Conclusiones de la cumbre del G-8

Cuando los ricos sólo quieren ser más ricos

10/06/2007
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La reunión de los poderosos dejó en claro que quieren mantener el esquema global de centro y periferia. No hubo acuerdo en cómo frenar la contaminación pero sí contundencia contra Irán.

 

Los ocho países más poderosos del planeta (G8) cerraron su reunión anual con acuerdos concretos sobre las cuestiones que hacen al resguardo de sus intereses y con “muchas cavilaciones” en los temas que comprenden al resto del mundo. Si bien esto no es una novedad, es una confirmación de que la geopolítica actual no es más que un cartel exclusivo de naciones que piensan al mundo como un territorio a su imagen y semejanza; y en cómo mantener el mecanismo que hace posible sus posiciones dominantes.

 

El octeto de países nucleados en el selecto G8 está conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia, tal el orden alfabético. Una disposición a partir de la capacidad para imponer políticas a seguir obligaría a colocar en primer a lugar a los Estados Unidos, seguido por Alemania.

 

En esta ocasión, el G8 se reunió durante tres días en el balneario de Heiligendamm, al noreste de Alemania. Los líderes presentes se pronunciaron, principalmente sobre la cuestión climática, el plan nuclear de Irán, África, Corea del Norte y la agonizante Ronda de Doha.

 

En primer lugar, en la lucha contra el calentamiento global, tema estrella de la cumbre, los ocho países llegaron a un acuerdo de mínimos, en el que reconocen la necesidad de reducir “sustancialmente” sus emisiones de gases de efecto invernadero. En este punto, no mencionaron objetivos numéricos por la férrea oposición de los Estados Unidos, el país que más aporta para la contaminación planetaria.

 

Esta ambigüedad fue presentada como una conquista por los participantes, pero en verdad resulta poco menos que un tratado de intención. Es decir, ninguno de los presentes mostró disposición a firmar una cláusula que pueda limitar su expansión económica o que le signifique buscar alternativas industriales menos contaminantes.

 

Donde sí pusieron toda la contundencia que les faltó en el apartado anterior fue en plan nuclear iraní. Todos se pusieron de acuerdo en que si Teherán persiste en su negativa de suspender el proceso de enriquecimiento de uranio, la comunidad internacional tomará nuevas medidas y sanciones. El G8 volvió a ratificar su idea – sin pruebas algunas - de que Irán se escuda en su programa nuclear civil para fabricar bombas atómicas.

 

Su único fundamento para tal afirmación es que no comparten las posiciones nacionalistas y antiimperialistas del presidente de Irán Mahmud Ahmadinejad, quién muy a menudo fustiga en duros términos a Israel y se considera un continuador de la revolución iraní, iniciada en 1979 por el Ayatollah Jomeini. Desde aquél entonces, Estados Unidos no puede disponer a su gusto de las reservas petroleras de ese país asiático, algo similar a lo que ocurre en Venezuela con la llegada al poder de Hugo Chávez.

 

La condena de Irán a Israel coincide con el aniversario número cuarenta de la llamada Guerra de los Seis Días, donde el Estado sionista conquistó militarmente la Franja de Gaza y Cisjordania. En la actualidad, la ocupación israelí se mantiene, y los palestinos que allí permanecen, según el ministro de los Servicios de Información de Sudáfrica, Ronnie Kasrils, sufre un régimen "peor" al apartheid que toleró su país.

 

Además, en sintonía con las conclusiones sobre Irán, el G8 también exhortó “de manera urgente” a Corea del Norte a renunciar a las pruebas de misiles de corto alcance y a terminar con sus programas nucleares. Así, la urgencia aparece sólo en los ítems sensibles para el status quo del sistema político y económico mundial.

 

En cuanto a las negociaciones de la Ronda de Doha, instancia consultiva de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para la liberalización de los mercados, el club de los ricos abogó por relanzar las conversaciones, estancadas por discrepancias en torno a los subsidios agrícolas. En síntesis, la Ronda está frenada por la rotunda negativa de los países industrializados a bajar las compensaciones a sus productores primarios, lo que haría más competitiva la producción de los países más postergados, que tienen economías que dependen del agro.

 

Asimismo, el G8 no aceptó discutir en igualdad de condiciones con el grupo de los cinco países emergentes (Brasil, México, China, India y Sudáfrica). En una rueda de prensa, la canciller alemana Angela Merkel dijo que por el momento ese diálogo es imposible.

 

Esto tendría que poner en duda la estrategia brasileña de querer solucionar las limitaciones de las naciones en vías de desarrollo o subdesarrolladas a partir de las concesiones comerciales que pueda hacer Estados Unidos y compañía.

 

Con respecto a África, el continente más golpeado por la historia del colonialismo en todas sus fases, el G8 prometió 60 mil millones de dólares suplementarios para luchar contra el sida, la malaria y la tuberculosis, de los cuales Estados Unidos aportará la mitad.

 

Además, revalidó su compromiso adoptado de duplicar la ayudar a la región para 2010. De está manera, se intenta superar la oposición Primer Mundo – Tercer Mundo con ayudas del aquel para éste; y se solapa que la asimetrías no están dadas por la faltad de caridad y altruismo sino por una programa económico que enriquece al centro y empobrece a la periferia.

 

Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina

http://www.prensamercosur.com.ar

https://www.alainet.org/es/articulo/121633
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