Un balance preliminar de las elecciones en Costa Rica

Un mandato con escasa legitimidad exige el diálogo, sino será inevitable la confrontación

16/02/2006
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Ayuno de legitimidad, Oscar Arias Sánchez será investido como el presidente Nº 47 de la historia republicana de Costa Rica, en medio de un país dividido, sin el apoyo del difunto bipartidismo y con una segunda fuerza nacional que adversa los términos en que fue aceptado el Tratado de Libre Comercio (TLC). Así las cosas, la nueva administración tendrá como única fuente de legitimidad la disposición efectiva al diálogo y la negociación con el Partido Acción Ciudadana (PAC) y con los sectores sociales que se oponen al TLC y pugnan por un país incluyente y solidario. Trago amargo para Arias, quien a lo largo de su trayectoria política y especialmente durante la campaña electoral, hizo gala de vanidad, arrogancia y prepotencia frente a sus contrincantes. En mucho, esa actitud “bonapartista” aunada a su respaldo total al TLC, le valieron los anticuerpos que se concretaron en un gran frente anti arista y que dio sus frutos electorales con el fortalecimiento del PAC. Gremios como los empleados públicos, los cooperativistas, las organizaciones de pequeños y medianos productores, sectores de la juventud y figuras representativas de la Iglesia Católica y la intelectualidad costarricense, aunaron sus voces para llamar a actuar contra el neoliberalismo encarnado por Oscar Arias. El fin del bipartidismo El Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) sufrió la peor derrota de su historia, con lo que finaliza un periodo de bipartidismo monopólico protagonizado por ese partido y por Liberación Nacional (PLN) quienes convergieron para imponer el modelo neoliberal en lo que el humor político popular denominó el “PLUSC”. Hoy se ha configurado un nuevo escenario político con la ascensión del PAC como segunda fuerza. Por su parte el PLN ha quedado reducido a un grupo de empresarios y tecnócratas articulados por los intereses comunes en torno al TLC, o lo que es igual el uso de los bienes y fondos públicos para continuar acumulando riqueza. En su trayectoria a la candidatura presidencial Arias amañó las elecciones internas para imponerse sobre otros postulantes, que como Antonio Alvarez Desanti, se fueron del PLN denunciando “graves irregularidades”. Antes de Alvarez habían abandonado el partido figuras prominentes como el ex presidente Luis Alberto Monge, Rolando Araya, José Miguel Corrales y Walter Coto y los miembros de la tendencia social demócrata integrada por conocidos intelectuales nacionales, como Juan Manuel Villasuzo, Luis Guillermo Solís y José Luis Vega Carballo. Es mucha la plata que está en juego, si se valora el precio que Oscar Arias Sánchez ha pagado para volver al podio presidencial. Como han señalado los analistas, Arias violentó los procedimientos constitucionales para que 5 magistrados de la Sala Constitucional le aprobaran su re elección, al ser esta rechazada por la Asamblea Legislativa. En tanto que los comicios constituyeron un referéndum sobre el TLC, Costa Rica ha quedado fraccionada entre quienes adversan el tratado y votaron por Otón Solís, quienes apoyan el TLC y están con Arias y un 35% del electorado que se abstuvo de votar, posiblemente en protesta contra la corrupción del bipartidismo y la exclusión en la que, tras 20 años de neoliberalismo, está sumido al país. Cabe recordar que fue precisamente Oscar Arias, quien en su mandato 1986 – 1990 abrió paso a las reformas neoliberales que amenazan ahora con colapsar la institucionalidad costarricense. Precisamente, Otón Solís renunció al Ministerio de Planificación Nacional en ese periodo cuando Arias aceptó aplicar el primer Plan de Ajuste Estructural. Una sombra de fraude Los resultados electorales no han estado exentos de sospecha de presuntos hechos de fraude, que, no obstante, resultan muy difíciles de documentar por aspectos técnico – legales. Analistas políticos han conjeturado que en aquellas provincias más excluidas social y económicamente, en las que el clientelismo electoral florece como estrategia de sobrevivencia y donde el PAC no tenía fiscalización, haya habido fraude, fruto de arreglos entre partidarios del PLN y del PUSC. El asunto es que todo el sistema electoral costarricense se construyó por y para el bipartidismo. El Tribunal Supremo de Elecciones, el nombramiento de los magistrados y el marco jurídico que los abriga, todo es una edificación que busca perpetuar ese esquema electoral. Un retardado anuncio por parte del TSE de que faltaban fiscales en una gran cantidad de mesas, donde sólo el PLN estaría presente, ha dado pie a la suspicacia. ¿Fraude mediático? Uno de los fenómenos más llamativos de la pasada contienda fue la profusión de encuestas pagadas por los medios de comunicación que a lo largo de una año le dieron amplia ventaja a Arias Sánchez, quien tiene mucha influencia sobre esos medios ya sea como accionista o como cliente frecuente. El mensaje tácito de esa multimillonaria campaña mediática –la más cara en la historia electoral del país- fue “Ya Oscar Arias ganó, no hay nada más que hacer”, empero, en la calle, la gente decía otra cosa. Oscar Arias “no la tuvo segura nunca” y así lo ha demostrado el margen insignificante con el que ha ganado. De esta manera, los medios de comunicación al servicio de Arias y los grupos empresariales pro TLC, quedaron en evidencia y su presumida objetividad periodística se desvaneció. Los electores reaccionaron contra la imposición de un consenso aparente creado por la maquinaria mediática y un 50% de ellos se expresó contra Arias porque disiente de su propuesta neoliberal. Esta coyuntura evidenció que la gran mayoría de los medios de comunicación actúan como lo que son: empresas privadas y deja claro que la ciudadanía costarricense requiere de espacios alternativos, en manos de las comunidades y de las organizaciones sociales. Algunos desafíos Al Partido Acción Ciudadana tiene ante si muchos y diversos desafíos, si se quiere histórico, dada la coyuntura en que le ha tocado subir al escenario político costarricense. En vista de que cuenta con 18 diputados, del total de 57 que conforman el parlamento, contra 25 de Arias, deberá ampliar su influencia parlamentaria para incidir en el curso de la discusión del TLC. Pero el PAC no podrá llevar adelante su compromiso electoral aislado de los sectores sociales con cuyo voto contó para estas elecciones. Asimismo es de esperar que a lo interno, el PAC salde una discusión sobre el carácter dual de Partido – Movimiento que abrirá la puerta a la profundización de su proyecto político. Sin embargo, el desafío esencial del PAC es la apertura de múltiples y creativos espacios de participación para esa gran base de apoyo electoral y principalmente de sus votantes duros que apoyaron a Otón y a sus diputados. Votantes que en su mayoría son jóvenes y exigen nuevas formas de hacer política. En ese sentido ya el PAC ha ensayado los “Encuentros ciudadanos”, que tienen un enorme potencial para el ejercicio de la participación de las personas en los asuntos públicos de sus comunidades. Por su parte, los sectores sociales, independientemente de los desafíos que tiene ante si el PAC, deberán redoblar esfuerzos para articular la lucha contra el TLC en la construcción colectiva de una propuesta de país inclusivo y solidario, así como de una expresión política propia del movimiento social costarricense. Tal y como declaró la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados ANEP, “El futuro político del país es incierto y requiere de los movimientos sociales, estudio, prudencia y movilización en los momentos oportunos; y, sobre todo, de sólidos aportes para la construcción compartida de acuerdos patrióticos que nos lleven al fortalecimiento de las instituciones democráticas y, por ende, a la recuperación de nuestro Estado Social de Derecho, hoy diezmado y amenazado por las políticas neoliberales y el TLC”. Entre otros asuntos, tanto el movimiento social como los grupos políticos emergentes deberán abordar el tema de una nueva ley electoral o una reforma profunda del actual Código electoral, que permita el surgimiento de muchas y plurales expresiones políticas del movimiento social y las comunidades, al tiempo que frene el despilfarro económico: habrá que encontrar la forma de hacer elecciones participativas y más baratas. Por otro lado, pareciera impostergable que las organizaciones sociales asuman el compromiso de desarrollar otra comunicación posible: Costa Rica necesita observatorios ciudadanos de los medios de comunicación que los vigile, les pida cuentas, los interpele, los denuncie. Una barrera ciudadana contra la impunidad que debe estar acompañada por una legislación de responsabilidad social de los medios y que abra el espectro radioeléctrico otorgando acceso a las frecuencias para la existencia de medios comunitarios y ciudadanos. La condición para que haya un nuevo marco legal que regule a los medios masivos y que estimule la creación y sostenibilidad de medios comunitarios, pasa por que esta preocupación forme parte de la agenda del movimiento social en su conjunto: sindicatos, mujeres, jóvenes, cooperativas, productores agrícolas, comunidades con reivindicaciones especiales, etc. Si no hay un gran esfuerzo colectivo en ese sentido, los mercenarios de la información y el entretenimiento van a seguir saboteando y boicoteando cualquier esfuerzo para impulsar un proyecto de país alternativo. Una Costa Rica solidaria e inclusiva será posible con medios de comunicación alternativos. Por otra parte, quien llegue a la Casa Presidencial deberá tener presente esta realidad: Ó nos ponemos de acuerdo entre todos, como debe ser en una democracia madura; ó, por el contrario, si los sectores oligárquicos insisten en imponernos un modelo ajeno al sentimiento costarricense, lamentablemente, el trastorno de la paz social estará a la vuelta de la esquina. Ha quedado claro que el modelo económico de la derecha, en estas elecciones, ha sufrido un frenazo estrepitoso. Sin embargo, está pendiente la tarea de impulsar un vigoroso movimiento social, que sea capaz de vincular este revivir de la conciencia nacional, con un nuevo acuerdo patriótico para sentar las bases de refundación de un Estado democrático y solidario, donde la producción y el mercado sean instrumentos al servicio del ser humano. Dependerá de la madurez del espectro social, darle cuerpo y vida a esta maravillosa oportunidad. Juan Carlos Cruz, comunicador
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