X Encuentro Feminista de América Latina y El Caribe

Subvirtiendo el patriarcado desde una apuesta lésbica-feminista

07/10/2005
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Esta voz que tiene hoy el privilegio de abrir el debate en este X encuentro feminista no es solo la mía, conmigo hablan Las Chinchetas, Lesbianas Feministas en Colectiva y Mujeres Rebeldes y Brecha Lésbica que estando en México, Buenos Aires, Porto Alegre y Paris tejemos complicidades políticas traspasando fronteras. No soy representante de ellas, no sustituyo sus propias voces, pero por apostar a una construcción colectiva lésbica-feminista aprovechamos este espacio para evidenciar nuestra posición política ante el tema que se propone este panel: la radicalización de la democracia. “Radicalización”, “Democracia”, dos conceptos políticos contradictorios que no es posible unir desde una propuesta crítica y revolucionariamente feminista. Democracia sigue siendo hoy más que nunca un concepto patriarcal y liberal que se presenta como una matriz civilizadora que es la aspiración de sujeto ilustrado que el feminismo de la segunda ola tanto criticó por haberse instalado desde una masculinidad blanca, heterosexual y con privilegios de clase. En el devenir histórico, si bien se opone al concepto de dictadura, régimen que durante años perduró en muchos de nuestros países latinoamericanos y caribeños cuyas secuelas siguen estando presentes, la democracia hasta donde sepamos, nunca ha acabado con las desigualdades de clase, con el racismo, con la heteronormatividad y el sexismo….Nunca. Todo el mundo habla de democracia, los estados, gobiernos, partidos, Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, instituciones responsables de difundir y asentar el patriarcado capitalista con la ayuda de muchas mujeres y feministas que le siguen haciendo el juego, hoy más que nunca. Democracia es una forma de organización social que tiene que ser cuestionada y debe ser sustituida, desde una posición feminista, por otras propuestas más participativas y sobre todo transformadoras. ¿Cómo es que a tanto tiempo de nosotras vivir esta mentira, continúan muchas aspirando a ella? Es preocupante pero no es casual. Instalarse en esta lógica mentirosa ha sido para muchas feministas la única política posible a costa de las historias de otras y de ellas mismas. La complicidad sigue impune, lo han estado diciendo voces feministas desde el Encuentro del Salvador hace ya un buen rato: las cómplices, las autónomas, las Mujeres Creando, Las Chinchetas entre muchas otras. Parecería que no hay otras formas de soñar otros mundos, otras lógicas, otras utopías feministas fuera de las instituciones patriarcales. Habiendo dicho esto no queremos dedicar este espacio a profundizar sobre democracia, porque nos paramos desde otro lugar y el concepto de radicalidad sí nos arroja posibilidades de repensar una nueva utopía feminista. Nosotras, como lesbianas feministas antirracistas y anticapitalistas apostamos a construir otro mundo, un mundo libertario, aún en construcción, aún por soñar y más aún por concretar. Y nos posicionamos desde la radicalidad. No aquella que acompaña como apellido al tema de democracia de este X Encuentro, sino aquella que cuestiona, que duda, que hace ruido, que crea y que imagina, que parte de una visión en que ser lesbiana, afrodescendiente, mestiza, indígena, feminista, son posiciones políticas y no identidades esenciales que nos llevan a fragmentar el pensamiento y la apuesta como sería pararnos solo desde identidades étnicas o sexuales. Radicalidad que se expresa en combatir todas las formas de opresión, incluyendo las que se generan en nuestros movimientos y en nosotras mismas. Radicalidad que asume como perspectiva central la autonomía política, ideológica y financiera. No aceptamos que nos dicten financiadoras lo que tenemos que hacer y decir, tampoco permitimos que los gobiernos y estados controlen nuestros cuerpos y nuestra política. Tratamos de construir solidaridades y complicidades entre mujeres, en el Sur, en el Norte o entre el Sur-Sur, Norte-Norte porque si bien entendemos que existen desigualdades estructurales de raza, clase, regiones, entre mujeres, aspiramos a que estas desaparezcan, pues se hace necesario unir los sueños más allá de las fronteras que nos impone el patriarcado. El feminismo siempre fue internacionalista y hoy, ante este mundo globalizado lo tiene que seguir siendo. La construcción colectiva es nuestra apuesta principal, y tratamos de darle contenido en nuestras vidas cotidianas, con nuestros afectos más cercanos, nuestras familias de origen, nuestros grupos de acción política, en las comunidades donde vivimos. Esto significa desde el asumir de forma compartida las tareas domésticas, en vez de explotar el trabajo de otras mujeres, hasta generar solidaridades y complicidades políticas, materiales y humanas. Ese continum lesbiano que hablaba Adrianne Rich sigue siendo válido para poder construir movimiento, continuo que cree en la solidaridad entre todas las mujeres que luchan en contra del patriarcado, aun sin ser lesbianas. Ser lesbianas feministas radicales y autónomas es poder tener la capacidad y la valentía de no recibir migajas o partecitas del pastel con la misma receta patriarcal. Es desmontarse de ese tren e ir muchas veces a pie, desde la acera, desde los márgenes, apostando a una creatividad fuera de lo convencional, con arte, análisis teóricos, con amor por las mujeres, cuestionando el matrimonio, la familia nuclear, la pareja tradicional como únicas formas posibles de amor, placer y sobrevivencia. Nada de esto es fácil. Vivimos llenas de contradicciones, tenemos límites, nos resquebrajamos emocional y materialmente… solo nos hace sobrevivir el convencimiento de que este mundo hay que cambiarlo y cambiarlo de fondo y de forma y estamos convencidas de que se puede si así lo soñamos. Para cambiarlo entendemos que si bien hoy se hace necesario articular las luchas con otros movimientos, grupos, individuas e individuos, esta articulación no debe hacerse sin fundamentos políticos. Creemos en la autonomía de los movimientos sociales y políticos porque las historias y experiencias particulares y específicas, son las que marcan los posicionamientos. El feminismo como mirada del mundo, como pensamiento y práctica política, como propuesta de nuevas formas de vida es una teoría política y una ideología pero además y tal vez mucho más importante, el feminismo es un movimiento político. Como movimiento político se asienta en una delimitación estratégica que hace su especificidad, su unicidad, que permite la construcción de un proyecto político común que le da fundamento y que hace posible su existencia como tal. Mujeres es una categoría política que nos articula, con historias y siglos de subordinación y de propuestas. No es identidad autodefinida, es una construcción social que debemos desconstruir al mismo tiempo que nos sigue sirviendo para la política hasta que no se elimine el patriarcado. En estos tiempos en que la palabra identidad resuena sospechosamente en nuestros oídos, debemos cuestionarla y al mismo tiempo relativizar la crítica y darnos cuenta que cualquier grupo político, para ser definido como tal, debe delimitar el campo de su acción, establecer líneas divisorias que definen su propio sujeto, que lo demarcan. Es solo a través de ella que puede definirse a sí mismo. Eso es necesario para la política, para cualquier política. La propuesta de avanzar hacia una solidaridad sin fundamento, no debería confundirnos, no debería ser tomada ilusoriamente, no debería hacernos olvidar la paradoja de que aquello que hace la posibilidad de la política es la demarcación de una voz, de un cuerpo, de una historia de opresión compartida, pero sobre todo de un proyecto político, en donde las especificidades cuentan porque es lo que permite el surgimiento de un discurso, de una práctica y de una apuesta. Las mujeres, para constituirse como sujetos políticos con cuerpos históricos, hemos partido de una historia de subordinación y explotación que difiere en gran medida de otros grupos humanos. Es desde allí que defendemos la autonomía. Es por ello que ante las acusaciones de fundamentalistas, antidemocráticas cuando defendemos los espacios de lesbianas y de mujeres nosotras respondemos: Mientras el patriarcado con sus opresiones siga cobrando vidas de mujeres, mientras se nos niegue la posibilidad de alzar nuestras voces, mientras nuestros cuerpos sigan siendo estereotipados, utilizados, violados, racializados; mientras se asuma la heteronormatividad como “el” modelo de relaciones erótico-amorosas-sexuales, mientras se siga explotando sexual y económicamente a las mujeres, mientras se les pague un menor salario por igual trabajo que los hombres… y los etcéteras pueden ser muy largos; nosotras desde una posición radical, seguiremos defendiendo los espacios políticos autónomos aunque sí abiertos a la articulación con otros movimientos sociales y socio-sexuales. Estamos dispuestas a debatir, coordinar y articular con las y los trans, así como con otros grupos políticos, pero desde sus propios espacios, igual que lo hemos construido nosotras. Volviendo al tema central que nos debe de preocupar: la opresión y explotación de las mujeres y el desmoronamiento de este mundo, la miseria y la violencia creciente que nos acecha, para este X encuentro invitamos a retomar la ética feminista que cuestiona de fondo todas opresiones, que abre nuevas posibilidades humanas fuera de toda lógica patriarcal y neoliberal, que construya revoluciones personales y colectivas con la solidaridad y el apoyo mutuo, desde la autogestión y la creatividad, que permita a nuestro movimiento andar con sus propios pies, no en el tren de las Conferencias Mundiales de la ONU y sus procesos pre y post preparatorios, que ha hecho instalar la tecnocracia de género y cooptar nuestros discursos y nuestras prácticas, sino una ética desde el movimiento social, sumando energías, voces y cuerpos. Invitamos a retomar una ética feminista que nos haga solidarizar con otras luchas como la de los pueblos indígenas, afrodescendientes, gays, travestis, transexuales, personas con otras capacidades, niñas y niños…respetando sus propios procesos políticos. Tenemos que inventar, imaginar, porque para lo que aspiramos no hay modelo, pero esa es a la vez nuestra ventaja, pues nos hace salir de toda lógica patriarcal. Hay que entonces subvertir, desobedecer, porque “solo la desobediencia nos hará libres”. Para que siga habiendo flores, mariposas, pajaritos. Para que las mujeres coman y sacien su hambre. Para que el amor pueda vivir y florecer. Para que las niñas puedan crecer, aprender música, soñar. Para que las abuelas terminen sus vidas con dignidad y compartiendo su sabiduría, en vez de mendigar en las calles. Para que no haya más asesinadas, violadas, mujeres golpeadas, mujeres burladas, forzadas a vender su cuerpo en las esquinas de la muerte o en los bares nauseabundos. Para que no haya más mujeres indígenas violadas por los soldados, para que no haya mas trabajadoras domesticas negras dejando sus hijas sin comer en la mañana. Hay que hacer la revolución feminista, aquella que toca las bases materiales y simbólicas, aquella que nos hará bailar porque ya seremos libres. - Ponencia presentada en el panel de apertura sobre "Feminismo y Democracia", en el X Encuentro Feminista de América Latina y El Caribe, 9-12 de octubre, 2005, Sierra Negra, Sao Paulo.
https://www.alainet.org/es/articulo/113267
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