Brasil: Elecciones del 7 de Octubre

05/10/2018
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En Brasil, en las elecciones del 7 de octubre, 147 millones de ciudadanos brasileños concurrirán a las urnas para elegir presidente, vicepresidente, la nueva cámara de diputados, renovar parcialmente el senado y designar gobernadores y asambleas legislativas estatales y del Distrito Federal. Lo que capta la atención internacional, son las elecciones presidenciales. Todo asegura que habrá un balotaje el 28 de octubre entre el ultraderechista Jair Bolsonaro del marginal Partido Social Liberal (PSL) y el candidato del Partido de los trabajadores (PT), reemplazante del ex presidente Lula, Fernando Haddad.

 

Ellas marcarán el futuro de Brasil.  En carta al Jornal do Brasil, Lula afirma, que la disyuntiva es “entre civilización y barbarie”. Que los votantes  tienen en sus manos la posibilidad de “rescatar la democracia”. Otros plantean que el desafío es la “elección entre fascismo y democracia”. Los resultados en la principal potencia latinoamericana marcarán la integración regional. Ellos permitirán cuestionarán o reforzar la percepción del carácter ineluctable de la ofensiva de la derecha conservadora liderada por Donald Trump.

 

Bolsonaro: Candidato de la derecha brasileña

 

Las encuestas prevén la eliminación el 7 de octubre de Geraldo Alckmin (8%) candidato del Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB). Es el delfín del influyente ex presidente derechista Fernando Henrique Cardoso. El bloque derechista, apoyado por medios de comunicación que perpetró el golpe parlamentario contra Dilma Roussef en 2016 no irá al balotaje.

 

La derecha acrecentó su estrategia anti-PT, usando la tuerta justicia brasileña. Encarceló sin pruebas al ex presidente Lula, prohibiéndole ser candidato. Le impidió votar. Perpetuó un doble estándar. Temer y otros 150 congresales, acusados de corrupción, siguen impunes.

 

Pero, el saliente presidente de facto Michel Temer, es el presidente más impopular de la historia de Brasil. Apenas 3% de los encuestados aprueba su presidencia. Temer aumentó la crisis con políticas neoliberales. Congeló por veinte años los gastos sociales y las medidas progresistas de distribución de ingresos de los gobiernos del PT. Recurrió al ejército para combatir el aumento exponencial de la violencia delincuencial.

 

El desbarajuste de la derecha favorece al ultraderechista Jair Bolsonaro. Un ex militar, parlamentario marginal. Un eterno aspirante a dictador, admirador de Pinochet y defensor de la dictadura militar brasileña (1964-1985). Un bufón con declaraciones inaceptables. Entre otras, (1999) que “La dictadura debiera haber matado 30.000 personas más”. Que (2003) una diputada no merecía que la violara. Homofobo extrema: “Sería incapaz de amar un hijo homosexual, prefiero que muera en un accidente de coche”. Concita movilizaciones en su contra y el rechazo del 44% del electorado. A pesar de la puñalada propinada por un perturbado en un acto electoral el 6 de septiembre. Pero, con 32% en las encuestas es quien representará la derecha en el balotaje del 28 de octubre. Apuesta al caos: Promete desconocer una derrota frente al PT y amenaza abiertamente con una intervención militar si eso ocurre.

 

Una amenaza a la democracia brasileña

 

Jaime Amorín del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) afirma que Bolsonaro representa una alianza reaccionaria. En ella confluyen militares activos y en reserva. Contaría con el apoyo internacional de Donald Trump y los servicios de inteligencia israelíes. No escatima esfuerzos en su campaña de fake news en medios sociales. La derecha tradicional aparece condenada a apoyarlo si quiere evitar un eventual retorno del PT al gobierno.

 

La popularidad de Bolsonaro dependería devarios factores. La crisis de las élites y la crisis económica. Por un clima de violencia extremo, acrecentado con el aumento de las desigualdades desde la recesión de 2014.

 

Greenwald y Pougy afirman que la crisis del establishment favorece demagogos como Bolsonaro. Bolsonaro encabeza una especie de fascismo eterno. Aquel que surge de la frustración de las clases medias por el deterioro del nivel de vida. Por la percepción de amenazas por otros grupos sociales subordinados. Una interpretación en boga con el alza de populismos retóricos de derecha. Como el de Donald Trump en Estados Unidos ó el de Duterte en Filipinas.

 

Otros señalan que se sustenta en el semianalfabeto político de las clases medias semicultas. Un fenómeno ligado, como en otros países latinoamericanos posiciones, al apoyo de líderes evangélicos ultra conservadores. Según El País, cuenta con apoyo del 36% de los evangélicos.

 

Su principal asesor económico, Paulo Guedes, un Chicago Boy. Guedes afirma que Bolsonaro representa la clase media agredida y abandonada por la izquierda. Su programa es de privatizar todas las empresas estatales de Brasil, “simplificar los impuestos” y reducir el aparato estatal (pasará de 29 a 15 ministerios). Pero hay una lucha interna en la derecha. The Economist la muestra claramente. Califica a Bolsonaro como “la más reciente amenaza contra Brasil y América Latinaaugurando un mandato desastroso si es elegido.

 

La Alternativa de Fernando Haddad

 

Las encuestas aseguraban desde tiempo la victoria del popular ex presidente Luis Ignacio Lula da Silva. Pero, el bloque derechista enquistado en el Estado lo encarceló el 7 de abril pasado. Le condenó a 12 años por corrupción. Sin pruebas, según sus partidarios. Todo depende de la palabra de Leo Pinheiro. El director de OAS, en la causa Lava jato, inculpó a Lula para reducir su condena. El presunto apartamento regalado, no es propiedad de Lula. El Tribunal Superior Electoral de Brasil desecho una carta del Comité de Derechos Humanos de la ONU intercediendo por Lula. Mantuvo su decisión de no permitir la candidatura de Lula. Ese fue el último golpe de una justicia infeudada por la derecha brasileña. Una estrategia usada como arma estratégica por la ofensiva conservadora en América Latina.

 

Fernando Haddad, fue ministro de Educación en el segundo gobierno de Lula y en el de Dilma Roussef. Es ex alcalde de Sao Paulo. Haddad fue designado finalmente por Lula, como porta estandarte del progresismo brasileño. En la campaña del PT hay identidad entre Haddad y Lula, afirma Emir Sader.

 

El lema de la campaña de Haddad es “Hacer a Pueblo Feliz de Nuevo”. Entre 2003 y 2013 el PIB de Brasil creció 64% y la pobreza se redujo a la mitad. Creció el gasto social y el salario mínimo aumentó en 75%.

 

La recesión de 2014 bajó en 10% el ingreso per cápita entre 2014 y 2016.27 millones de desempleados. El presidente de facto Michel Temer congeló por 20 años los recursos para inversión en políticas sociales. Contribuyó a la crisis económica con privatizaciones y regresión de derechos adquiridos. La crisis aumentó la delincuencia.  La alternativa del PT aparece como un dique de contención contra la oleada reaccionaria en América Latina.

 

¿Retorno del Progresismo en Brasil?

 

El programa de Haddad restablecería el progresismo brasileño según los analistas. Tolcachier afirma: A los habituales lineamientos del progresismo de generar crecimiento económico por redistribución y ampliación del mercado interno, dar impulso a las obras de infraestructura, combatir el hambre con apoyo directo, la ampliación educativa y la gestión pública de recursos estratégicos, el programa de gobierno de Haddad agrega un fuerte compromiso con el mundo social, con los derechos de las mujeres, los negros, el campesinado, las colectividades de la diversidad sexual y los pueblos indígenas.

 

Las encuestas indican que la dupla Haddad (PT) y Manuela D’Avila (PC do B) podría ganar el balotaje del 28 de octubre. Ciro Gómez y Marina Silva podrían apoyar la dupla progresista.

 

Muchos temen que la derecha brasileña ceda a la tentación de golpear la puerta de los cuarteles, si gana el PT. Es sólo la séptima elección desde el retorno a la democracia.

 

Pero el PT está desgastado. Las movilizaciones sociales contra las políticas de austeridad del gobierno de Dilma Roussef para el mundial de futbol le afectan. Las concesiones de entonces a la derecha económica siguen dañando la imagen progresista del PT.

 

Tras la complejidad de la política brasileña. Una complejidad que llevó a que el PT comprara votos para legislar sus políticas sociales. Debe considerarse el desencanto de los brasileños con su democracia. Ello sirve de carburante al populismo fascista de Bolsonaro. La deuda de reforma democrática del sistema político brasileño, pena en el legado del Lulismo.

 

Las amenazas de Bolsonaro galvanizan la movilización social. Obligan a la necesaria unificación de progresistas y la izquierda tras el PT. Lo propone, desde Atilio Boron, hasta Emir Sader, pasando por Leonardo Boff, Noam Chomsky e intelectuales y políticos internacionales. Por mencionar solo algunos.

 

Impacto latinoamericano

 

La elección brasileña del 7 de octubre adquiere gran importancia en la coyuntura política latinoamericana. Las fuerzas progresistas esperan la unificación de partidos progresistas, la izquierda y movimientos sociales para detener la ola conservadora en Brasil. Ello podría contrarrestar la ofensiva del neo monroeísmo del América First de Trump, según Barrios. Una victoria del PT favorecería el retorno de la integración latinoamericana. Resucitaría la Unasur. Fortalecería el Mercosur. Los BRICS, el Consejo Sudamericano de defensa, de la defensa de la Amazonia.

 

La elección de Haddad confirmaría que la oleada conservadora es un mito de relaciones públicas. Una afirmación crecientemente cuestionada luego de la aplastante reciente victoria de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en México, otro gigante latinoamericano. Cuestionada también por el mal desempeño de gobiernos derechistas como el Mauricio Macri en Argentina.

 

http://marcelosolervicens.org/2018/10/brasil-elecciones-del-7-de-octubre/#more-1477

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/195751
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