La “guerra” de Almagro contra Venezuela

17/09/2018
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I

 

En mi pueblo se usaban ciertos términos para tipos como Luís Almagro: “mosquita muerta”, “bobo perro”, “judas”; de este último se solían hacer muñecos de trapo para quemarlos en Semana Santa: que la cultura popular se las arregla para ejercer su derecho a la aplicación de justicia.

 

Así lo vi a inicios de diciembre de 2014 en la recepción del hotel donde se realizaba el encuentro de Comisiones Nacionales de Refugiados de Latinoamérica y el Caribe auspiciado por ACNUR para conmemorar la Declaración de Cartagena de 1984.

 

El excanciller uruguayo se movía sedoso entre las autoridades allí convocadas, para mover su aspiración a ser electo secretario general de la OEA, hecho que se consumó algunos meses después en una Asamblea General Extraordinaria en la cual recibió 33 votos, incluido el del Gobierno Bolivariano de Venezuela.

 

El miércoles 18 de marzo de 2015 Luis Almagro se convirtió en el nuevo Secretario General de la Organización de Estados Americanos, con la promesa de reestructurar el parapeto fundado en 1948, para "rescatar la legitimidad del organismo", comprometiéndose con su transformación “para ponerla al servicio de todos los americanos", según sus propias palabras.

 

II

 

Los peligros del verbo escoger…

 

Lo vengo repitiendo hace un puñado de años: ningún verbo tan peligroso en política como “escoger”. Toda la gloria de los héroes puede derretirse en cosa de minutos por un mal tipo escogido para misiones elevadas.

 

En el campo de la izquierda revolucionaria se acuñaron las categorías “oportunistas” y “arribistas”, para identificar al flagelo de los escaladores de hombros ajenos. Muchos cuadros comprometidos de toda la vida sufren el desprecio de los jefes que prefieren a especímenes recién llegados a las cercanías del poder, con algo de verborrea acomodaticia, poses seductoras de incautos, bilingüismos, y corbatas bien anudadas.

 

Así cabalgó este gris jinete sobre al influjo del Pepe Mujica y se aprovechó del momento ventajoso de la izquierda latinoamericana. Si alguien creía que la de Insulza había sido la peor gestión de un secretario general de la OEA, la sorpresa debe haberlo decepcionado.

 

Porque el bravucón de la OEA nunca fue de izquierda; vean como se presentaba de joven, según él mismo relata que lo enseñó su “apá”: “Hola, yo soy Luis Almagro Lemes, para servirle a usted y al Partido Nacional”.

 

III

 

“Me faltó tiempo…”

 

En una universidad gringa el criminal de lesa humanidad, Álvaro Uribe -el del “Clan de los 12 apóstoles”, el de las “Convivir”, de los “falsos positivos”, de las “chuzadas”, del bombardeo a Ecuador- afirmó tenso que “le faltó tiempo para una acción militar contra Venezuela”.

 

A tono con las declaraciones del nuevo ministro de defensa colombiano el pasado viernes 14 de septiembre, uno se pregunta si el presidente Iván Duque vino a cumplir esa tarea que dejó pendiente quien se dice ser su padrino político.

 

¿O son las instrucciones ya enunciadas por el atorrante de la Casa Blanca? ¿O los deseos de la mafia mayamera expresados por el patiquín Narcos Rubio?

 

Se me hace que el disonante ministro de guerra sabe muy poco de la guerra. Porque una cosa es haber vivido en un país con sesenta años en una guerra interna, y otra muy distinta es comprender el fenómeno de la guerra. El maestro Sun Tsu nos enseña que dominar el arte de la guerra, es saber domesticar ese “monstruo grande”, que “pisa fuerte”, según los versos de León Gieco.

 

Pero quien no puede controlar su lengua, difícilmente controlará sus torpezas. No es lo mismo matar centenares de líderes sociales desprevenidos y desarmados, que tener en la trinchera de enfrente a un pueblo –bien armado- ansioso de reivindicar su gloria ancestral.

 

IV

 

Cara o sello, vida o muerte…

 

La apuesta del imperialismo es más que obvia: “tendencia creciente a la violencia”

 

Las apetencias alocadas de la oligarquía santanderista, evidentes: Golfo de Venezuela, Lago Maracaibo, petróleo venezolano, salida al Caribe-Atlántico (soñar tan engreídamente puede salir caro), servir de peones al ajedrez del capital transnacional seguro será muy mal negocio para la región.

 

El expediente de la “violación masiva de derechos humanos” con que pretenden justificar la agresión contra Venezuela no es creíble ni para quienes lo intentan, aunque ya sabemos que los escrúpulos no son virtud de los guerreristas.

 

Hablemos claro. Una guerra fratricida nunca tendrá fin. El campo de batalla será continental. Las huestes bolivarianas nunca nos rendiremos. Eso es pacto de sangre que El Libertador recordaba a su leal General Rafael Urdaneta desde Purificación el 1 de enero de 1829: “Mucho tiempo ha, que nuestra divisa ha sido triunfar o morir…”.

 

La gente decente de este continente debe exigir sin devaneos la salida del ogro Almagro de toda representación pública. El prestigiado gentilicio de Artigas, Galeano y Benedetti no se merece el escarnio a que lo somete este bribón ponzoñoso.

 

El más encarecido derecho humano, transgeneracional y superlativo, es la paz. La CELAC declaró zona de paz al continente. La UNESCO lo validó como bien irrenunciable de la humanidad. Víctor Jara lo cantó y pagó con su vida. Lennon lo proclamó paradigma civilizatorio.

 

Y el pueblo bolivariano de Venezuela y Nuestra América, defenderá su derecho a la paz con la convicción suprema de la 7654 razón, y la rabia consciente, la mayor fuerza que mueve la historia.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/195358
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