Redes sociales: debate sobre la muerte de pilotos

20/09/2010
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Este es el primer artículo de la saga (o zaga, desde una posición defensiva) que les prometí no sin antes rogarles que si no quieren recibir estos materiales me envíen de vuelta un correo con la palabra SIGN OUT en el "Asunto". Y lo digo porque entiendo perfectamente lo molesto que resulta recibir textos que uno no pidió. Así que no tengan pena, amigas y amigos, pues ya superé la melancolía y la congoja que se sienten cuando lo mandan a uno a la chingada.
 
Ya dije que por culpa de una amiga que vive fuera de Guatemala me metí en un lío enorme al tener que lidiar con más de veinte redes sociales en las que estoy inscrito y en las que participo todos los benditos días prácticamente de sol a sol, porque ya me habitué a dormir sólo una hora diaria. Mi celular se ha convertido en una herramienta tan imprescindible como lo puede ser un balón para un futbolista, un fusil para un combatiente, un ataúd para un muerto o el odio y el rencor para el señor Dionisio Gutiérrez, el hombre que se ha propuesto acabar con Hugo Chávez.
 
Pero entrando en materia, hace unos días alguien colgó un mensaje en una de las redes sociales. El tema: el asesinato de pilotos en la ciudad de Guatemala. Yo, con la timidez que me caracteriza, no quise entrarle al debate hasta que por lo menos hubiesen unas 300 mil opiniones. Y vaya que sí las hubo, lo cual me terminó de convencer de que, en efecto, las redes sociales promueven los debates más intensos y polémicos en esta era de la globalización. Decía Gustavo: "El problema de los asesinatos de pilotos es que de repente a los asesinos se les puede escapar una bala que le puede romper a uno el cristal del automóvil". A lo que Gabriela respondió: "Ese no es tanto el problema, porque uno puede usar vidrios blindados, el problema es que cuando eso pasa se arman unas grandes atrancazones y uno no puede llegar a tiempo a una cita". Lilibeth, aguda como siempre, respondió: "Estoy de acuerdo con la Gaby, porque el otro día mataron a un piloto en la San Juan a pocas cuadras de donde yo trabajo y tuve que quedarme varios minutos en la cola de carros y lo peor es que tenía ganas de hacer pipí y no me podía bajar del carro porque qué clavo que a uno le miren sus intimidades en la vía pública".
 
Por demás intenso y masivo, el debate sobre este tema tan sensible llegó al extremo de que alguien dijo lo siguiente: "Lo que a mí me llama la atención es el desperdicio de dinero, porque algunas veces los criminales han disparado a un piloto hasta veinte tiros cuando todo mundo sabe que con uno solo es suficiente y tomando en cuenta que cada bala cuesta ahora como 15 quetzales, el desperdicio es tal que con ese dinero bien se podría comprar uno varias cajetillas de cigarros o fulear el tanque de gasolina". Sofía Calderón se encolerizó y le respondió en estos términos: "Que visión tan pobre la de este hombre, con ese dinero bien puede uno invitar a sus amigas a comer pizza en Tikal Futura".
 
Las centenares de miles de opiniones siguieron saturando mi espacio en el celular. Lo peor de todo es que me dieron ganas de intervenir, pero como iba manejando una motocicleta sólo podía ir leyendo y esquivando el tráfico como podía, al punto de que me olvidé que iba hacia la zona 2 capitalina, al norte de la ciudad, y terminé en Amatitlán, al sur. En el camino me maltrataron varias veces los conductores de vehículos, por lo que me puse los audífonos y sintonicé una emisora en mi celular.
 
Pero llegó el momento en que tuve que opinar y dije lo siguiente: "No les parece inhumano todo lo que están diciendo. ¿No saben ustedes que tras la muerte de un piloto quedan mujeres viudas y niños huérfanos". No debí decir eso, porque Ivette me respondió enseguida: "La culpa la tiene el gobierno, porque ya debería de haber creado el Ministerio de Viudas y Huérfanos para atender las demandas de ese movimiento social que tiende a convertirse en una importante fuerza política en el futuro". Jaime le espetó: "Qué respuesta más frívola la de esta cuata. La solución es que el Congreso de la República haga una ley nacional para prohibir los buses y camionetas, con esos se acaba la matanza de pilotos".
 
En aras de la brevedad, voy a concluir esta entrega que me ha hecho reflexionar en que las redes sociales son promotoras no sólo de los debates sino del más libre ejercicio de la libertad de expresión. No valoraré como buenas o malas, como pertinentes o inoportunas las opiniones. Eso se los dejo a ustedes. Por ahora sólo les adelanto el siguiente título de esta saga: "Redes sociales: de los celos y otros demonios".
 
Postdata: No olviden escribir SIGN OUT en el "Asunto" si no desean recibir estos materiales.
 
- Godo de Medeiros es Escritor
Guatemala, C.A.
https://www.alainet.org/es/active/41054
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