Agricultura y manufacturas en los imperios andinos precoloniales

07/08/2013
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Determinar cuál era la importancia de la agricultura y de las manufacturas en los imperios andinos pre coloniales, Tihuanacota e Inca en particular,  es importante para conocer su naturaleza. Para algunos renombrados teóricos de la antropología y de la historia precolonial andina, como John Murra, lo importante en el imperio inca era la agricultura campesina (tema desarrollado en mi libro Antropología económica del imperio Inca, próxima publicación).
 
En su libro La organización económica del Estado Inca (Perú, 1975) Murra afirmaba que “la existencia y la sobrevivencia de una estructura político-social como la del Estado Inca dependía tecnológicamente de una agricultura capaz de producir sistemáticamente excedentes después de haber satisfecho las necesidades de subsistencia del campesinado.” (pp.47-48). Según este intelectual, la agricultura campesina sería decisiva tanto para la “existencia y la sobrevivencia” de la clase dominante, y el Estado mismo dependería “tecnológicamente” de ella.
 
La agricultura campesina sería, por consiguiente, no solo una actividad importante para la economía mencionada, sino que sería incluso prácticamente la “única“ actividadproductiva del imperio. Esto se desprende de su afirmación, “En las primeras décadas posteriores a la invasión, los europeos convirtieron en esclavos a mucha gente a quienes designaron como yanas, pero que jamás tuvieron condición servil antes de 1532. Estos fueron empleados en la minería, el comercio, y la arriería, todas actividades no andinas.” (Id. p. 240). Si estas no eran andinas, es decir, no existentes durante los imperios andinos, entonces solo existiría la agricultura campesina.
 
La agricultura era, en efecto, una actividad importante, pero otras actividades ya habían adquirido desde mucho antes una significación preponderante tanto económica, como poblacional y sobre todo tecnológicamente. Otras actividades productivas tales como la ganadería, la manufactura textil y, en particular, a minería de diversos metales, la metalurgia del bronce y la construcción de infraestructuras diversas, adquirieron desde tiempos tihuanacotas, una importancia económica preponderante para el funcionamiento y la organización de la economía. La potencia económica y tecnológica del imperio estaba basada desde hace mucho en las actividades manufactureras. Mientras la agricultura exigía a los campesinos un esfuerzo de no más de dos meses por año, la construcción de las diversas infraestructuras les exigía más de diez meses.
 
Paralelamente, al margen de los campesinos, las actividades manufactureras se desarrollaban masivamente en las “casas” de las familias nobles esparcidas en los cientos y miles de aillus del imperio. La riqueza de estas familias estaba basada en el trabajo manufacturero de los yanacunas o “cautivos” y de las mujeres “concubinas” y cautivas de los nobles. Bajo el control de la nobleza se desarrollaba intensamente la minería del cobre y del estaño, la metalurgia del bronce, la producción textil en gran escala, la ganadería de camélidos, la producción de cuero, lana y carne, así como, de manera creciente, la agricultura bajo riego. La metalurgia del bronce especialmente permitía a las familias nobles producir en gran escala una serie de herramientas de trabajo. Estas constituían las nuevas tecnologías que se producían por primera vez en América, mucho antes que en los imperios maya y azteca. Gracias a la introducción de estas tecnologías en los sectores productivos y de servicios, la economía podía desarrollarse fuertemente generando mucha prosperidad en la sociedad y el gran potenciamiento económico y militar del imperio.
 
Las nuevas tecnologías permitían producir herramientas como cuchillos, tijeras, palillos y otros de gran calidad y dureza para aumentar la productividad en los talleres textiles tanto públicos (acllahuasise intihuarmis) como en las mismas “casas” de la nobleza. También se producían barretas y herramientas en bronce para la construcción de fortalezas, edificios, caminos, canales de irrigación y andenes en los flancos de montañas. Una de las herramientas producidas en gran escala eran las tacllas, que permitieron una “revolución agrícola” tanto en las tierras del Estado y de la iglesia, como en las parcelas campesinas. Como se ve, las nuevas tecnologías en base al bronce permitieron el desarrollo de la minería, de la metalurgia, del textil, del cuero, de la carne, de los servicios domésticos y de otros. Este metal, al ser más duro que otros materiales como la piedra, la madera o el hueso, contribuía de manera más eficaz al incremento de la productividad de todos los sectores productivos.
 
Otro sector impulsado por el uso de las nuevas tecnologías fue el ejército, constituido por alrededor de 300 mil soldados, equipados y armados con armas de bronce capaces de destruir a cualquier ejército enemigo en el continente americano. Gracias a éste poderío, los incas pudieron conquistar nuevos territorios, capturar más yanacunas y mujeres e incrementar el poder económico del imperio y de la nobleza.   
 
Mientras la agricultura campesina permitía el consumo y el autoconsumo de un sector de la población, las manufacturas en base a los metales generaban un dinamismo general de los diversos sectores productivos, incluyendo a la agricultura. Las nuevas tecnologías orientaban a la economía hacia la acumulación, es decir, hacia la reproducción ampliada y creciente de la economía y de la sociedad. Gracias a las nuevas tecnologías, los imperios andinos habían llegado a la edad de bronce y habían superado en mucho el marco limitado de la economía campesina y la edad de piedra.
 
06 de agosto 2013
 
- Bernardo Corro Barrientos es antropólogo y economista
 
https://www.alainet.org/es/articulo/78258
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