Elecciones en tiempos de crisis de representatividad

06/09/2007
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Las elecciones sirven, entre otras cosas, para legitimar el poder de los gobernantes y generar representatividad en los mandatarios. También constituyen un ritual del cual participamos para sentirnos parte de una comunidad y dar por sentado que tomamos parte en la toma de decisiones colectivas de trascendencia nacional.

Pocos tienen el tiempo para meditar sobre la crisis de representantividad que está afectando a las instituciones que otrora fueron consideradas paradigmáticas y propias de toda democracia: los partidos políticos, los sindicatos y el Congreso o Parlamento. En nuestro país se externa cualquier denuesto en contra los partidos. Los sindicatos han perdido fuerza y arraigo. El Congreso anda arrastrando la cobija.

Lo social, en Guatemala, ha evolucionado lentamente pero siempre, en términos relativos, ha ido más rápido que lo político. Dejemos a los sindicatos como tema de una próxima reflexión. Hablemos de los partidos políticos y de la forma en la cual habrá de conformarse el Congreso con base a la última encuesta nacional. De acuerdo con los estudiosos de lo político electoral y la aplicación de teoría de juegos, circula por la red una pre-visión que, dentro de los límites aceptables de error, confirma muchas cosas que se especulan. De acuerdo a este cuadro elaborado por el GASIG de la URL , la mayoría relativa del Congreso la detentará la UNE con 66 diputados. Le sigue el PP con 59. Muy abajo se encuentra la GANA, tercera fuerza, con 19 diputados y después, un resto de partidos con mínima representación: FRG 5, PU 4, EG 3 y con 1 diputado cada uno el PAN y UCN. El resto de partidos, de no rebasar el umbral electoral de 5% de votos válidos en la elección presidencial, desaparecerán del espectro político nacional.

Lo anterior confirma dos cosas. La primera de ellas surgida del brillante discurso del maestro Edelberto Torres-Rivas: Guatemala es un cementerio de partidos; más de 64 de ellos han desaparecido desde 1984. El segundo se refiere a que nuestro sistema de partidos no es multipartidista sino pluripartidista. Los partidos que lo integran no representan una gama de ideologías sino una serie de discursos variopintos y centripetados que han hecho del centro ideológico, su nicho de existencia y reproducción.

¿Qué otros hechos caracterizan a la crisis de los partidos y el Congreso en Guatemala? Podemos traer a colación tres. El primero se refiere a que, en la actualidad, el eje de la vida social ya no es lo político sino lo económico. Inestabilidad laboral, desaparición de fuentes de empleo, no creación de puestos de trabajo, incertidumbre en el futuro, pauperización de la clase media y la depreciación de los salarios sumado al incremento de los precios de la canasta básica son los temas cotidianos en oficinas y hogares.

En segundo lugar encontramos el fenómeno que se da en un nuevo modo de producción no teorizado por Marx. La nueva fuente de riqueza es el conocimiento vinculado a la tecnología. Nuestro país insiste en educar esquemas memorísticos para retener conocimiento pero no para formar ni para fomentar la dinámica del razonamiento en un entorno definido por una sociedad superinformada. Hay tanto conocimiento en circulación que no sabe uno qué aprender primero, si es que quiere aprender y formarse.

El tercer factor se refiere a la dictadura ideológica neoliberal que todo lo reduce a mercancía. Mercancía son los infantes, la mano de obra, la seguridad, las niñas y mujeres en edad de prostituirse, los candidatos, los puestos por elección, etc. En un reciente foro, el participante de la universidad formadora de cuadros de ultra derecha se atrevió a decir que la salud no es un derecho sino una necesidad y que el Estado no tiene obligación de proveerla. Agregó que la salud, en tanto una necesidad que tiene características cualitativas cuantitativas, la debe proveer el mercado. Para este neoliberal local, si uno quiere tener buena salud, debe pagarla a precio de mercado. ¿Usted no tiene dinero para curarse? Entonces vaya a un hospital público. Ahí habrá cura a sus males pero de inferior calidad porque pagará por ella el mínimo precio. ¿Tiene para pagarse un buen médico y un buen hospital? Podrá optar entonces un servicio de calidad y su salud, será de calidad.

La democracia, afirma Sartori, logró derrotar a su enemigo (supongo que se refería al socialismo) pero ha entrado en una etapa de lucha consigo misma para vencer a sus propios monstruos; los monstruos gigantescos de esta nueva época. Simultáneamente, una revolución tecnológica está en marcha y ya no vale el que más tiene sino el que más sabe. Nos crean necesidades hoy que representarán demanda mañana. Se promueve el progreso pero no el desarrollo. Hace diez años no era imprescindible el teléfono celular. Hoy no podemos andar por la calle sin portar uno. Tener un aparatito de esos no significa desarrollado en lo personal. Nos crearon dependencia del artefacto esclavizante desde al pasado. En otras palabras, el marketing asociado a la tecnología crea futuro desde el presente.

En conclusión, esa crisis de representación en lo político que enfrentan las instituciones denominadas democráticas se debe, en general, a la no existencia de capacidad de adaptación de las instituciones representativas con esa nueva compleja realidad que contiene lo político, lo cultura, lo económico y lo social. Tenemos que comprender que la solución es de diferente naturaleza a la de las elecciones. Lo electoral, lo prueba la transición tan débil que hemos tenido en procura de la democracia, no resuelve nada. Es necesario crear ciudadanía en cuatro instancias: económica, jurídica, política y cultural.

Fuente: Incidencia Democrática (Guatemala)

http://www.i-dem.org

 


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