La bendita tasa de interés norteamericana

22/12/2015
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En pleno boom económico de América Latina, cuando aún estábamos en los años de bonanza, cuando el súper ciclo de los metales y otros commodities nos llenaba las arcas fiscales y nos ponía en azul las cuentas externas, en los tiempos del dólar barato que financiaba una orgía de consumo vía crédito, ya sabíamos que el día en que subiese la tasa de interés de la Reserva Federal norteamericana (FED) se acabaría la fiesta.

 

Parecía que nunca iba a llegar, y de hecho ha ido llegando, el momento en que Estados Unidos pisó el freno cual tráiler a toda velocidad que sin mirar el espejo retrovisor para abruptamente la máquina (de hacer dólares). Ya hace dos años desde que se anunció que la tasa de casi cero de referencia se acabaría; y para ir preparándonos empezaron a retirar el estímulo financiero a los bancos. El famoso tapering fue la primera clarinada. Los dólares empezaron a regresar a casa dejando los mercados emergentes y los mercados financieros de materias primas, al tiempo que su tipo de cambio se apreciaba en todo el mundo.

 

Hasta que el 15 de diciembre pasado se oficializó una tímida alza de 0.25 por ciento en la súper influyente tasa de la FED. Y si bien el impacto de esa medida de alguna manera ya ha sido absorbido por nuestras monedas solo con los anuncios previos, lo relevante es que abre el periodo de no retorno, de encarecimiento paulatino del dólar (con su consecuente inflación sobre todo para los países primario exportadores donde consumir es importar), de caída de las materias primas. 

 

Eso coincide además con un desempeño de la economía china menor del que se esperaba. Cuando pensábamos que el dragón asiático aún sería un motor relevante para la demanda de las economías primarias con un potente 7 por ciento de crecimiento de su PBI, hoy se estima que llegaría sólo al 5 por ciento. Con ello, el precio de los productos como el cobre será aún más bajos.

 

La suba de la tasa de la FED es sin duda un símbolo. El símbolo inequívoco de un cambio de etapa. Y ello no solo tiene implicancias económicas, sino también sociales y políticas.

 

En América Latina parece anunciar un giro oficialista, donde los gobiernos de turno, sobre todo los que llevan más tiempo en el poder, verán la alternancia llegar, pero lo más grave es que se puede abrir un escenario de inestabilidad dependiendo de cuán largo será el declive.

 

La lección sigue siendo un cambio en la forma de crecer. Avanzar hacia la diversificación productiva, o la industrialización si se quiere, tomando en cuenta como nunca antes el medio ambiente, es la apuesta estratégica. Lástima que no se ha podido concretar en la mayoría de países de la región en el momento de auge.

 

Revista Economía Crítica, N° 32, Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos (LATINDADD).

https://www.alainet.org/es/articulo/174410
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