Peña y el manejo del Ejército

18/09/2012
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La intervención de las fuerzas armadas a modo de

custodios del sistema sin asumir el poder, ejerce los efectos más
 debilitantes y corruptores dentro del sistema político. Huntington.
 
 A pocos días de haber iniciado la LXII Legislatura del Congreso, Osorio Chong, coordinador de Diálogo Político y Seguridad del equipo de transición del presidente electo, Enrique Peña Nieto (EPN), adelantó que Armada y Ejército se mantendrán en las calles realizando tareas de seguridad pública.
 
“Las cosas seguirán por el momento como están con el Ejército afuera, con la Marina y con los federales afuera, pero por supuesto que vamos a modificar la estrategia, aseveró. Dijo que esperará a recibir el diagnóstico completo en materia de seguridad para modificar la estrategia contra el crimen”. Para mí Osorio Chong, EPN y ni ningún político, tienen idea de lo que significa el manejo del Ejército.
 
Por su parte: “El exdirector de la Policía colombiana y ahora asesor de seguridad de Peña Nieto, el general Óscar Naranjo, recomendó hace un par de meses al priísta la creación de grupos de choque mixtos para combatir no sólo a los narcos sino también a bandas de sicarios”.
 
Dijo además que “es recomendable fijar una meta de reducir la violencia en los primeros cien días de la Presidencia, una reducción que se logra focalizándose o concentrando los esfuerzos en las regiones de mayor conflicto”. Es decir, en todo el país.
 
Pero la orden ya viene hoy desde Washington, “cuando llegue EPN al poder se reanudará la lucha contra las drogas”. Declaración de Barack Obama. Lógico con una alta presencia militar que debilita para bien de la oligarquía, al poder armado del Estado mexicano.
 
“Las relaciones civiles-militares constituyen un aspecto de la política de seguridad nacional. La meta es reforzar la seguridad de las instituciones.” (El soldado y el Estado. Huntington. 1964).
 
Así las cosas, el tema de que se trata es la relación civil-militar que data desde 1929 con la creación de un partido de Estado (PRM, PNR, PRI), donde se establece un pacto civil-militar que si bien fue útil en aquel tiempo, ahora ya es una carga para el desarrollo democrático del país; este punto, es decir la res militaris es un tema que históricamente ha sido intocado en México.
 
Durante las campañas presidenciales pasadas, las diferentes corrientes políticas, que en realidad es una, hicieron pronunciamientos de mantener al Ejército en las calles para la seguridad pública y crear paralelamente una policía militarizada con mando único. Pues bien, la policía militarizada ya existe –la vieron el 16 de septiembre en el desfile–, igual existe el mando único: el embajador Anthony Wayne. Lo que deben hacer los peñistas, es un ejército porque ya no existe y la Defensa Nacional está sometida a los intereses de Estados Unidos.
 
He sostenido en diferentes investigaciones sobre la cosa militar, que la activa participación del Ejército en asuntos que son de la exclusiva competencia de la autoridad civil, además de que inhibe los avances democráticos del país, trastoca el orden jurídico e institucional del Estado mexicano. Lo vemos ahora con el debate sobre el fuero militar en la SCJN.
 
Qué es lo que se debe hacer, para impedir el desborde militar; el planteamiento lo he venido haciendo desde hace cuatro sexenios en este espacio de Forum.
 
El debate político, la lucha por el poder en México debe ser entre civiles, sin la intervención militar. Actualmente el Ejército aplica la ley, suple la función del Ministerio Público y de la policía, realiza actividades de varias secretarías de Estado. Pero además, y mucho más grave, participa antes, durante y después de las elecciones como lo vimos en el 2006 cuando impuso a Felipe Calderón en el poder.
 
Para evitar este intríngulis se debe comenzar por nombrar a un civil como secretario de la Defensa, esta designación no debería ser motivo de disputas entre los divisionarios, la defensa nacional es una asignatura civil, es una función político-administrativa, que ningún militar está en capacidad de desempeñar por su formación curricular.
 
Por otra parte, el manual de operaciones en campaña, previene que en una situación de conflicto, la Sedena se constituye en cuartel general del Ejército, luego entonces desaparece el mando civil de la defensa nacional, un asunto muy grave; por tanto las fuerzas armadas deben integrarse en un estado mayor conjunto, cuyo mando sería rotatorio entre las fuerzas armadas. Hablamos de la supremacía del poder civil sobre el poder militar, es decir de una relación civil-militar democrática.
 
Para la conducción de la defensa nacional, aspecto soberano del Estado, las comisiones del Congreso deben ser presididas por civiles, sin ninguna injerencia militar, ésta es la única forma en que el Congreso podrá contrapesar al Poder Ejecutivo en su rama militar.
 
Para quitar al poder la tentación de utilizar a la fuerza militar para dirimir asuntos que se pueden resolver a través del orden institucional debe abrogarse el Estado Mayor Presidencial (guardia pretoriana), desde donde se han fraguado los crímenes más graves que ha padecido nuestro país, el asesinato de Rubén Jaramillo y su familia, la masacre estudiantil de 1968, entre otros.
 
Quizá estos cambios no los alcancemos a ver, pero los límites al fuero militar que debatimos desde hace 19 años en este espacio, están presentes por bien de la sociedad.
 
José Francisco Gallardo R. / Reflexiones de un general posdoctorado
generalgallardo@yahoo.com.mx    Twitter: generalgallardo
 
Fuente: Forum en línea
 
 
 
 
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