Fidel…

09/12/2016
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Quizá nunca, tantos, llegados de los confines del mundo, hablaron tanto de solidaridad, como en el homenaje póstumo que se le rindió a Fidel, en La Habana, la noche del 29 de noviembre pasado. Fue un acto en el que quedó retratada la personalidad política del líder cubano y de la Revolución: un hombre y un proceso con un hondo y permanente sentido de solidaridad.

 

El acto sirvió para reflexionar y recorrer por la memoria de los pueblos. Gobernantes de África, el Sudeste Asiático, el Medio Oriente, Europa y América Latina que asistieron a las honras fúnebres dieron tácito reconocimiento al apoyo y cooperación que la Revolución Cubana ha brindado a los pueblos del mundo.

 

Pero quienes lo expresaron de forma más patética fueron el presidente de Namibia, Hage Geingob y la presidenta de la Asamblea Nacional de Vietnam, Nguyen Thi Kim Ngan. “Los cubanos no fueron allá a buscar oro ni diamantes, solamente se llevaron de allí los restos mortales de sus compañeros caídos”, dijo el primero, en alusión al apoyo que la isla caribeña dio a las luchas de liberación su país y de la vecina Angola. “Recordamos a Fidel a través de los doctores, enfermeros y personal de la salud cubanos que trabajan sin descanso en nuestro país”, agregó, el líder africano.

 

“Los vietnamitas llevamos siempre grabados en el corazón lo que dijera Fidel: ‘por Vietnam, Cuba está dispuesta a dar hasta su propia sangre.’, recordó la segunda, en alusión a la intervención estadounidense en ese país del Sudeste Asiático.

 

La solidaridad internacional ha sido uno de los sellos distintivos de la Revolución Cubana en su más de medio siglo de existencia. Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela, Brasil, México, las naciones centroamericanas, Haití y los pequeños estados del Caribe; Argelia, Palestina, Pakistán, Indonesia y China, en el resto del mundo, son algunos de los países han recibido apoyo en situaciones de desastre humanitario y epidemias.

 

Cuba hizo una aportación significativa de personal médico para la lucha contra el virus del Ébola, con el envío de 165 sanitarios a Sierra Leona, en momentos en que médicos de muchos países rehusaban asistir a ese país, por temor a un contagio.

 

Desde muy temprano, la Revolución Cubana, hizo de sus pequeñísimos vecinos del Caribe, de los que las grandes potencias casi ni se acuerdan, porque pesan poco en la geopolítica mundial, el foco permanente de su solidaridad. Cientos de cubanos prestan sus servicios en las naciones de CARICOM; la Operación Milagro, que devuelve la visión a las personas, ha beneficiado a alrededor de 100 mil pacientes, y la Isla ha graduado a jóvenes de la subregión, la mayoría de nivel superior.

 

La ayuda humanitaria cubana habría llegado a las entrañas de Estados Unidos, la más grande potencia económica y militar del mundo, con ocasión del Huracán Katrina, sino hubiese sino porque su gobierno rehusó ese apoyo, que ponía en entredicho el bloqueo económico a la isla caribeña.

 

En 2015 más de 50 mil colaboradores, de los cuales la mitad eran médicos, cumplían misiones solidarias en 68 países. Desde que la Revolución triunfó en 1959, más de 325 mil trabajadores de la salud cubanos han cumplido más de medio millón de misiones internacionalistas. Esas cifras no tienen parangón, ni siquiera con las cifras de las grandes potencias mundiales, cuya capacidad es infinitamente más grande que la de un país sometida al bloqueo estadounidense.

 

La operación Milagro, destinada a reducir la ceguera prevenible en el Caribe, Centro y Sur América, que se inició en 2004, había beneficiado a unas tres millones de personas, de 34 países, incluidos pacientes africanos, hasta julio de 2014.

 

A todo ello se suma la creación de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), en 1999, que desde entonces ha graduado a más de 20 mil médicos.

 

En el caso de Ecuador, según cifras oficiales cubanas, más de 600 profesionales de la salud procedentes de la isla caribeña laboraban en el país hasta mediados de 2016. Dos de ellos ofrendaron sus vidas en el terremoto que azoló a una parte de la costa ecuatoriana en abril de este año. A ellos se sumaron 53 médicos y paramédicos del Contingente “Henry Reeve”, con amplia experiencia en servicios de salud en terremotos en otros países, a quienes se unió un equipo de rescate y salvamento.

 

Las letras y las artes latinoamericanas tienen en Casa de las Américas, la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños y el Instituto Cubano del Arte Industria Cinematográficos (ICAIC), tres puntales para su desarrollo.

 

No es exagerado afirmar que la lista es interminable. “Ser internacionalistas es saldar nuestra propia deuda con la humanidad.”, dijo alguna vez, en uno de sus tantas intervenciones públicas.

 

“Yo no tengo ni un centavo mío… tendré la gloria de morirme sin una divisa convertible. Millones me han ofrecido por escribir memorias y libros, pero nunca lo he hecho. Siempre lo he dicho: “si lo hago, es para escuelas”, le confesó Fidel hace algunos años al periodista Ignacio Ramonet.

 

De la lejana Grecia, llegó a la ceremonia fúnebre su Primer Ministro, Alexis Tsipras. Es inevitable asociarlo con los ajustes a los que tiene sometido la Troika europea al pueblo griego. En el fondo del pensamiento político de Tsipras parecía estar el de Fidel. “Luchamos por la justicia y la dignidad y en esta batalla nos acompañará siempre el ejemplo de Fidel… en las pequeñas y grandes batallas de los oprimidos del planeta… La Cuba de Fidel nos enseñó que el camino al socialismo está lleno de dificultades, que la lucha por las transformaciones sociales exige grandes sacrificios como los que Cuba ha soportado por culpa del bloqueo impuesto a su país por Estados Unidos.”, dijo.

 

En fin: Fidel en la solidaridad. Fidel en el pensamiento político contemporáneo. Fidel en la batalla contra el calentamiento global. Fidel en la economía. Fidel en la cultura. Fidel en el deporte. Fidel en el ejercicio de una fina diplomacia con sus colegas de otros países. Fidel en los grandes temas, pero también en los pequeños como el biberón para el niño de una madre invitada a una de sus tertulias.

 

En contra de la imagen de un dictador que buscaba perennizarse en el poder, que le han querido forjar sus adversarios, cuando Fidel cumplió 89 años había confesado a los mandatarios de Venezuela, Nicolás Maduro y de Bolivia, Evo Morales, que los acompañaría hasta los 90: “Yo ya hice lo que tenía que hacer, ahora les toca a ustedes”, les había dicho.

 

A su turno, el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, dijo: “Murió haciendo honor a su nombre, Fidel: digno de fe, la fe que puso en él su pueblo y toda la Patria Grande. «Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos».

 

Entonces, cuando se va ¿por qué no llorar a un hombre así, cuando se va, a condición de que esas lágrimas fertilicen la semilla sembrada por Fidel y ese acto sea un alto en el camino trazado por él y otros como él, para continuarlo después?

 

8 de diciembre de 2016

 

http://espejolibertario.com/?p=2602

https://www.alainet.org/es/articulo/182248

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