¿La Región en ruta al desarrollo sustentable? (IV)

15/11/2017
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4ª parte (última)    

 

Veíamos que desde los ochenta del siglo XX, un nuevo régimen de acumulación basado en las Finanzas, se enseñoreó en las economías Latinoamericanas y Caribeñas.  De ese modo, el capital monopolista-financiero fusionó enormes ganancias, a un alto costo, que sin control elevó la inconsistencia y la volatilidad de los sistemas financieros locales –o lo que quedaba de ellos- pero también afectó al sistema monetario y financiero internacional.

 

El cambio cualitativo en la explicable reproducción de capital, no se hizo esperar. Si la órbita financiera establece, en buena proporción, el campo productivo sometiéndole a sus exigencias, en esta forma de acumulación las prelaciones del capital monopolista-financiero -aquel que se instala en los mercados financieros con desenlaces especulativos- son las que determinan y definen el movimiento de conjunto de la acumulación del capital. El que se encarrila para actividades productivas, pasa a segundo término, más si es a impulso de intereses gubernamentales o capitales locales.

 

Sin soslayar diferencias nacionales de importancia, se conforman en la mayoría de los países de la Región, estructuras financieras complejas. En ellas cohabitan, atendiendo a funciones diferenciadas, las prácticas tradicionales para captar depósitos y créditos bancarios, al lado de la intermediación financiera, bursatilización y el financiamiento a través del mercado de obligaciones. Tal complejidad de la estructura financiera se relaciona con un progreso constante de diversificación e innovación de instrumentos financieros que operan en diferentes mercados, a los que se suman los instrumentos derivados. Esta circunstancia hace que los bancos comerciales sean la punta de la pirámide del poder financiero, si bien se ve afectada su penetración en mercados tradicionales de depósito y crédito, intervienen y dominan los mercados financieros esenciales.

 

Tales circunstancias, junto a la financiarización que también se dio en la Región –sobre todo en los países de mayor desarrollo relativo- convirtieron a diversos mercados emergentes en zonas de “regocijo” para los flujos privados de capital. El decálogo de políticas neoliberales proveniente del “Consenso” encarnó un compromiso, a la manera de alianza política entre el capital monopolista-financiero de los centros y las oligarquías internas, con la mayoría de los gobiernos de América Latina y el Caribe.

 

De ese modo, Argentina, Brasil, México, Perú y otros países fueron arrastrados por sus gobiernos a la aplicación de normas neoliberales –como vimos- abandonando todo proyecto nacional de desarrollo, negociando en contrario, la dependencia en escenarios de creciente subordinación, que disminuyó por períodos en que lograron asumir el poder gobiernos progresistas, pero que retornan de un tiempo a la fecha, a la entrega del control estatal a los centros imperiales. Allí se gesta la inserción en la globalización neoliberal, conducida por las grandes corporaciones transnacionales, en un “sueño guajiro” de que el mercado VS estado, llevaría los “sistemas productivos trasnacionalizados a niveles superiores de eficiencia y competitividad”.

 

La experiencia nos muestra que tal cosa no se logró. Como señalara Celso Furtado (1920-2004) el neoliberalismo nos desvió del desarrollo “o impulsó el “mal desarrollo, peor aún, nos alejó del crecimiento”. No se logró un crecimiento valioso y duradero, ni se estableció un sistema productivo más sistematizado, ni mucho menos hubo progreso social. El crecimiento económico se volvió anquilosado; los sistemas productivos se financiarizaron, alineándose hacia fuera y se desarticularon, engendrando pérdida de empleos, desindustrialización, y ruina de las economías campesinas, creciendo como “hongos”: subempleo, informalidad, violencia, corrupción, migración y pobreza. Ver: http://ru.iiec.unam.mx/2176/1/CELSO%20FURTADO%20%20INR%20pdf.pdf

 

¿En dónde quedan los empeños por una economía sustentable, con todo lo que conlleva el implante del neoliberalismo en la Región? Diversas organizaciones civiles (agropecuarias, ambientales, por la Tierra y otras) realizan tareas concretas buscando no solo el cumplimiento de las metas definidas por los gobiernos de la Región al 2030, sino en muchos casos atendiendo a sus particulares determinaciones –en bases científicas y tecnológicas- a fin de salvar las condiciones del hábitat en puntos precisos, tratando de escapar de la presión del capital-financiero transnacional y nacional -a veces con apoyo estatal- que se opone al rescate sustentable de diversos territorios en que actúan abiertamente estas organizaciones, por todos los países y regiones del Continente. Ver: http://consumidoresorganicos.org/2017/11/07/la-region-en-ruta-al-desarrollo-sustentable/

  

Cuando Donald Trump tomó la presidencia de E.U., causó gran “preocupación” en América Latina y el Caribe su anunció del recorte a la asistencia bilateral, en esencia la que la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID por sus siglas en inglés) aplicaba a programas específicos de interés en los países. América Latina no es importante para el imperio, se dijo, pero la presencia e interés de esa nación en la Región no solo fue asistencial. Fundamentalmente se refiere a temas comerciales, militares, de expansión de capital por medio de sus transnacionales. Podría considerarse que ahora se pretende una asistencia bilateral vía sector privado, pero desde agencias del gobierno estadounidense, como el Banco de Importaciones y Exportaciones (EXIMBANK) agencia oficial de crédito que concurre en el financiamiento de la exportación de bienes y servicios estadounidenses a mercados internacionales.

 

Investigaciones de la academia permiten visualizar que la Inversión Extranjera Directa (IED) de E.U. en la Región, atendiendo a países, sectores y empresas involucradas, posee una red de poder vinculada a intereses estadounidenses que, sin dejar de intervenir, desafió oposiciones durante el incremento de los procesos progresistas. El arribo de gobiernos de derecha a Brasil y Argentina con la renovación de políticas neoliberales puras, otorga a tal red legitimidad e impacto.

 

En lo que va del siglo XXI América Latina y el Caribe reciben un aumento esencial en el movimiento de inversiones directas. El Banco Mundial informa de poco más de 95 mil millones de dólares (2000) y para 2016 la cifra llegó a poco más de 268 mil millones de dólares, casi tres veces más. Las exportaciones de bienes y servicios de Estados Unidos hacia la región se encuentran principalmente en México (231 mil millones de dólares), Brasil (30 mil millones de dólares) y Colombia (13 mil millones de dólares). Estos datos y el escenario de reforzamiento de la derecha en la Región, permiten visualizar los países hacia los que fluye la IED de E.U. y los proyectos a los que aplican estos recursos.

 

Siguiendo los datos del Banco Mundial, los principales países receptores de IED en la región son Brasil (58%), México (18%), Chile (9%), Argentina (8%) y Colombia (4%). Estos 5 países concentran más del 90% de la IED total. La IED permite apreciar que en varios países el principal inversor es E.U., salvo Bolivia, Chile y Uruguay en que otros países participan mayormente como inversionistas. La IED hacia América Latina y el Caribe, muestra como países receptores principales a México, Brasil, Argentina y Colombia, quienes centralizaron en 2015, el 84% de la IED proveniente del imperio, según datos de la CEPAL. Ver: https://www.alainet.org/es/articulo/189191

 

En tales condiciones, será necesario definir políticas específicas por país, tanto para cumplimentar los pasos acordados en las reuniones multilaterales, con decisiones específicas para la Región, como para atender los reclamos sociales con impacto económico, de grupos de la población en todos nuestros pueblos y comunidades, que enfrentan a diario la prepotencia, en veces criminal, de las empresas que se apropian –generalmente con apoyo oficial- de los recursos inscritos en sus territorios, de los que solo reciben la contaminación de aire, tierra y agua y en ocasiones sueldos de miseria que les otorgan sus empleadores.   

 

La comunidad internacional elaboró un programa de desarrollo global, con el desarrollo sostenible como concepto central. Todos los participantes fueron invitados a intervenir en el establecimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que, como vimos, en un número de 17 y 169 metas se acordaron en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

 

Hay consenso general de que estos Objetivos de Desarrollo Sostenible incluyen metas previas al logro del desarrollo sostenible, en particular: la erradicación del hambre y la pobreza, el aumento de la producción agrícola sostenible y la mejora de los sistemas de producción de alimentos, y la creación de ciudades sostenibles que proporcionen seguridad alimentaria, oportunidades económicas y un medio ambiente sano con una relación fuerte con las zonas periurbanas y rurales. El sistema alimentario de la ciudad-región ofrece un punto de convergencia para lograr tales objetivos.

 

El panorama pinta desolador. Si acaso en Bolivia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Uruguay, Venezuela y esporádicamente en otras naciones latinoamericanas y caribeñas, se “cuida” el trato a los recursos de los pueblos originarios y se evitan contaminaciones masivas de aire, agua y tierra. Pero los programas y las políticas gubernamentales, o son elementales o cumpliendo con especificaciones científicas y tecnológicas para el resguardo del hábitat, encuentran múltiples tropiezos para su franca aplicación, en beneficio de los habitantes de tales regiones, no solo los humanos, sino toda la fauna y flora que viven y dan vida a los hábitats correspondientes. Ver: http://www.fao.org/ag/agp/greenercities/pdf/GGCLAC/Ciudades-mas-verdes-America-Latina-Caribe.pdf

 

El avance al desarrollo sustentable en la Región no es, por tanto, parejo. Seguramente con la toma democrática del poder por gobiernos progresistas –los que retornen en Argentina y Brasil o los que puedan arribar en México, Colombia, Puerto Rico, Haití o fortalecerse en Bolivia y demás estados progresistas-, estaremos encontrando estrategias por país y regionales más sólidas para avanzar al cumplimiento de las metas para el 2030, de por si complejas.

 

Se piensa incluso en mecanismos concretos para impulsar la búsqueda de soluciones que son base de las luchas campesinas, obreras, de medianos y pequeños empresarios, que están en la tesitura de superar la dependencia del capital-financiero monopolista trasnacional, con acciones que tiendan a la mejora en la distribución del ingreso producido, con miras a mejores condiciones de vida reflejadas en mejor salud, educación de excelencia, vivienda digna y remuneración suficiente al trabajador, sin importar su nivel de preparación, en tanto rinda a las necesidades de un desarrollo sustentable. A estas metas habrá que abocarse en los próximos años.  

 

Puebla, Pue.    11-Nov.-2017

 

Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/189248
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