Noveleros y novedades

Las organizaciones de trabajadores e indígenas no entienden que su tarea principal es plantear la lucha política en el campo de la transformación estructural de la formación económica y social capitalista.
19/09/2015
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“La teoría crítica puede abrir, volver imaginable, un futuro alternativo, tratando así de darle voz a la miseria muda del presente, y de transformar tal miseria o frustración en aspiraciones radicales conscientes”

 

Gyorgy Markus

 

La novelería, que va bien en tanto sorprende por alguna de las facetas del objeto de la novedad, va muy mal cuando se relaciona con el trabajo intelectual y con la toma de decisiones en el campo de la política económica, puesto que obvia el indispensable análisis teórico y las enseñanzas de la historia,  que sustenten la validez de las nóveles ideas;  como va mal también en el caso de la comunicación social cuando por noveleros obvian analizar la pertinencia de los contenidos del objeto a ser difundido en el espacio público. Lo grave de lo expresado radica en que en el Ecuador de hoy, el comportamiento objetado se torna costumbre impulsada por quienes pretenden estar a la vanguardia, como lo ilustraremos inmediatamente.  

 

  1. La confrontación política

 

Causa asombro que los partidos y movimientos que se ubican en la oposición y se autocalifican como de izquierda revolucionaria no hayan entendido que en su función negadora (de oposición), se centran, se limitan exclusivamente en la dimensión política determinada por el adversario (el gobierno nacional), con lo que continúan siendo totalmente dependientes del objeto de su negación. Actitud asumida por no percatarse que: “Como el capital está realmente en control de todos los aspectos vitales del metabolismo social, puede permitirse definir la esfera de la legitimación política constituida por separado como una materia estrictamente formal, y con ello excluir a priori la posibilidad de verse desafiado legítimamente de su esfera sustantiva de funcionamiento reproductivo socioeconómico”, como bien lo advierte Meszaros.

 

En otras palabras, a pesar de las proclamas revolucionarias, las organizaciones de los trabajadores e indígenas, no entienden que su tarea principal es plantear la lucha política en el campo de lo sustantivo, esto es la transformación estructural de la formación económica y social capitalista. Opción que teóricamente debería ser compartida por la Revolución Ciudadana, si la decisión de esta fuerza iría más allá de su carácter democrático demostrado en el área social, y asumiese el carácter revolucionario que se autoadjudica, condición que, como es conocido, tiene como premisa ineludible, central, la transformación de la estructura que soporta el metabolismo social del capital.

 

La novedad en este debate igualmente se expresa en que, tanto Alianza País como los partidos y movimientos de izquierda, si bien pregonan su adhesión y defienden un carácter supuestamente revolucionario, centran su acción en lograr victorias que, sea quien sea el ganador, las obtendrán en el marco del capitalismo y para el capitalismo. Centralidad del debate que sólo posibilita buscar soluciones reformistas, transitorias, en el marco del capitalismo, igualmente explica la razón por la que, algunos funcionarios del más alto nivel del gobierno de Alianza País como de la oposición de izquierda, “coinciden” sustantivamente con la derecha que, ésta sí, desembozadamente defiende el dominio del capital.

 

La alianza y la contradicción mencionada, se deriva de la falta de conocimiento o  entendimiento, tanto por parte de los trabajadores e indígenas como de Alianza País, que la fuerza para la transformación revolucionaria radica en que: “…. la relación capital-trabajo no es simétrica”, ya que: “mientras la dependencia del trabajo por parte del capital es absoluta –puesto que el capital no es absolutamente de nada sin el trabajo que explota permanentemente- la dependencia del capital por parte del trabajo es relativa, creada históricamente e históricamente superable”. Por lo que: “En otras palabras: no está condenado a permanecer permanentemente encerrado en el círculo vicioso del capital”. Porque, “somos más”, y nos asiste el derecho a una “vida digna” como reiteradamente insiste el Presidente Correa.

 

Las reflexiones anteriores, permiten concluir que si no se modifica el objetivo de la lucha social, si no se rebasa la confrontación política desde lo estrictamente formal a lo sustantivo, y se centra la confrontación política en la modificación del metabolismo social del capital, infructuosamente pretenderemos que avanzamos hacia la construcción de una sociedad igualitaria y socialmente justa, ya que el capital se encargará de demostrarnos lo contrario, como lo evidencia la historia del siglo pasado, y de las dos primeras décadas de este siglo, en que el ejercicio político tuvo características similares.

 

  1. De lo formal a lo formal

 

Los noveleros de la derecha e izquierda, en un momento en que se pone sobre el tapete de la discusión el modelo de desarrollo a seguir, dicen haber descubierto que el Gobierno del Presidente Correa, carece de un modelo de desarrollo, lo que, según su opinión, sería la causa de los problemas que hoy confronta el país. Esta “novedad”, como es evidente deviene del desconocimiento de que todo modelo de desarrollo es una abstracción de la realidad, que permite determinar y definir cuáles son los principales lineamientos políticos e ideológicos que direccionan el desarrollo en todos los ámbitos: lo económico, lo social, lo político, lo cultural, etc. Definición que permite advertir a esos noveleros que negar la existencia de un modelo de desarrollo significa, estrictamente, afirmar que la realidad no existe.

 

Ante tamaño despropósito, que igualmente negaría la coherencia entre la política económica y social con el marco ideológico y teórico de quienes mantienen la hegemonía al interior de Alianza País, y comprobada la concreción del concepto modelo de desarrollo in situ, se debe reconocer que el modelo impuesto por Alianza País, tiene, por un lado, un indudable sentido social democrático (populismo democrático le denominan algunos estudiosos), y, por otro, la adhesión al capital, morigerado por intervenciones puntuales en el mercado real y financiero. Con lo que igualmente se conformó la novelería que pretende que es posible conciliar, permanentemente, ideologías distintas y sus correspondientes modelos de desarrollo; una política económica democrática y la distribución del ingreso y la riqueza, con el capital, desafuero que se advierte ya ante la crisis que arrecia, en similar práctica que la que registra la historia de los países capitalistas desde las décadas de los años 30, hasta la irrupción del neoliberalismo en la década de los 80 del siglo pasado.  

 

Comportamiento que se delinea inobjetablemente en el país, como lo anuncia la declaración explicita del Ministro de Industrias y Productividad, en reunión habida en la Cámara de Industrias de Guayaquil, en la que aseveró, explícitamente, que el modelo de Alianza País se habría agotado, o el proyecto de Ley de Alianza público-privada” elaborado y propuesto por Nathalie Cely, Ministra Coordinadora de la Producción, Empleo y Competitividad, mismo que sería remitido a la Asamblea Nacional con el carácter de económico urgente, como lo anunciara la Ministra ante la Cámara Ecuatoriano-Americana de Comercio en la ciudad de Guayaquil. Proyecto de ley que, de aprobarse, posibilitará privatizaciones en los sectores estratégicos, amén de una serie de privilegios adicionales para el capital.  Anuncio-propuesta acogida con especial beneplácito por los representantes, nacionales y extranjeros, del capital, como no podía ser de otra manera, si se considera que ello les permitirá repotenciar su poder económico por la elevación de sus tasas de ganancia, alcanzar por lo menos parte de las nuevas prebendas demandadas luego de la exposición de la Ministra Cely, concurrentes a su explícito deseo de transitar por los andariveles del añorado neoliberalismo y, en el 2007, recuperar el poder político, con lo que terminarán por sepultar el modelo híbrido de desarrollo propuesto por Alianza País.

 

Por lo antes dicho, es posible sostener que la crisis en desarrollo ha fortalecido a altos funcionarios del gobierno de la Revolución Ciudadana que consideran que sólo el fortalecimiento del capital, del sector empresarial privado podrá paliar la crisis, para lo cual proponen, insistiendo, crear condiciones y conceder beneficios para incrementar la tasa de ganancia y acelerar el proceso de concentración y acumulación, en una visión “pragmática” que relega la equidad y la justicia social. Visión que, por otra parte, desestima tajantemente el tránsito por rutas que basaron su efectividad y eficiencia para paliar crisis similares, mediante la aplicación de políticas económicas exactamente contrarias a las del pragmatismo inmediatista de Cely y compañía: el incremento de la captación del ingreso nacional por parte del Estado, dado que éste es producto del trabajo de la sociedad en su conjunto, y no sólo de quienes poseen el capital como equivocadamente se pretende. Así planteado el problema, el conflicto político, tanto desde la oposición de los trabajadores e indígenas, como del ala izquierda de Alianza País (cuya alteridad aún no se hace presente en la esfera pública), debe centrarse en defender el carácter social del ingreso nacional, y, en consecuencia, del derecho que le asiste al gobierno nacional para captarlo en forma cada vez más progresiva, en procura de disponer de los recursos necesarios para mantener el actual derrotero de la Revolución Ciudadana, y sus posibilidades de mantener la hegemonía política en el 2017. De no suceder ello, reiterando, se habrá cavado la tumba de Alianza País, como antes sucediera con la ID cuando abandonó, en práctica similar, sus propuestas reformistas y aprobó medidas propias del neoliberalismo, como la flexibilización laboral.

Quito, 19 de septiembre del 2015.

https://www.alainet.org/es/articulo/172480
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