Historia de Venezuela: la Batalla (diplomática) de Septiembre del 2019

30/09/2019
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I

 

A finales de septiembre de 2019, una guerra de fotos se produjo en torno al conflicto geopolítico que mantienen los Estados Unidos y algunos gobiernos lacayos contra la Patria del Libertador Simón Bolívar: el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, en visita oficial a la Federación Rusa, aparece fotografiado con Vladimir Putin en Moscú; el Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente Diosdado Cabello, de gira en el Lejano Oriente, posa al lado del Jefe de Estado de la República Popular Democrática de Corea Kim Jong-Un; y el Canciller Jorge Arreaza, presidiendo el Movimiento de los No Alineados, en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas, luce rodeado por más de un centenar de altos dignatarios de todo el mundo.

 

El líder de la oposición, Juan Guaidó, para no quedarse atrás, se tomó varias instantáneas digitalizadas en una trocha de Cúcuta con los cabecillas de la banda paramilitar colombiana “Los Rastrojos”, mientras lo custodiaban y trasladaban a reunirse con el subpresidente de Colombia Iván Duque.

 

Este último personaje, en su alocución en la cumbre de la ONU en New York, con rostro rabioso y gestos severos, como para enfatizar la veracidad de sus acusaciones contra Venezuela, presentó una foto que afirmó era la prueba del supuesto apoyo dado por nuestro Gobierno al ELN. ¡Sorpresa! No se había retirado de la tribuna de oradores cuando la prensa de su propio país lo desmentía. ¡Qué vergüenza, su merced! Usted ha tenido el descaro de mentirle al foro donde se congregan representantes de toda la humanidad. Y para colmo, se plagió la foto, ni se dignó dar los créditos de ley al autor.

 

Un humorista muy serio que conoce harto de historia y es especialista en derechos de autor, me comentó –en secreto- que Duque anda haciendo intensas gestiones para lograr que la Asamblea General apruebe una resolución otorgando a Colombia la denominación de origen para la marca “Falsos Positivos”; que si tenía éxito en esta aspiración tan sentida, intentaría la misma reivindicación para “Motosierras descuartizadoras”, “Fosas comunes”, “Hornos crematorios artesanales”, y otras creaciones de la cultura paramilitar.

 

Hay que reconocer que este Duque de Uribelombia tiene palabra: de candidato dijo que haría trizas los acuerdos de paz y se excedió en cumplir de tal manera, que hasta los desacuerdos se llevó por delante, haciendo trizas la paz.

 

II

 

Las cámaras de todos los medios de información del mundo se fijaron en la figura de la Vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez. La joven estadista blandiendo una artillería de poderosas verdades, propinó varios jaques en ráfaga a la transnacional antibolivariana que por estos días se ensañó contra Venezuela.

 

Discurso memorable que ratificó la vocación democrática de la Revolución Bolivariana y nuestro compromiso con los principios y propósitos del Sistema de Naciones Unidas. Verdades vertidas con solemnidad y sencillez. Denuncia de flagelos sociales que desestabilizan al continente como el negocio del narcotráfico entre Colombia y Estados Unidos. Desenmascaramiento de las falacias forjadas para macular a Venezuela como “Estado fallido”, facilitador del terrorismo”, “violador de Derechos Humanos”.

 

Pues quedó demostrado que Estado fallido es aquél que permite convertir su territorio en santuario de las drogas y otras economías criminales globales, propiciador del terrorismo paramilitar contra países vecinos, cadalso del suplicio de quienes se atreven a defender los derechos y contradecir el régimen opresor dominante.

 

Representantes de altísimo nivel del ochenta por ciento de los países del orbe se pronunciaron a favor del gobierno legítimo del Presidente Nicolás Maduro y rechazaron las medidas unilaterales coercitivas aplicadas por Estados Unidos contra el pueblo venezolano. Esa es la verdadera Comunidad Internacional.

 

III

 

La Batalla de Septiembre la ha ganado la Diplomacia Bolivariana. Toda la acción política-militar del Libertador tuvo un alto componente internacional. No exageramos al sostener que Bolívar cambió la geopolítica mundial y el mapa político-territorial del planeta, al arrancarle al Imperio Hispano dos virreinatos y medio, más una Capitanía General. Sus luchas concretas abarcaron un territorio de casi cinco millones de kilómetros cuadrados, derrumbando un reino de tres siglos de poder omnímodo, fundando países independientes, nacionalidades, ciudades y ciudadanías. Creó una diplomacia profesional y unos códigos de integración como fuente de seguridad nacional, disuasión de amenazas y progreso económico.

 

El objetivo principal del bolivarianismo es la autodeterminación de los pueblos: “La libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del Universo”, exclamó en la Proclama al Ejército Libertador del Perú, en el Cuartel General en Pasco, el 29 de julio de 1824.

 

Pero más allá de la obligación patriótica de dar batalla al imperio para ser libres, hallamos en Simón Bolívar un valor inestimable de la paz. En sucesivas exposiciones no dejaba de lado la esperanza de terminar la guerra y abrir cauces a las bondades de la paz, que auguraba como principio de toda realización humana plausible: “Hagamos que el amor ligue con un lazo universal a los hijos del hemisferio de Colón, y que el odio, la venganza y la guerra se alejen de nuestro seno”, sentenció en el Discurso ante el Gobierno General de la Nueva Granada en su instalación en Bogotá el 23 de enero de 1815.

 

A Tomás Heres escribe desde Pativilca el 9 de enero de 1824: “De la paz se deben esperar todos los bienes y de la guerra nada más que desastres…Somos hombres y debemos usar la razón antes que la fuerza”.

 

La unidad de las naciones hermanadas en historia, la enlazó Bolívar con sus manos tejedoras de redenciones populares: “Yo sé que cada República americana tiene pendiente su suerte del bien de las demás y que el que sirve a una sirve a muchas”. (Comunicación oficial al Consejo de Gobierno de Perú. La Magdalena, 27 de abril de 1826).

 

Tales son las bases doctrinarias de nuestra Política Exterior: el antiimperialismo, la autodeterminación de los pueblos, la cooperación internacional, la complementariedad económica y comercial, la solidaridad, el valor inestimable de la paz, el multilateralismo, la construcción de un mundo multipolar, y la unidad de las naciones indoamericanas como cuota del Equilibrio Universal.

 

Hoy se impuso Bolívar por la fuerza de la razón.

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/202384
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