El gran portaviones de EEUU: sicario de Monroe

01/06/2020
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Introito
 
La Embajada de Estados Unidos en Colombia informó a ese país (protectorado monroísta) que una brigada de Asistencia de Fuerza de Seguridad llegará para “ayudar” en su lucha contra el narcotráfico: lo mismo que dijeron hace veinte años cuando vendieron el cacareado Plan Colombia como la panacea y su resultado sólo trajo más muertes y miseria al pueblo colombiano.
 
La llegada de tropa elite de EEUU a Colombia sin autorización del Senado y a espaldas de la opinión pública, y que para “ayudar” a combatir el narcotráfico, es una bofetada a la soberanía y dignidad de ese país; es también una agresión a la paz continental. Toda persona decente rechaza la presencia militar imperialista en suelo liberado por Bolívar y su Ejército Libertador. Saludamos las múltiples reacciones de diversos sectores colombianos mostrando repudio a la presencia de tropas yanquis en su territorio; algunos han dicho abiertamente que es parte de la invasión que se prepara contra Venezuela; que es un eslabón más de la escalada imperialista, junto al movimiento de naves de guerra en el Caribe y la acción mercenaria “Gedeón” que fue frustrada el 3 de mayo pasado.
 
La sola presencia de este contingente yanqui pone en evidencia el fracaso del Plan Colombia que hace veinte años fue vendido como respuesta militarista al problema social estructural de fondo que vive Colombia.
 
I
 
Como es mi costumbre contra viento y marea, digo sin tapujos de una vez nuestra verdad: estos militares gringos que el gobierno Duque recibirá pronto, son los mismos que esperaban aterrizar en Venezuela una vez que los invasores de la operación “Gedeón” tomaran algún aeropuerto cercano a Caracas. 
 
Lo dijeron los mercenarios contratados por Juan Guaidó y J. J. Rendón para tomar la pista de aterrizaje donde se suponía que debían llegar los superagentes que secuestrarían al Presidente Nicolás Maduro para llevarlo ante la (in) justicia estadounidense que lo ha declarado perseguido con recompensa. 
 
Lo declararon voluntariamente Airan Berry y Luke Denman. Ambos han explicado que debían asegurarse “de tomar el control del aeropuerto para que pudiéramos hacer el traslado de Maduro hasta el avión”. Estos tipos formaron parte de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos desde 2006, especializándose en infiltración y trabajos tácticos como asalto a edificios, despeje de zonas urbanas (léase asesinato de civiles), y otras prácticas terroristas de Estado a nivel global como las aplicadas en Afganistán, Irak, Libia, Somalia, Siria, entre otros. 
 
Pero “Gedeón” fracasó y los “muchachos” del Tío Sam ya tenían hechos los morrales (y habían cobrado los viáticos). 
 
Cuando cientos de trinos de voceros autorizados del parlamento colombiano comenzaron a reclamarle a Duque la entrega de la soberanía y el irrespeto a los procedimientos constitucionales (tan legalistas ellos), mientras el discursito del combate al narcotráfico inunda las ingenuidades de la dopada sociedad neogranadina y enriquece al entorno presidencial, la insaciable sed de sangre de la oligarquía va silenciando voces indígenas, afros, campesinas, contradictoras, humanistas, soñadoras, pacifistas, buenas.
 
II
 
Los santanderistas siempre se precian del mito de ser legalistas, cosa que ya desmeritaron Liévano Aguirre y Laureano Gómez, por sólo nombrar dos colombianos, pero válgame que las estruendosas evidencias históricas hace tiempo enterraron sin glorias al Caín que osó usurpar un hálito de méritos desde el lodazal de las tinieblas.
 
Eso sí, son los ases de la parafernalia leguleya, los vividores de la labia, los felices manoseadores de la abogacía: violadores de todos los Derechos.
 
Cuando Duque se vio atrapado por la llovizna de tweet que publicaban acérrimos –y hasta delicados- oponentes, mandó buscar el séquito de litigantes herederos de la orgía antibolivariana de la Bogotá de 1828, que desempolvaron pergaminos mohosos, hediondos a aguardiente y medio manchados de chimó, para justificar la solemne insolencia de entregar la soberanía nacional al patrón más verraco.    
 
Para que no quede duda que la aspiración fanática de la oligarquía colombiana de invadir Venezuela con “ayuda” gringa es una razón de Estado, permanente, sistemática, continuada, falaz y fracasada, aquí les dejo algunos de los instrumentos “jurídicos” que testimonian esta aberración fratricida: 
 
-       Acuerdo de Asistencia Militar entre la República de Colombia y los Estados Unidos de América, suscrito en Bogotá el 17 de abril de 1952.
 
-       Convenio General para Ayuda Económica, técnica y afín entre el Gobierno de Colombia y el Gobierno de los Estados Unidos de América, suscrito en Bogotá el 23 de julio de 1962.
 
-       Acuerdo entre el Gobierno de Colombia y el Gobierna de los Estados Unidos de América relativo a una Misión del Ejército, una Misión Naval y una Misión Aérea de las Fuerzas Militares de los Estados Unidos de América en la República de Colombia, suscrito en Bogotá el 7 de octubre de 1974.
 
-       Anexo al Convenio General para Ayuda Económica, Técnica y Afin entre el Gobierno de la República de Colombia y el Gobierno de los Estados Unidos de América, suscrito en Bogotá el 30 de agosto de 2004.
 
-       Memorando de Entendimiento para una Relación Estratégica de Seguridad para Promover la Cooperación entre el Gobierno de la República de Colombia y el Gobierno de los Estados Unidos de América, suscrito en Bogotá el 14 de marzo de 2007.
 
-       Acuerdo entre el Gobierno de la República de Colombia y el Gobierno de los Estados Unidos de América para Suprimir el Tráfico ilícito por Mar, suscrito en Bogotá el 20 de febrero de 1997.
 
-       Acuerdo entre el Gobierno de la República de Colombia y el Gobierno de los Estados Unidos de América relativo al Programa de Supresión del Tráfico ilícito Aéreo de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas, suscrito en Bogotá el 20 de diciembre de 2007.
 
Ya entienden por qué hay tantos funcionarios colombianos en el sistema burocrático interamericano. Las familias dominantes en ese pobre “patio trasero” proveedor de drogas y “dignidad al detal”, cuentan con el marco de demagogia legal para continuar su genocidio contra el pueblo humilde y sus elegantes ceremonias que satisfacen a la carta el derecho de pernada del señor imperialista.
 
III
 
Y llegó el Acuerdo de Uribe con las 7 bases para convertir a Bogotá en la capital mundial del entreguismo antinacional aquél 30 de octubre 2009.
 
Ese contrato horroroso le hace guiños a “Gedeón”: “Por contratistas de los Estados Unidos se entiende las personas naturales o jurídicas que hayan concertado contrato con el Departamento de Defensa de los Estados Unidos para proporcionar bienes y prestar servicios para llevar a cabo actividades en el marco del presente Acuerdo”. 
 
Por “empleados de contratista de los Estados Unidos” se entiende “las personas naturales que sean empleados por un contratista de los Estados Unidos que estén en Colombia para llevar a cabo actividades en el marco del presente Acuerdo”.
 
Se pregunta el hijo de mamá entre el cafecito y la arepa mañanera: “Caramba, estos gringos que contrató Guaidó para invadir nuestro país saliendo de territorio colombiano donde se entrenaron y prepararon toda la logística, ¿serán empleados de esas contratistas que Colombia autoriza a actuar en el territorio que Bolívar les dejó liberado?
 
Lo pregunto sin malicia porque veo que en el Artículo IV Numeral 3 del “Acuerdo Uribe” dice que “EI personal de los Estados Unidos, los contratistas de los Estados Unidos y los empleados de los contratistas de los Estados Unidos tendrán acceso y la capacidad de moverse libremente dentro y entre las instalaciones y ubicaciones mutuamente convenidas que se requieran para llevar a cabo actividades en el marco del presente Acuerdo”.
 
En el Artículo VIII Numeral 1, de conformidad con los artículos 5 y 11 del Acuerdo de Misiones Militares de 1974, dice que “Colombia otorgará al personal de los Estados Unidos y a las personas a cargo los privilegios, exenciones e inmunidades otorgadas al personal administrativo y técnico de una misión diplomática, bajo la Convención de Viena”. Y en el numeral 3 renuncian a su jurisdicción penal a favor de entregar los delincuentes gringos a la justicia de EEUU.
 
Para más dar papaya, en el Artículo IX, numeral 1 queda claro que ni pasaporte les piden para ingresar al protectorado de la Nueva Granada, basta con el carnet militar o cualquier otro papel gringo.
 
IV
 
En 1815 el “Pacificador” Pablo Morillo doblegó a la heroica Cartagena de Indias, y a comienzos de 1816 tenía en sus manos a toda la Nueva Granada reestableciendo la monarquía. El reducto de patriotas que sobrevivieron a duras penas pudo llegar con vida a orillas del río Apure gracias a la protección oportuna y arriesgada del General Bolivariano Rafael Urdaneta, que amaba como su patria tanto a Cundinamarca como a Maracaibo.
 
Al maltrecho grupo de neogranadinos se les acogió con toda camaradería, como es natural del venezolano, y se les invitó a integrar el soberano gobierno que se inauguraba en Angostura. El Casanare, que Urdaneta logró mantener en la República junto a otros valientes revolucionarios en la lucha guerrillera, se adhirió al Congreso convocado por el jefe democrático Simón Bolívar. 
 
Oficiales derrotados, sin destino y sin tropa como Santander y Córdova, fueron favorecidos por esa generosidad sin límites que irradia Venezuela. Pero fueron esos los que más tarde vertieron un sigiloso veneno sobre la mano que los alimentó y subió a la Historia. 
 
V
 
En las últimas tres semanas han ingresado a Venezuela tal cantidad de casos de Covid-19, que ya constituyen el 83% del total identificados. Audios escuchados por este cronista y testimonios de involucrados dan cuenta que el presidente Iván Duque refirió el haber dispuesto de buses usados con enfermos del coronavirus sin previa desinfección para trasladar venezolanos hacia las fronteras para que ingresaran a nuestro país. Eso se llama guerra biológica. 
 
Hernán Cortez, el asesino destructor de la civilización mexica y maya, logró tomar Tenochtitlán luego de infiltrar en la ciudad un grupo de individuos con viruela que contagiaron la población sin anticuerpos para esa rara enfermedad traída por los europeos. Se calcula que murió la mitad de sus habitantes. Y el derrotado Cortez, se enseñoreó con México, viendo morir de viruela a su vencedor el tlatoani Cuitláhuac.
 
La guerra bacteriológica no es un “cuento chino”.
 
Ante la infiltración de personas portadoras del virus Covid19 desde Colombia por instrucciones de Iván Duque, la presencia amenazante de tropas y mercenarios gringos en ese país tan mal vecino, debemos considerar seriamente cerrar 100% fronteras, no vaya a ser que por "buenos" nos hagan lo que a sucre hace 190 años.
 
Las personas que lamentablemente queden sin poder pasar, que las atiendan con los 2 mil 500 millones de euros que le ofreció la Unión Europea a Guaidó esta semana. Debería alcanzar. 
 
Yldefonso Finol
Historiador bolivariano
Cronista de Maracaibo
 
 
https://www.alainet.org/es/articulo/206911
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