Perdón, su Santidad y católicos del mundo

04/04/2007
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Nos pareció un exceso de complacencia franciscana el trabajo que se tomó el más alto prelado de la Iglesia Católica en responderle, como lo hizo, a la nueva y feroz arremetida del ciudadano que presidencializa este país, torpe y grosera esta vez, contra una de las recomendaciones de la Iglesia. Pareciera que no acepta que sean los propios fieles y la jerarquía eclesiástica, dentro de las propias estructuras y procedimientos de la institución, los que decidan, sin presiones o interferencias de algún poder político temporal y terrenal, recomendar el uso o no uso del condón.

La Iglesia Católica, se ha venido adaptando, como cualquier otra institución humana, a los cambios de la época, y esto ha sido, como debe ser de su exclusivo resorte. No es facultad, porque está fuera de su ámbito de acción, del que ocupa la silla presidencial dedicarse a juzgar y condenar a otros gobernantes y menos aún a una Iglesia. Salvo que una delirante vanidad e imaginación de grandeza invada su espíritu y le haga pensar que se esta en la Edad Media cuando los reyes solían tirarle algunas piastras a los pobres (en ese entonces no había salarios) o que estamos viviendo en un imperio galáctico que le dicta a sus súbditos como pensar o en quien creer, cuales deben ser sus preferencias políticas o religiosas, que comer o como se debe hacer el amor. Pero esto sería ya tema de expertos en trastornos sicológicos.

El respeto a las diferentes creencias y ritos religiosos y la prudencia de opinar desde un cargo público, ha sido la tónica que han seguido nuestros gobernantes. Es parte de una cultura democrática y de una tradición costarricense de tolerancia y de respeto, profundamente arraigadas en nuestro pueblo. Manuel Mora, Secretario del Partido Comunista, y Monseñor Sanabria, Arzobispo de San José, no solo desfilaron juntos por las calles capitalinas, hombro con hombro, en sus luchas por las garantías sociales, sino que fueron profundamente respetuosos de sus diferencias en ideales y creencias.

Esa grandiosa conducta de nuestros gobernantes y líderes históricos no conoció, ni en los momentos más duros de amenazas y desventuras, de claudicaciones y se antepuso siempre a consideraciones oportunistas de beneficio propio. El amor por la Patria y esa profunda fidelidad a la justicia y la Ley y a la Libertad se apuntaló en el cariño y el respeto que, a pesar de las diferencias, les dispensó el pueblo costarricense. No debemos permitir que esto sea pisoteado.

En estas Pascuas hemos hecho invocaciones para que la luz del sentido común ilumine a todos: a los fieles, a los partidarios y a los flamantes cortesanos para que el ciudadano que ocupa la silla presidencial se sosiegue y no añada nada más a sus discursos tales desatinos con el fin de atraer la atención. La primera reacción de hilaridad de algunos hoy desaparece para ser reemplazada por la molestia y la congoja, ante propios y extraños, por esta nueva muestra de mala educación, escasa inteligencia y total ausencia de civismo.

¿Son matices de una Centroamérica en que aparecen personajes que se meten a cuestionar a la Iglesia , ya sea siguiendo a un desquiciado que llama a sus seguidores a grabarse en el brazo el 666 de la bestia o a otro que, extralimitando sus funciones de gobernante, se mete en lo que no le incumbe? Como ciudadano costarricense creyendo interpretar el sentir de un pueblo inteligente y bondadoso que ha venido tolerando estas despóticas y mesiánicas actitudes, pero que ya da muestras de cansancio, pido perdón a su Santidad y a los católicos del mundo.
https://www.alainet.org/en/node/120421
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