Después de Mitch:

Un Huracán de consultores azota la región

27/04/1999
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El Huracán Mitch, que desvastó Centroamérica en octubre del año 98, a la vez que suscitó una amplia solidaridad internacional, abrió el telón para una lluvia de visitas de alto nivel, promesas y la llegada de un huracán de consultores extranjeros que, vía millones de dólares, compiten, como lo señala a continuación Juan Carlos Cruz, con las iniciativas locales de reconstrucción, bajo criterios técnicos y soluciones foráneas, que no llegan a cuajar con la urgente necesidad de planes para el manejo del riesgo y la vulnerabilidad socioambiental. Por otro lado, acompañando a la lluvia de dólares, enfatiza Marlin Oscar Avila, quien analiza el caso de Honduras, se han visibilizado tanto los condicionamientos externos sobre ayudas y condonaciones, como las manifestaciones de la "viveza criolla", del sector público, privado y no gubernamental, que se disputan los fondos de la ayuda internacional. Ante el vacío de políticas, ética y criterios para el uso de los recursos, el cohecho es manifiesto. Sin embargo, la sociedad civil no ha tomado aún la iniciativa de establecer sus propios mecanismos de vigilancia, que incluya la auditoría de las propias ONGs, profundiza Avila. A la ocurrencia de Mitch siguió un nuevo huracán que recorre Centroamérica: el de consultores, neoexpertos, asesores y todo género de "desastrólogos" que inundaron la región con propósitos diversos y resultados discutibles. Algunos participantes en las reuniones sobre "Mitch y reconstrucción", "Mitch y la ayuda externa", "Mitch y la academia", "Mitch y el enfoque de género" "Mitch y las radios comunitarias" "Mitch y el misterio de la Santísima Trinidad" etc. etc., coinciden en que a pesar de la lluvia de millones de dólares, no se van a modificar las causas de la vulnerabilidad socioambiental de la región. La presencia masiva de asesores externos no es nueva, pues parece que es la política que estimulan las agencias de cooperación en detrimento del recurso humano calificado con que cuentan los países y la región en general. El huracán de consultores y los aguaceros de dólares se concentran en aspectos puramente técnicos relacionados con establecer balances de situación, organizar información, realizar mapeos generales de áreas críticas, datos agregados, actores que se articulan, listados de propuestas de proyectos y en algunos casos en elaborar posibles escenarios de reconstrucción nacional. El asunto es que los consultores acumulan información que no devuelven a la gente, de manera que las comunidades continúan como antes de Mitch, ignorando su estado de vulnerabilidad. Como si no fuera suficiente, los consultores ignoran en la mayoría de los casos la realidad sociocultural de la gente con quien trabajan, igual que desconocen los esfuerzos locales y nacionales que se venían haciendo antes de Mitch. Otro elemento que sobresale es que se está acentuando la tendencia de la cooperación externa a fragmentar el proceso de integración centroamericano y Mesoamericano que se estaba desarrollando en el ámbito ambiental, pues las orientaciones actuales son para fortalecer acciones en Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador. En la multiplicidad de actividades que se han desarrollado, el papel de los gobiernos no ha sido claro y queda la impresión de que éstos están aprovechando la coyuntura creada por Mitch, para profundizar el modelo globalizante y que en esa medida no existe interés en coordinar acciones con las organizaciones de la sociedad civil y menos aún en reconocerle un lugar en los foros donde se discute sobre ayuda financiera. En medio, detrás o adelante de los neodesastrólogos, están una serie de ONG y programas regionales agónicos que han resucitado gracias al aguacero de plata que está llegando a la región, de esa manera se han reposicionado en la palestra centroamericana, aunque sea en una área temática de la que nunca se habían ocupado. "Todo sea por la Patria".
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