Javier Diez Canseco, y ¿dónde está nuestra izquierda?

05/05/2013
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Alguna vez alguien mencionó que es doblemente satisfactorio cuando te interesas en repasar alguna lectura importante. El sábado último por la mañana ordenando algunos apuntes me topé con un artículo de José Saramago: “¿Dónde está la izquierda?” y una entrevista a Javier Diez Canseco que Hildebrandt en sus Trece había realizado en el mes de agosto del 2012, me interesé en releer ambas lecturas, dada la coyuntura actual en nuestro país. Vaya y qué tan actual me pareció lo de Saramago y Diez Canseco en algunos temas que hoy están en boga, como el tema de nuestra izquierda.
 
José Saramago, aquel lúcido militante comunista portugués y premio nobel ya fallecido, escribía en el artículo sobre su atrevimiento de haber “osado lanzar una piedra al putrefacto charco de la indiferencia” y agregaba en su crítica a la izquierda por su inercia: “Nada de nada, silencio total, como si en los túmulos ideológicos donde se refugian no hubiese nada más que polvo y telarañas…”.
 
Javier Diez Canseco en aquella entrevista señalaba precisamente sobre los errores que se cometió desde la izquierda: “Lo primero que hay que reconocer es que las izquierdas somos organizaciones débiles, pequeñas, con limitaciones. Ningún partido de izquierda tiene la masa crítica para ser un partido nacional con opción de poder. Yo pienso que el principal problema de la izquierda ha sido su desorganización y debilidad y luego su carencia de iniciativa. Yo nunca he vivido un proceso donde hay un triunfo popular electoral y las masas no estén en la calle levantando las banderas de cambio que quieren. Aquí sí, en mi propio país”.
 
Saramago, el indiscutible intelectual, coherente y consecuente de la izquierda, fustigaba a su propio predio por ser una “izquierda impávida” y de allí su interrogante que aún queda en el contexto, luego de su partida.
 
Diez Canseco partió este 4 de mayo, el indiscutible luchador social, no más estará físicamente en las calles, o en cuanto escenario político nos tenía acostumbrado, dando lecciones de consecuencia y entereza a la hora de confrontar con los más poderosos de la política y esa oligarquía insensible y egoísta. Igualmente, se mostraba coherente cuando se enfrentaba a esa satrapía libérrima que cree ser para siempre dueña del Perú.
 
Este momento en que vivimos su partida, deberá servirnos a todos su ejemplo de solidez política, su ejemplo de hombre de izquierda. Lo requerimos tanto en estos días venideros por la consecución de una verdadera fuerza organizativa capaz de conducir las grandes aspiraciones de esa mayoría que cada vez se desencanta de los gobernantes de turno y de la clase política.
 
Javier decía: “La política es el arte de las correlaciones de fuerza, si tú no construyes una favorable no puedes pretender que las ideas, sin acción y sin organización, transformen la realidad”.
 
Entonces, hay una tarea por emprender, construir esa correlación de fuerza que él nos señala, solo entonces podremos decir ¡Aquí está la izquierda! sin polvos ni telarañas, al fin una organización nacional con opción de poder. Entonces, solo entonces, Javier desde donde esté seguirá bregando con consecuencia, y con su conocida sonrisa se nos revelará feliz, al ver a nuestra izquierda como un bloque sólido, muy semejante a sus ideas y a sus luchas.
 
 
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