Amigos piadosos

20/08/2019
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 La magnitud del desastre político, económico e institucional que Macri lanzó contra el país el lunes 12 de agosto, tras la derrota electoral, está casi olvidada por amigos que el oficialismo conserva en Clarín y La Nación. Muy pocos elevaron el tono sobre las acciones del presidente, en tanto los más fanáticos, dolidos por el resultado, recuperan la tesis del país malogrado, del voto “oculto” y de las PASO como “ladino instrumento”.

 

La casi total censura a la denuncia de Martín Redrado, sobre una decisión presidencial expresa para que avanzara la devaluación del lunes, devastadora en especial para trabajadores y clase media, y el olvido acelerado de la desaforada declaración de Elisa Carrió en la reunión de Cambiemos, sintetizan una parte del esfuerzo de los columnistas de los diarios hegemónicos.

 

Otra parte se dedica a ponerlo a Alberto Fernández como co-responsable de la situación económica desde el lunes, pues lo que él diga y haga, teclean, influyen en los benditos “mercados”. Copian así lo que dicen grandes empresarios que buscan la mejor posición posible para condicionar al próximo gobierno. Esta operación se hace incluso elogiándolo al candidato peronista: se dice que su gesto de responsabilidad de hablar y colaborar con Macri es lo que “tranquilizó a los mercados”. ¡Enhorabuena! Los felicitan a ambos: como si estuvieran en igualdad de condiciones institucionales.

 

Y otra parte se dedica a avanzar con una idea ya lanzada en campaña y que ahora se volverá relato permanente: Alberto Fernández enfrentándose a Cristina Fernández de Kirchner; la exploración de diferencias entre ambos, entre allegados de uno y otra, etc. etc. Cuanto más atento y amable se muestra Alberto Fernández hacia el poder económico nacional e internacional, mejor presidente será. Si quisiera afectar en algo lo mucho que ganan con el macrismo, será cristinista bolivariano chavista castrista aislacionista retrógrado y, en fin, otro maldito kirchnerista.

 

 Así como el lunes 12 Clarín y La Nación no pudieron hacer nada para ocultar el resultado electoral ni para manipular su significado, inertes quedaron también tras el Macri de ese día, el que con Pichetto a su lado se mostró decidido a incendiar el país, para ver si en medio de una hecatombe el poder del cual es mandadero encuentra una forma de conservar el control.

 

 “El gobierno no entiende qué sucedió”, escribió Van der Kooy en Clarín, con mención de críticas a Macri, elogios a Vidal y la advertencia de que en la elección de octubre Cambiemos debe tratar de cuidar un capital político importante para los años futuros. Menos macrista entre macristas, Pagni tituló así: “El peligro de un Macri alienado”.

 

 En fin, un cierto desorden editorial, porque ese mismo día en La Nación salió una nota anunciando mil tormentas: se viene la “venganza”, la gente votó como votó por inmoral, porque no le importa la corrupción, y ahora se vienen Cristina y La Cámpora.

 

 El miércoles, Kirschbaum de Clarín deslizó una crítica piadosa a Macri, diciendo que “hizo lo peor, enojarse”, pero no dio cuenta de la magnitud del estropicio presidencial y menos de su responsabilidad directa en la devaluación que, en pocas horas, profundizó la desigualdad y la pobreza. En cambio, se apuntó en la línea del peso del candidato opositor y sus “señales a los mercados”, importante porque el país “se acerca demasiado al abismo”.

 

  Mientras el otro Macri, el bueno, apareció el miércoles pidiendo perdón y abriendo el capítulo de medidas económicas que terminarán con Dujovne fuera del gabinete, los tanques mediáticos comenzaron a explorar condicionamientos al presidente electo, salvo el solitario Morales Solá, de La Nación, soñando todavía con revertir el resultado electoral en octubre, sobre lo que se explayó el miércoles y repitió el domingo: una fórmula “tres más tres”, que Macri crezca tres puntos y Fernández pierda también tres, lo que llevará supuestamente a segunda vuelta.

 

 El jueves, Roa felicita a Macri y su adversario: hablaron, hicieron bien, “ganamos todos”, Macri entendió que lo del lunes fue un error, dice, aunque se le olvida apuntar la responsabilidad en la devaluación. Y también le marca el rumbo a Macri: Cambiemos, avisa, debe luchar por el Congreso, advertencia que ese mismo día expresa Pagni en La Nación.

 

 La línea incendiaria del Macri del lunes fue retomada por Carrió y su frase “nos van a sacar muertos”. Uno de las muy aisladas menciones que obtuvo esta postura fue de Fernando González, en Clarín, quien dice que la legisladora “sobreactuó”. Y su “denuncia” de fraude, escribe el columnista, “no tiene demasiadas bases de sustentación todavía”.

 

 Ya sobre el fin de semana, con la partida de Dujovne, las críticas a Macri se diluyen bastante. Algunos soldados regresan al añejo sentimiento de la oligarquía contra el peronismo, como hecho maldito, dividiendo entre votantes con “cultura democrático-republicana”, contra los que expresan “sensibilidad populista”, como tecleó Di Marco en La Nación.

 

 Kirschbaum vuelve a pedir que sean cuidados los bloques legislativos de la derecha, mientras Van der Kooy se enoja con el país que le toca: Argentina, dice, no tropieza siempre con la misma piedra, sino que tal vez sea “la piedra misma”. Luego sobrevuela por la interna del oficialismo, con Vidal y Larreta decididos a hacer campaña sin Macri y aterriza en la oposición: marca “errores” de Fernández y agita el fantasma de la manipulación judicial en el futuro.

 

 Igualito Morales Solá, pero con más determinación: un triunfo abrumador del peronismo en octubre le permitirá controlar todo, alerta, y entonces la República estará en peligro, etc. etc.

 

 Mientras, Fernández Díaz quiere saborear un choque entre AF y CFK. Después de la tesis del voto “oculto”, del voto que “daba vergüenza” confesar, se lanza a imaginar la “guerra de roces y divorcio” entre ellos.

 

https://www.comunanet.com.ar/amigos-piadosos/

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/201691
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