Alistarse para la madre de todas las batallas

20/09/2016
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En rigor, la primera llamada de alerta se produjo en las elecciones de gobiernos seccionales de febrero del 2014 en Ecuador. En esa ocasión la izquierda ecuatoriana, aunque ganó, sufrió un frenazo y la derecha se recuperó en algo de los sucesivos desastres que había venido sufriendo.

 

Luego vinieron la derrota del Frente para la Victoria, en las presidenciales argentinas de 2015; la del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en las parlamentarias de diciembre de ese mismo año; el resultado adverso para la izquierda boliviana en la consulta popular de febrero de 2016 sobre la reelección presidencial que, caso contrario, habría permitido la postulación de Evo Morales para un nuevo mandato, a partir de 2020; y, finalmente, la destitución de Dilma Rousseff, en Brasil. No vamos a detenernos en analizar las causas, porque ese no es el objetivo de este artículo. Pero la próxima batalla volverá a ser en Ecuador, en las presidenciales y legislativas de febrero de 2017.

 

Pocos meses después de los resultados de las seccionales en Ecuador, el Presidente Rafael Correa alertó contra la “restauración conservadora”. En estos días, el mandatario ha hablado de un nuevo Plan Cóndor, en alusión a la estrategia a la que recurre la derecha en su propósito de recuperar el poder político en la región, tras las contundentes derrotas que sufrió en las dos últimas décadas del Siglo XX.

 

Cóndor, quizá quepa recordarlo, fue el nombre que utilizaron las dictaduras militares fascistas sudamericanas de las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado para segar todo lo que supiese a una creciente izquierda en la región, que por diversos caminos (las armas o las urnas) había venido ganando espacio en el continente y que, incluso, muy temprano, había llegado la presidencia en Chile, con Salvador Allende. Qué lástima que el nombre del ave andina, símbolo de libertad, haya sido utilizado por el fascismo latinoamericano precisamente para lo contrario.

 

En la Vigésimo Séptima Cumbre de Países No Alineados que se desarrolló en Venezuela, el Presidente Correa resumió con acierto los factores que le han llevado a la derecha a recuperar el terreno perdido. Dijo que en ese proceso juega un papel decisivo el poder mediático. Es que pese a las iniciativas desarrolladas por algunos gobiernos del continente para normar el libérrimo quehacer de éste último, continúa intacto.

 

A ello se suma el frenazo que han sufrido las economías de los países productores de materias primas por la caída de los precios de éstas en el mercado mundial, por razones que sería bueno buscarlas a mayor profundidad para constatar, una vez más, que el causante y beneficiario final es el gran capital mundial.

 

El vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, con la claridad política y el rigor analítico que lo caracteriza, advirtió en Quito, en el II Encuentro Latinoamericano Progresista de 2015 sobre la necesidad de que, una vez en el Gobierno, la izquierda no se distancie del pueblo. Ese era un riesgo, dado el trabajo que implica gobernar un país.

 

Se sabe que tras los resultados de las elecciones de 2014, Alianza País replanteó su estrategia para intensificar o retomar –según fuere el caso- su trabajo político con los electores. Sin embargo, está por verse cuán suficiente ha sido como para contrarrestar el intenso y diario bombardeo al que la derecha está sometiendo a la Revolución Ciudadana con el apoyo de la letal batería mediática nacional e internacional. Sin embargo, a juzgar por lo que dicen las encuestas, ha logrado resistir el ataque: una mayoría de ecuatorianos dice que votaría por Rafael Correa, si ese hubiese sido el caso o por Lenin Moreno, si él fuere finalmente el candidato.

 

Esos resultados no son gratuitos. El mayor capital de la Revolución Ciudadana ha sido la búsqueda permanente de la equidad y el combate a la pobreza. Los resultados no pueden negarse, porque lo dicen no solo las estadísticas, sino los hechos reales. Además, ha sido fiel a su promesa: en situación de crisis, el menos afectado sería el sector social. Así ha ocurrido.

 

La coyuntura hay que mirarla en blanco y negro. No es lo catastrófica que pregona el discurso de la oposición. Sería una necedad sostener que la crisis no se siente. Es obvio que se ha frenado el crecimiento económico y esto se percibe en uno de los campos más sensibles: el empleo. También han subido los precios, pero no hay escasez. Los mercados siguen abastecidos. Y la mayoría del casi medio millón de empleados públicos recibe su remuneración con regularidad. Los pensionistas, igual. La Salud Pública, aunque fatigada por el peso del crecimiento de la demanda, camina. Igual, la educación. En finanzas, el gobierno ha jugado cartas que le han permitido un flujo de recursos externos y le mantienen abiertas fuentes de financiamiento del exterior.

 

Pero eso no basta para afrontar la “madre de todas las batallas” que será en febrero próximo. Será imprescindible la unidad y la aglutinación de fuerzas. El mayor riesgo para plasmar esa estrategia radica en las ambiciones personales y los intereses de grupo, a la hora de escoger candidatos. También habría sido bueno un intenso trabajo de educación política y de organización.

 

La historia está llena de ejemplos sobre la falta de unidad. Cierto es que Salvador Allende cayó víctima del complot de los militares chilenos y de Estados Unidos. Pero se dice que al desenlace tanto de la experiencia chilena como de la argentina, contribuyeron también a las divisiones internas y la dificultad de las fuerzas progresistas de coaligarse.

 

Para la “madre de todas las batallas” hay que estar unidos para evitar una caída. Es verdad que, aún en esta última eventualidad, no será la última batalla. Los pueblos suelen tomar aire y vuelven como la marea. Pero las amargas consecuencias de la pérdida ya las están sufriendo los argentinos y las van a sufrir los brasileños.

 

19 septiembre, 2016

 

http://espejolibertario.com/?p=2440

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/180378

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