Escuela y comunidad

26/11/2020
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Foto: http://otrasvoceseneducacion.org
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Hablar de educación es adentrarnos en la esencia de la preparación del ser humano para afrontar los avatares de la vida, en ruta a la búsqueda de felicidad individual y colectiva, secuencia de un buen vivir.

 

Si lo hacemos con criterios que se mueven en el ambiente actual de neoliberalismo y capitalismo salvaje, continuaremos preparando eunucos para servir a los intereses de unos cuantos. Se requiere una ruta que vaya al fondo de las necesidades de las grandes poblaciones, acercándoles al encuentro de fórmulas que lleven al buen vivir de estos grupos humanos. Alejémosles del servilismo educativo, ruta obligada para los actores del proceso educativo, que por el mal trato económico y a veces social, más requieren dedicar su empeño a lograr mejores condiciones de salario y trato, que a aplicar lo aprendido en las aulas de educación normal.

 

La escuela, por definición es el ámbito en que se realiza la enseñanza- aprendizaje, con diferentes fórmulas, según la comunidad o nación, para llevar a cabo la noble tarea de formar para la vida. Pero si esa escuela se encierra en su ámbito de alumno-maestro y a lo más, padres de familia, estará perdiendo la gran oportunidad de ser auténticamente formadora para la vida, al no vincularse con la comunidad en qué trabaja.

 

Pareciera una herejía abrir las compuertas de la escuela, más allá de lo que hemos conocido como el Trípode de la Educación maestro-alumno-padres de familia; pero esta ecuación no se encierra en sí misma, todos sus importantes componentes están estrechamente vinculados con la comunidad en que viven, realizan muchas de sus actividades y buscan solaz y esparcimiento en los fines de semana. (Ver: https://books.google.com.uy/books/about/Del_tr%C3%ADpode_de_la_educaci%C3%B3n.html?id=6o0ExQEACAAJ&redir_esc=y )

 

Para un docente, formado en escuela normal, la educación de sus alumnos no puede ser solo instrucción. Por más incompleta que sea su formación, entiende que los vínculos y vivencias logrados en los centros educativos, corresponde acercarlos al crecimiento para crear un modelo de ser humano y por extensión de comunidad; por ello es justo avanzar hacia organizaciones que “están basadas en relaciones e interacciones con significaciones morales y no sólo contractuales, en que los miembros se sienten pertenecientes a un grupo determinado, con relaciones afectivas fuertes y que comparten valores” (Sergiovanni, 1994, en Ansaldo San Martín, 2015, p. 68). Expresado en: file:///Users/victor/Downloads/Dialnet-EscuelaYComunidad-6429503.pdf )

 

Programas que buscan llegar a una formación integral para la vida, basados en valores, sin duda hay varios. Probado con creciente éxito conocemos, Educación por la Experiencia® (ExE®). Este es un programa disruptivo, rompe paradigmas de cientos de años o más, en la manera de enseñanza de los programas de educación. El primer cambio es enseñar a niños y jóvenes los mismos programas académicos, pero sustentados invariablemente en valores. Cuenta con importantes resultados como la superación de la violencia (bulling y otras formas), excelente armonía entre los integrantes de la comunidad escolar, ambiente sano, y fortalecimiento de la seguridad en las comunidad que reciben su aplicación. En esta participan los docentes, padres de familia y de manera sustancial los alumnos, desde muy tiernas edades. Hay testimonios muy precisos de las bondades del programa, que pueden apreciarse. (Ver: https://www.exe.org.mx/ )

 

Estamos viviendo tiempos inéditos. La educación pasa por un momento muy complejo. En tanto no se logre una vacuna contra el Covid-19, tendremos que continuar utilizando las TICs para llegar a los alumnos, lo mejor posible. Hay múltiples programas para dar clases a distancia que le dan sincronía a la relación alumnos-docente; unos desarrollados por los sistemas educativos de los países, otros, los más sofisticados, creados por empresas especializadas en softwear que dominan el escenario planetario como: Zoom, Microsoft Team, Google Meet, Blackboard y otras. Es muy atractivo realizar cursos usando tecnologías de punta, que muestran el ingenio humano, que habrá de aprovecharse en lo posible.

 

Lo cierto es que resulta muy difícil abarcar universos amplios de alumnado -en todos los niveles- dadas las condiciones económicas de diversos pueblos y comunidades, si nos situamos en la Región Latinoamericana y Caribeña. De acuerdo a cifras de la UNESCO (2017), más de 200 millones de latinoamericanos y caribeños no cuentan con una conexión a internet. Resolver el problema lleva no sólo al uso y desarrollo de innovaciones tecnológicas y mecanismos comerciales, también se requiere echar mano de nuevos modelos de colaboración entre gobiernos y el sector privado -señala UNESCO- los cuales son fundamentales.

 

Empero la población desconectada no es mercado muy atractivo para los empresarios privados. Sus características sociodemográficas hacen necesario crear nuevos esquemas público-privados, en donde sea conveniente o en otros, de políticas públicas que lleven a generalizar la conectividad en la Región. El documento a mi vista, con el apoyo de CEPAL, contiene evidencias y recomendaciones de política sobre cómo atender esta situación. Cualesquiera que sean los caminos a tomar, requerirá de un tiempo tal, que conflictuaría aún más las perspectivas de la educación en el Continente. Ver: (https://crds.cepal.org/2/sites/crds2/files/sociedad_digital_brechas_y_retos_para_la_inclusion_digital_en_alc.pdf )

 

Entonces ¿qué nos queda por hacer, en la inmediatez de la situación prevaleciente? Me concentraré en el análisis que presenta el CIPPEC argentino (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) quien nos habla de dos lecciones que hasta ahora nos deja la pandemia en materia educativa. Recuerda que desde fines del Siglo XIX, la presencialidad es la tecnología que relaciona docentes con estudiantes y las escuelas; éstas “son espacios físicos especialmente preparados para ese intercambio”, con lo que aún no dan pasos al frente, en la ruta que señalamos al principio: la escuela a la comunidad.

 

Señalan el consenso de que el retorno “de esta excepcionalidad a una nueva normalidad no será automático…habrá otro de transición”. Sin duda contextos y posibilidades para un retorno dependerán de políticas estatales específicas para afrontar los retos previos. Han sido precisamente políticas públicas las que vienen abriendo el paso a la nueva normalidad. (Ver: https://www.alainet.org/es/articulo/172946 )

 

He señalado que la Neuroeducación resulta muy importante para fortalecer la enseñanza-aprendizaje. Conocer el cerebro, cómo se procesa allí el aprendizaje: transformando circuitos cerebrales, “instaurando” nuevas sinapsis, reforzando otras, o la poda sináptica -por desuso- da mayor vigor a las tesis de educadores como: Comenio, Montessori, Dewey, Freire, Piaget, Vigotzky, Ausbel, Maturana, quienes construyeron metodologías basadas en profunda observación de la realidad. Hoy no hay duda de que el aprendizaje debe plantearse de modo que se corresponda con el tiempo de desarrollo del cerebro, que se inicia al nacimiento y va adquiriendo capacidades cerebrales, tomadas del programa que contiene nuestro ADN y progresivamente van “manifestándose” a medida que crece nuestro sistema nervioso. El neurodesarrollo es lento, empieza en la concepción y no para hasta la muerte. La madurez cerebral requiere toda nuestra infancia y adolescencia, unos 20 años, de allí lo vital de la educación en la primera infancia para seguir el paso a la génesis de las habilidades, sociales en general. (Ver: https://neuropediatra.org/2015/12/16/etapas-del-neurodesarrollo/ )

 

El ser humano, al crecer, adquiere identidad cultivada en donde vive y convive (casa, jardín infantil, escuela, iglesia, calle, comunidad y finalmente el gran hogar del mundo). En el aprendizaje escolar sistematiza y logra las formas y valores para un aprendizaje hacia la metacognición. Será más sólido y consistente, con apoyo familiar y social, el docente es guía, pero no lo puede todo. El aprendizaje es proceso constructivo interno; por ello se puntualizan un conjunto de acciones dirigidas a favorecerle. Concepciones intuitivas (misconceptions) o teorías espontáneas de fenómenos sin explicación científica, son muy tenaces, pueden ser verdaderos “obstáculos” a la educación científica.

 

Solo la combinación de esfuerzos escuela-comunidad puede superarlos y en algunos casos, darles su espacio dentro de la educación laica, gratuita, igualitaria y universal que pretendemos. La escuela no puede alejarse del ambiente en que labora. (Ver: https://www.alainet.org/es/articulo/172946 )

 

Por ahora el ciclo lectivo garantiza a los estudiantes contenidos pedagógicos en plataformas virtuales y cuadernos impresos. Pero la situación económica de familias y docentes está dejando la educación en manos de los padres y una comunidad desinformada, ante las dificultades insalvables por ahora, para una puntual reacción de las autoridades escolares. Las desigualdades sociales y educativas se hacen presente, pero son a la vez oportunidad para planear una educación integral con la escuela vinculada a la comunidad. (Ver: https://www.cippec.org/textual/educacion-las-dos-lecciones-por-ahora-que-nos-deja-la-pandemia/ )

 

Llevemos la escuela a la comunidad, hay ejemplos con buenas prácticas que lo hacer factible y de ese modo la escuela se reconstruye y conforma nuevas maneras de vida en los ámbitos en que se realiza. No hace mucho conversé muchas veces acerca del tema con Luis G. Benavides, director de CIPAE. Hay diversas metodologías listas para su aplicación en este sentido. (Ver: http://www.cipae.edu.mx/index.php/proyectos-realizados )

 

 

Los costos no serán muy altos porque no se trata de buscar grandes presupuestos, cuando la comunidad participa. La escuela labora al interior de sus muros en las horas en que docente y alumnos realizan la magia de la enseñanza-aprendizaje. Esas acciones inician su extensión en las reuniones de los docentes con padres de familia.

 

En tales eventos se definen muchas cosas que tienen que ver con la actitud de guía del docente, para dar cabida a mejores resultados del aprendizaje de sus alumnos, apoyados en casa por padres o tutores. Ello implica recuperar la figura del educador, la recuperación del reconocimiento a sus funciones y la simbiosis de acciones que hay que lograr con las de los padres en casa. La autoridad, en donde el asunto del ingreso del magisterio sea una traba, buscará apuntalarlos con salarios adecuados, que les lleven a dedicar tiempo completo a la escuela en que laboran y desarrollar la mística que en las normales se busca inculcar, a quienes deciden dedicar su existencia a tan noble y vital profesión.

 

Después de tomar las determinaciones relacionadas con el buen ritmo educativo, en las reuniones con padres de familia o tutores, estaría la oportunidad para llevar a cabo conversaciones que despierten la inquietud por realizar actividades extra escolares.

 

Utilizando el recinto escolar, puede darse rienda suelta a gustos y capacidades deportivas y artísticas, primero de los padres e ir vinculando a la comunidad, con torneos deportivos -de aquellos deportes que puedan realizarse en los recintos cívicos- concursos de lectura, cuento, poesía, oratoria, pintura, escultura. Desarrollo de obras de teatro, proyecciones de cine. Creación y presentación de sociodramas relacionados con el medio y otras formas de expresión cultural, que acerquen a los jóvenes a comprender cuales son las formas más sanas para la vivencia, alejándoles de la calle y sus graves complicaciones.

 

Programas como Educación por la Experiencia (ExE) que mencionamos y otros que inculquen valores a los integrantes del trípode educativo (docentes-alumnos-padres o tutores) serían un buen auxiliar para atraer a la población a esta manera de ampliar el empeño educativo a la comunidad circundante a la escuela y por allí avanzar a una vida en libertad fraterna y colaborativa.

 

v_barcelo@hotmail.com

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/209947
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