Momento para la acción

03/10/2017
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Las organizaciones sociales como asociaciones libres de los pueblos siempre han tenido un rol protagónico en las diferentes gestas sociales durante los últimos años. Es más, muchas de esas grandes movilizaciones, que permitieron finalmente verdaderos cambios de época surgieron de las entrañas mismas de la lucha social a lo largo del planeta.

 

La lucha contra el ALCA en 2005 fue la prueba fehaciente del poder popular organizado en pos de un objetivo trascendente: decir NO al acuerdo de libre comercio promovido por el imperialismo norteamericano. Fue, sin dudas, un momento histórico, un momento en donde lo trascendental acorraló a lo mezquino y permitió el crecimiento del verdadero espíritu latinoamericano, de las raíces de la patria grande.

 

Un actor aglutinante en estos últimos años fue, sin dudas, el Foro Social Mundial. Un espacio convocante, por definición, de la sociedad civil global organizada. Durante sus trece ediciones se consolidó como la meca de la capacitación, las demandas, las ideas, el pulso real de los procesos sociales mundiales. De allí surgieron agendas de trabajo que han tenido variada suerte en su implementación pero que han estado siempre a la vanguardia de las propuestas inclusivas, de las propuestas enfocadas a la integración, al desarrollo y al crecimiento de la región.

 

La clave de este espacio, y de todos aquellos conformados para plantear voces y acciones disidentes al discurso hegemónico fue la convergencia en la disidencia. Una manera sui generis de asociar agendas y movilizaciones que permitió plantear desde diferentes enfoques problemáticas muy serias y desestimadas en las agendas de la llamada gobernanza global.

 

De esta manera la demanda de paz social incluyó el reclamo por las deudas externas convertidas en deudas eternas para los países del sur, la migración de cientos de miles de hombres, mujeres, niños y niñas que escapaban del horror de la miseria y del  hambre buscando otras formas de vida , el rol de las empresas multinacionales y su labor exenta de una mirada respetuosa por los Derechos Humanos, el rol de los organismos que imponen las reglas del juego global a nivel económico y financiero: FMI, BM, BID, OCDE, OMC, etc.

 

La importante mirada crítica desarrollada respecto del rol de la Naciones Unidas, organismo cuasi democrático en donde nada es lo que parece y donde las agendas progresistas tiene un límite incluso antes de comenzar a rodar. Espacio que a pesar de todo se considera aún un espacio para continuar el planteo de diferentes demandas como el cuerpo intergubernamental que regule la actividad financiera alrededor del mundo impulsado por muchas organizaciones, además de Ecuador y el G77 mas China.

 

En diciembre de este año desde el 11 al 13, Buenos Aires será la sede de la 11ª Conferencia de la OMC. La Argentina será el primer país sudamericano que acoge la Conferencia Ministerial bienal.

 

Sera, sin lugar a equívocos, una reunión trascendental por diferentes razones. En primer lugar estará atravesada por la solapada opción de “Derechos sociales vs libre comercio”. El comercio a nivel internacional direcciona, en función de intereses lisa y llanamente económicos, el tipo de desarrollo regional organizando lo que cada región, en función del reparto en la división internacional del trabajo, debe producir. Pero no solo lo que debe producir, sino también lo que debe consumir, que tipo de empleos, escuelas y sistemas de salud debe tener se desprenden de las dinámicas económicas, de las relaciones comerciales. De ahí la importancia, de ahí la relevancia de esta reunión.

 

Las organizaciones y movimientos sociales que serán parte de este evento no parten de cero, existe una base de pensamiento crítico fortalecido en encuentros, foros, documentos, análisis, intercambios, historias. El punta pie inicial es pensar otra forma de organizar la economía a nivel global. No es una quimera, no es una utopía, es la única manera de romper con la lógica actual del capitalismo depredador. Rescatar nuevas experiencias de asociación, de formas de producción e intercambio que respeten la interculturalidad, que vivan en armonía con la naturaleza y que sostengan como bandera la posibilidad de una vida realmente digna para todos y todas. Un buen vivir, un mejor vivir.

 

La agenda de las organizaciones sociales debe contemplar un amplio abanico de desafíos hacia el futuro. Tenemos que ser capaces de explicar el impacto social de los acuerdos de libre comercio, ser capaces de reunir y ampliar una masa crítica de organizaciones que identifiquen que el problema del libre comercio no es un tema de académicos o economistas, si no que es un problema que nos interpela como sociedad en el sentido en que nos da la chance de responder la pregunta sobre qué desarrollo queremos y para qué.

 

Tenemos que ser capaces de mostrar la contracara del discurso oficial con claridad meridiana, con intervenciones creativas que empujen al resto de la sociedad a sumarse abiertamente a nuestras luchas.  Hoy la libertad entendida por el gran capital es la libertad de empresas, la libertad de comercio, la libertad de trasladar capitales de un lado a otro del planeta con un solo click. Nuestra libertad es sustancialmente diferente pues se basa en el respeto por la vida por sobre todas las cosas.

 

Movilizaciones, acciones colectivas, información, intervenciones callejeras. Ese debe ser nuestro mensaje en diciembre en Buenos Aires.

 

- Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos (LATINDADD)

Revista Economía Crítica, 2017/09

 

https://www.alainet.org/es/articulo/188405
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