Décimo documento sobre el proceso Oslo-La Habana
Los enemigos de la pacificación -los ocultos, los visibles y los internos- pueden frustrar el proceso
18/02/2013
- Opinión
El actual proceso de pacificación con algunas reformas- importantes y hasta históricas serían la reforma rural y la transformación de las FARC en partido político legal- en lo vertical y horizontal se encuentra atravesado por múltiples enemigos. Agazapados unos, muy visibles otros, de todos ellos se ha hablado, pero es nada o casi nada lo que se ha dicho de los errores de sus amigos, que también pueden incidir en la frustración de esta irrepetible experiencia. Con esto último, en concreto nos estamos refiriendo a algunos errores, y hasta horrores, de los dos equipos de negociadores, hasta ahora dificultosamente blindados y hasta salvados por uno de los buenos acuerdos realizados en esa primera y muy saludada etapa de exploración: que lo que suceda en los escenarios geopolíticos de la confrontación armada, de modo explícito no se traslade a la Mesa de la Habana.
De entrada, queremos resaltar que en la academia existen voces serias que tienen sus serias dudas sobre el futuro del proceso. Nos referimos al profesor y politólogo Ricardo García: para él eso de que los enemigos sigan combatiendo mientras conversan, aunque no es de modo necesario fatal, sí puede llegar a serlo si no hay indicios serios, 1. de que las farc quieran efectivamente transformase en partido legal, y 2.de que las elites gobernantes quieran efectivamente darse la pela en materia de transformaciones agrarias. [1]
En la pasada última semana de enero, el proceso Oslo-La Habana pasó por su más aguda crisis, generada no en la Cuba de Martí sino en la escalada por la que ha pasado y continúa transitando la confrontación armada. A este respecto, el listado de acciones de guerra, legítimas e ilegítimas, en lo empírico es muy abundante, pero, por economía de espacio, no lo podemos recoger en este breve Ensayo. Al pasar esta información, con tratamiento diferenciado, por las Mas Media, se sensibilizó a la opinión pública con efectos también diferenciados.
En general, la opinión pública colombiana en los últimos tiempos se ha evidenciado muy voluble - por razones ligadas a la cultura de poder institucional vigente en Colombia, ayer apoyaron rabiosamente la propuesta de guerra de Uribe, mientras hoy adhieren con timidez a la apuesta pacificadora de Santos -, pero ha habido un punto en que ha mantenido una constante: sus reacciones negativas contra las acciones ilegítimas de guerra, contra el secuestro, sobre todo.
De todas manera, en general, al re-escalar la guerra uno y otro bando, las acciones han sido bien miradas y hasta aplaudidas cuando las han realizado las Fuerzas armadas del Estado, pero han sido criticadas y hasta rabiosamente cuestionadas cuando han sido realizadas por las farc. En esta asimetría en las reacciones de la Opinión Pública han tenido incidencia, primero, los enemigos visibles de la pacificación, el uribismo, sobre todo, y segundo, algunos Medios de difusión estando entre ellos los de mayor sintonía y más amplia lectura. Esto no obstante, importa destacar que las críticas más sostenidas a las Farc han estado, de modo válido, asociadas a sus acciones ilegítimas de guerra: el secuestro; el tratamiento indigno dadoa los prisioneros de guerra exceptuando quizá a los tres últimos; el uso generalizado de las minas antipersonales; y la apelación a los carros bombas. Es decir, ¡como para que retornemos a leer el DIH en los acápites correspondientes a acciones legítimas e ilegítimas de guerra!
Mantengamos, entonces, la hipótesis de que la re-escalada armada ha sido válida, [2]sean las que sean las razones que cada bando alega para realizarlas. El gobierno: 1.para mantener una ofensiva estratégica que viniendo desde el gobierno de Pastrana y pasando por el octoenio de Uribe, ha llegado hasta el de Santos con éxito relativo; 2.para no permitirles a las guerrillas respiro armado alguno; 3.por miedo al todavía poderoso Uribe; y 4.para permitirle a Santos- esta razón es implícita- negociar y acceder a un final del conflicto sin desmontar la estrategia de Seguridad democrática. Y las farc, 1.para evidenciar que todavía son poderosas en lo militar; 2.para ganar fuerza en la subjetividad de sus negociadores en la Habana; y 3.como efecto demostración ante los países de América Latina y del mundo, para inyectarles el imaginario de que todavía son una alternativa de Estado en Colombia.
Digamos, entonces, que si las Farc quieren contribuir, todavía en forma más vigorosa, a blindar el proceso, al re-escalarlo, deben evitar toda acción de guerra ilegítima asociada a todos los problemas encerrados en la denominativamente compleja palabra secuestro. Y en sus apreciaciones sobre la materia, tanto el gobierno como sus negociadores en la Habana deben ser claros y precisos al respecto. Aún más, en vez de ponerse inútilmente a demandarle al gobierno que hagan acuerdos para regularizar humanitariamente la guerra interna, por iniciativa propia, de modo progresivo, deberían realizar acciones orientadasa ajustar sus conductas militares a los parámetros del DIH.
Sabemos que en la normativa humanitaria internacional existe la figura del prisionero de guerra. Entonces, una cosa es retener a una persona contra su voluntad por razones económicas o políticas- siendo esto lo que se denomina “secuestro”- y otra cosa es que una persona caiga en un combate en un contexto de acciones legítimas de guerra, siendo esto lo que se conoce como “prisionero de guerra”. Al respecto el DIH es muy claro, al precisar que a éste se le debe dar un tratamiento digno coherente con su dignidad humana. Por otra parte, casi todos los 9.500farquianos y elenos retenidos en las cárceles del país, también son prisioneros de guerra y el DIH exige que se les brindeun tratamiento coherente con su condición humana, situación que parece muy alejada del carácter de mazmorras que evidencian la mayor parte de los centros de reclusión de Colombia.
El DIH, no postula que a un secuestrado se le deba dar un tratamiento humanamente digno, por la sencilla razón de que para esta normativa el secuestro es un crimen de lesa humanidad, que no debe hacer presencia en los conflictos armados tantos internos como entre Estados. En esta dirección, El Dih no existe para regular las relaciones entre secuestrados y secuestradores, sino, entre los combatientes y entre éstos y la población civil no combatiente.
Ahora, ¿Qué sucede cuando a un prisionero de guerra no se le da un tratamiento coherente con su condición de ser humano?¿cambiará ipso facto su condición de prisionero de guerra por la de secuestrado?
Esa metamorfosis no se encuentra regulada por normativa humanitaria alguna, máxime cuando, como ya se dijo, el DIH, de modo categórico, rechaza el secuestro como una acción ilegítima de guerra. Entonces, se tratará de un prisionero de guerra maltratado y vilipendiado y tratado aún de modo peor que la media de secuestrados y los responsables de esas acciones se estarán pasando por la faja el DIH. [3]
Por estos días, nos ha llamado la atención que un analista del conflicto haya traído a colación la tesis que buscó verificar en lo empírico, según la cual en Colombia el mayor número de víctimas no provenían propiamente del conflicto interno armado y que, por lo tanto, no había que focalizar tantos esfuerzos hacia esa temática y problema. Ese fue un punto que la academia verificó hace ya más de dos décadas cuando se precisó que las muertes dejadas por la confrontación armada, no reflejaban, su enorme impacto cualitativo sobre el conjunto de la vida social del país.[4] Y así ha sido, ya se haya abandonado la dinámica de la confrontación armada a su propia espontaneidad ya se haya buscado una solución política ya se la haya tratado con más guerra. Ahora como nunca, sabemos que a este conflicto hay que buscarle final, si no se pudo por la vía militar, con vigor ciudadano habrá apoyar ahora el proceso de la Habana cuando las condiciones de negociación son las mejores de cara a las otras experiencias pacificadoras.“Estando en la Habana, dijo el martes 12 de febrero Humberto de la Calle Lombana a delegados del Consejo Gremial y de la Asamblea de la ANDI, veo que hay una oportunidad real para la paz”.[5]
Entonces, que el gobierno emprenda con decisión el mejoramiento de las cárceles colombianas- en ellas están como prisioneros de guerra unas diez mil personas, muchas de ellas con represión adicional - y que las Farc anticipen lo que sería hacer política de un modo distinto, ajustando, de modo progresivo, su accionar armado a las exigencias de la normativa humanitaria internacional .
Atisbos Analíticos 168, febrero 15 de 2013.
[1]. García Duarte, Ricardo. “Guerrear, negociar con las Farc ¿tragedia sin desenlace?. SEMANA, 8 al 14 de febrero 2013.
[2] . Gonzalez, Uribe Alvaro. “EL JUEGO DEL FUEGO” El Mundo, 16-02-2013.
[3]. Patiño, Germán. “PAZ Y DIH”. El Paìs, 11.02-2013.
[4]. Varios, COLOMBIA, Violencia y democracia. Informe presentado al Ministerio de Gobierno, Universidad Nacional de Colombia, 1987.
[5]. El Espectador.com, miércoles 13 ; López de Guerrero Milagro “GOBIERNO Y FARC DICEN QUE PROCESO DE PAZ AVANZA A BUEN RITMO”, El Tiempo, 10-02-2013.
https://www.alainet.org/en/node/73789
Del mismo autor
- Carta abierta al Presidente Santos y a los negociadores de La Habana sobre el expresidente José “Pepe” Mujica 13/01/2015
- Sobre Petro: dolorosa “sanción”, pero ahora el quid de la cuestión es su revisión 30/03/2014
- Una veeduría internacional: a pata que falta para salvar el proceso 25/06/2013
- Los guerrilleros no son los únicos victimarios 12/06/2013
- Los enemigos de la pacificación -los ocultos, los visibles y los internos- pueden frustrar el proceso 18/02/2013
- ¿Qué negociar y con quien? 13/11/2012
Clasificado en
Clasificado en:
Guerra y Paz
- Prabir Purkayastha 08/04/2022
- Prabir Purkayastha 08/04/2022
- Adolfo Pérez Esquivel 06/04/2022
- Adolfo Pérez Esquivel 05/04/2022
- Vijay Prashad 04/04/2022
Topics
