El pensamiento económico tradicional y el desarrollo de Bolivia

18/02/2013
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El destacado economista y ex presidente del Banco Central de Bolivia (1995-2006) Juan Antonio Morales, acaba de publicar su último libro titulado La Política Económica Boliviana 1982-2010. El libro constituye una novedad por doble motivo. Primeramente, el período de los años 1982 a 2010es un período importante de la historia económica del país; en segundo lugar, el autor formula sus propuestas para lograr el desarrollo del país. 
 
Estos temas fueron tratados también intensamente por los economistas del país en los últimos dos años. Una preocupación que se expresaba repetidamente era el relativo al por qué del crecimiento quinquenal promedio del PIB tan bajo en los últimos 20 años o más. Se ha detectado, en efecto, que el PIB del país no logra crecer más de 5% promedio en los quinquenios de las últimas décadas. Esto podría significar que el país no tendría la capacidad potencial y estructural para crecer a ritmos mayores, y que no podría, por consiguiente, desarrollarse.
 
Respecto a esta preocupación, Morales, en una entrevista concedida al periódico Pagina Siete sobre los temas de su libro, (07/02/2013), propuso que para salir del estancamiento histórico, el país debería “aprovechar la extraordinaria situación internacional de los precios de las materias primas” y realizar tres tareas: “invertir en diversificar la producción, en capital humano y fortalecer las instituciones”. El programa para la “diversificación económica” estaría dado, según Morales, por “el ATPDEA”, y el “tratado de libre comercio” (TLC) con Estados Unidos.
 
Las políticas del gobierno actual consistirían, sin embargo, para Morales, en “desaprovechar el extraordinario contexto internacional actual” de los buenos precios de las materias primas y en “generar vulnerabilidades de todo tipo.” Finalmente, Morales concluye que la economía sería “más dependiente que nunca del contexto externo a pesar del discurso nacionalista.” 
 
Para juzgar la propuesta de Morales, es necesario conocer previamente los términos del programa ATPDEA (en español Ley de Promoción Comercial Andina y Erradicación de Drogas) ofrecido por los Estados Unidos y vigente en Bolivia desde 2002 a 2008. Este ofrecía a Bolivia la liberación de impuestos de importación desde Estados Unidos a cuatro productos, como ser textiles, joyería, cuero y madera, a cambio de que el país cumpla los siguientes “compromisos” (entre otros):
 
1) Erradicación de los cultivos de la hoja de coca.
2) Cumplir las propuestas de la Organización Mundial del Comercio(OMC).
3) Participación en un Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos.
4) Protección para los derechos de propiedad intelectual de los Estados Unidos, que deberían ser iguales o mayores que los establecidos en los acuerdos internacionales y,
5) Garantizar la transparencia, la no discriminación y la libre competencia en las compras del sector público de Bolivia.
 
¿Podría el ATPDEA contribuir a la “diversificación de la producción” como lo sugiere Morales? Por la experiencia registrada durante los años de vigencia del ATPDEA, es poco probable que en el mediano y largo plazo pudiese producirse esa posibilidad. En realidad, la decena de empresas participantes en el programa al tener características monopólicas y oligopólicas, impedirían que las empresas más pequeñas de sus cadenas productivas “hacia atrás” puedan crecer y diversificarse. Solo un puñado de empresas hubiera podido beneficiarse, sin generar, sin embargo, la diversificación interna. Con el ATPDEA no existía en realidad ningún trato simétrico para Bolivia, ninguna posibilidad para diversificarse y desarrollarse.  
 
El componente fuerte del ATPDEA estaba, sin embargo, en las otras cláusulas. Estas, consistentes básicamente en el TLC con Estados Unidos, significaban la apertura de las fronteras a los productos de Estados Unidos y la total apertura de los contratos gubernamentales a las empresas y a las inversiones de ese país. Nada equivalente en estos casos a lo que se ofrecía a Bolivia. 
 
Teniendo en cuenta que el sector público es el mayor comprador de bienes y ofertante de contratos del país, las empresas estadounidenses hubieran resultado las grandes beneficiadas con este programa. Las empresas bolivianas se encontraban en la incapacidad de competir con las empresas gigantes de ese país. Existía, en realidad, una abismal asimetría entre lo que ofrecían los Estados Unidos con lo que concedía Bolivia.
 
Otro aspecto clave del ATPDEA era el relativo a la “propiedad intelectual”.  En este caso la gran mayoría de las empresas bolivianas, y no solo una cuantas, hubieran resultado fuertemente afectadas e incluso bloqueadas.  La gran mayoría de estas empresas, sobre todo las medianas, pequeñas y las microempresas operan con tecnologías intermedias que muchas veces se encuentran patentadas en los países europeos y en el país del norte. Otras miles de pequeñas empresas efectúan innovaciones tecnológicas internamente sin saber que estas ya fueron patentadas en los países industrializados. 
 
Con el TLC o con el ATPDEA estas empresas se encontrarían ante el peligro ya sea de cerrar sus actividades o de depender de las licencias y patentes renovables anualmente de los países industrializados. Otro peligro tal vez aún peor, además, sería que en Bolivia las empresas estarían impedidas de efectuar innovaciones tecnológicas internas basadas en las propias iniciativas. El derecho a la innovación tecnológica estaría entonces bloqueado.  No habría, por consiguiente, posibilidad para la auténtica “diversificación de la producción” a través de las pequeñas y medianas empresas, es decir, la gran mayoría de las empresas del país.  
 
El programa ATPDEA nos recuerda al tipo de intercambios que realizaban los invasores españoles con los indígenas cuando llegaron a América, de cambiar baratijas brillantes por oro y plata.
 
Finalmente, en lo concerniente al argumento de Morales de “aprovechar la extraordinaria situación internacional de los buenos precios de las materias primas” y realizar las tres tareas mencionadas, estas no hubieran podido realizarse sin la nacionalización de los hidrocarburos del año 2006. En ese caso, los buenos precios internacionales de las exportaciones de gas y minerales que benefician actualmente a Bolivia serían “aprovechados” únicamente por las empresas transnacionales y, además, fuera de Bolivia. Sin la nacionalización de los hidrocarburos, no hubiera sido posible “aprovechar” de esa coyuntura internacional de precios e invertirlos recursos en “diversificar la producción, en capital humano y en fortalecer las instituciones”.
 
Con los recursos que ahora percibe el Estado boliviano se efectúan justamente las importantes inversiones públicas, como nunca antes se hicieron, en infraestructura física (carreteras, caminos, puentes, aeropuertos, centrales eléctricas, infraestructura satelital), básica (electricidad urbana y rural, agua potable, alcantarillado) y social (hospitales, escuelas, universidades, internet). Estas inversiones constituyen justamente las iniciativas previas para superar la grave heterogeneidad estructural que afecta históricamente a la economía y compensar en parte el grave problema de la mediterraneidad del país, y contribuir así a la diversificación de la producción. Con estas inversiones de carácter estratégico, se da actualmente un impulso enérgico y de carácter estructural al desarrollo masivo del denominado “capital humano” y al fortalecimiento de las instituciones.  
 
La Paz, 16 de febrero de 2013.
 
- Bernardo Corro Barrientos  es  doctor en economía.  
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