La sangre nunca se borra

07/10/2012
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Felipe Calderón, ahora afanoso invita a todo el mundo, hasta a la ONU, para que jalen el gatillo, y hacerlos cómplices de las más de 250 mil muertes de su necropolítica, única responsabilidad de su gobierno (La guerra de Los Zetas).
 
A mediados del mes de septiembre pasado, el embajador Anthony Wayne, quien funge en México como mando único en el tema de seguridad, encabezó la delegación de Estados Unidos durante la Conferencia Internacional para el Establecimiento del Esquema Hemisférico de Cooperación contra la Delincuencia Organizada Transnacional, auspiciada por la procuradora general Marisela Morales en el Castillo de Chapultepec. Durante la conferencia, el alto funcionario estadunidense expresó su firme apoyo a la “iniciativa” mexicana para armonizar las estrategias y las acciones de los Estados de las Américas contra el crimen organizado transnacional, práctica intervencionista en nuestro país, pero añeja desde nuestro conocimiento.
 
“El crimen organizado no puede ser enfrentado por Estados desorganizados. El crimen transnacional debe combatirse, también, transnacionalmente”, apuntaba ufano Felipe Calderón a los delegados ahí presentes. “Hoy, los pueblos de América sumamos voluntades y capacidades para construir una región mucho más segura. Y, de cara al futuro, nuestras naciones deberán perseverar en el combate al crimen, mediante una profunda colaboración internacional. Será fundamental hacer del principio de corresponsabilidad la hoja de ruta hacia un Continente Americano mucho más seguro”.
 
Por su parte Wayne apuntaba: “Las naciones de este hemisferio se deben adaptar, y mantenerse a la delantera de las organizaciones criminales transnacionales. Si queremos derrotar a las redes de los criminales, debemos establecer redes de gobiernos. Por eso nos hemos reunido aquí el día de hoy, en un espíritu de amistad, cooperación y responsabilidad compartida, para celebrar la creación del Centro Coordinador de las Américas, y una Comisión Interamericana de la OEA sobre Delincuencia Organizada Transnacional”. Esta declaración deja claro quien convocó la conferencia.
 
En la Cumbre de las Américas en Cartagena, Colombia, en abril pasado, los jefes de Estado emitieron un comunicado en el que acordaron apoyar la propuesta mexicana de “implementar una entidad coordinadora para armonizar las estrategias y acciones de los Estados americanos en contra de la delincuencia organizada transnacional”.
 
Desde entonces, México ha liderado los esfuerzos internacionales por establecer un Esquema Hemisférico de Cooperación contra la Delincuencia Organizada Transnacional con el fin de fortalecer la respuesta regional al crimen organizado. Este enfoque estará apoyado en un pilar político dedicado al mejoramiento de la cooperación con entidades internacionales como la Organización de Estados Americanos, la Organización de las Naciones Unidas y otras, además de un pilar operativo el cual se enfocará a compartir información y mejores prácticas entre funcionarios de justicia de los países participantes del Hemisferio Occidental.
 
En días pasados en un acto desesperado desde Nueva York, Calderón retaba al presidente electo, Enrique Peña Nieto para continuar su “guerra”, “creo que (la nueva administración) tiene el derecho y el deber de analizar otras alternativas, pero con toda honestidad, ¿ustedes quieren pensar en otra alternativa? Bueno, yo no veo que haya otra, aparte de la regulación de drogas en el mercado global, empezando aquí, en Estados Unidos, dijo el mandatario al reunirse con miembros del Consejo de Relaciones Exteriores, una de las asociaciones de mayor prestigio en Estados Unidos, enfocada a la reflexión sobre temas globales.
 
En su intervención de más de una hora, Calderón dijo que la otra opción “sería hacerse para atrás, darle la mano libre a los criminales y decirles: ‘ya no voy a luchar más. Aquí, por favor, adelante. ¿Les gusta este gobierno?, tómenlo. ¿Les gusta esta ciudad?, está muy bonita, me gusta mucho, pero tómenla, no voy a luchar”’.
 
Pero como gobierno, agregó el presidente, uno no puede hacer eso, porque el primer deber es preservar la seguridad de las familias. Calderón reprochó la venta incontrolada de armas en la frontera entre ambos países, y dijo que para México resulta absolutamente injusto y ofensivo que por ese motivo se hayan perdido miles de vidas debido a este negocio.
 
Así las cosas, el presidente Felipe Calderón confía en que su sucesor, Enrique Peña Nieto, continúe la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, por lo que no se esperan grandes cambios en esta materia.
 
El discurso de Calderón durante todo el sexenio fue la “guerra contra las drogas”, con el fin de preservar la seguridad de las familias, cosa que nunca ha sucedió, más bien rompió el tejido social y el orden constitucional del Estado, ahora busca justificar una responsabilidad imposible de olvidar de la memoria de México, pues la sangre es una tinta indeleble que nunca se borra.
 
Nadie en su sano juicio estaría dispuesto a dar marcha atrás en una función primigenia del Estado: la seguridad. La discusión es la falta de control en el uso de la fuerza para el combate al crimen, la impunidad de las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por  los militares y la corrupción rampante del gobierno.
 
- José Francisco Gallardo R. / Reflexiones de un general posdoctorado, Tuiter: generalgallardo
Fuente: Forum en línea - http://www.forumenlinea.com/
 
 
https://www.alainet.org/es/active/58615
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