 
Poema 15
 
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
 
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía;
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
 
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa basta.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
 
LA LÁMPARA EN LA TIERRA
 
Amor América (1400)
 
ANTES de la peluca y la casaca
fueron los ríos, ríos arteriales:
fueron las cordilleras, en cuya onda raída
el cóndor o la nieve parecían inmóviles:
fue la humedad y la espesura, el trueno
sin nombre todavía, las pampas planetarias.
 
El hombre tierra fue, vasija, párpado
del barro trémulo, forma de la arcilla,
fue cántaro caribe, piedra chibcha,
copa imperial o sílice araucana.
Tierno y sangriento fue, pero en la empuñadura
de su arma de cristal humedecido,
las iniciales de la tierra estaban
escritas.
 
Nadie pudo
recordarlas después: el viento
las olvidó, el idioma del agua
fue enterrado, las claves se perdieron
o se inundaron de silencio o sangre.
No se perdió la vida, hermanos pastorales.
 
Pero como una rosa salvaje
cayó una gota roja en la espesura
y se apagó una lámpara de tierra.
Yo estoy aquí para contar la historia.
 
Desde la paz del búfalo
hasta las azotadas arenas
de la tierra final, en las espumas
acumuladas de la luz antártica,
y por las madrigueras despeñadas
de la sombría paz venezolana,
te busqué, padre mío,
joven guerrero de tiniebla y cobre
oh tú, planta nupcial, cabellera indomable,
madre caimán, metálica paloma.
 
Yo, incásico del légamo,
toqué la piedra y dije:
Quién
me espera? Y apreté la mano
sobre un puñado de cristal vacío.
 
Pero anduve entre flores zapotecas
y dulce era la luz como un venado,
y era la sombra como un párpado verde.
 
Tierra mía sin nombre, sin América,
estambre equinoccial, lanza de púrpura,
tu aroma me trepó por las raíces
hasta la copa que bebía, hasta la más delgada
palabra aún no nacida de mi boca.
 
Galel Cárdenas
Escritor hondureño
 
https://www.alainet.org/es/articulo/79534
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