“La Historia nos juzgará”: Benito Juárez García

21/03/2018
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Mucho habría que aprender de la obra patriótica y nacionalista, del presidente Benito Juárez, ajena a todo chauvinismo, es decir, al nacionalismo trasnochado o exagerado que de nada sirve. En la contestación a una carta enviada por Maximiliano, Juárez tacha de filibusterismo todo aquello que tiene relación con la actividad de piratas, que persiguen el botín, y lo manifestó de la siguiente manera: “El filibusterismo francés ha puesto en peligro nuestra nacionalidad y yo, que por mis principios y mis juramentos he sido llamado a sostener la integridad de la nación, su soberanía e independencia, he tenido que multiplicar mis esfuerzos para responder al sagrado depósito que la nación, en ejercicio de sus facultades soberanas, me ha confiado. Sin embargo, me he propuesto contestar aunque sea brevemente los puntos más importantes de su misiva”.

 

En ese escrito Maximiliano le dice al presidente Juárez, que tanto él como doña Carlota, abandonaron la sucesión del trono en Europa, a familiares, amigos, propiedades y todo lo más querido por venir a estas lejanas tierras respondiendo al llamado espontáneo de la nación, “que cifra en usted la felicidad de su futuro"; Juárez responde este alago con otro “Realmente admiro su generosidad, pero por otra parte me ha sorprendido grandemente encontrar en su carta la frase "llamado espontáneo", pues ya había visto antes que cuando los traidores de mi país se presentaron por su cuenta en Miramar a ofrecer a usted la corona de México, con las adhesiones de nueve o 10 pueblos de la nación, usted vio en todo esto una ridícula farsa indigna de que un hombre honesto y honrado la tomara en cuenta. En respuesta a esta absurda petición, contestó usted pidiendo la expresión libre de la voluntad nacional por medio de un sufragio universal. Esto era imposible, pero era la respuesta de un hombre honorable.

 

El propósito de la carta era una invitación de Maximiliano a Juárez, a la ciudad de México, para que tuviera una conferencia, prometiéndole todas las garantías a su seguridad; Juárez le contesta no poder asistir, debido a sus múltiples ocupaciones oficiales, agregando además que para dicha invitación “no sería suficiente garantía la fe pública…” “Aquí, en América, sabemos demasiado bien el valor que tiene esa fe pública, esa palabra y ese honor, tanto como sabe el pueblo francés lo que valen los juramentos y las promesas de Napoleón.”

 

Con la firmeza en sus convicciones Juárez termina la misiva de la siguiente manera: “Me dice usted que no duda que de esta conferencia —en caso de que yo la aceptara— resultará la paz y la felicidad de la nación mexicana y que el futuro Imperio me reservará un puesto distinguido y que se contará con el auxilio de mi talento y de mi patriotismo.

 

Ciertamente, señor, la historia de nuestros tiempos registra el nombre de grandes traidores que han violado sus juramentos, su palabra y sus promesas; han traicionado a su propio partido, a sus principios, a sus antecedentes y a todo lo que es más sagrado para un hombre de honor y, en todos estos casos, el traidor ha sido guiado por una vil ambición de poder y por el miserable deseo de satisfacer sus propias pasiones y aun sus propios vicios, pero el encargado actual de la presidencia de la República salió de las masas oscuras del pueblo, sucumbirá, si es éste el deseo de la Providencia, cumpliendo su deber hasta el final, correspondiendo a la esperanza de la nación que preside y satisfaciendo los dictados de su propia conciencia. Tengo que concluir por falta de tiempo, pero agregaré una última observación. Es dado al hombre, algunas veces, atacar los derechos de los otros, apoderarse de sus bienes, amenazar la vida de los que defienden su nacionalidad, hacer que las más altas virtudes parezcan crímenes y a sus propios vicios darles el lustre de la verdadera virtud. Pero existe una cosa que no puede alcanzar ni la falsedad ni la perfidia y que es la tremenda sentencia de la historia. Ella nos juzgará.”

 

Si las y los políticos mexicanos de nuestro tiempo conocieran o se inspiraran en Juárez y otros mexicanos ejemplares de nuestra historia, nuestro país estaría en condiciones distintas, favorables para nuestro México.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/191744
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