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La diversidad sexual entró en el debate

Phumi Mtetwa*

Para quienes creíamos que la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y otras Formas Relacionadas de Intolerancia (CMRX) era un espacio inclusivo para encarar las múltiples formas de discriminación y elaborar una agenda para su eliminación, fue una gran desilusión observar los resultados generales de la conferencia, así como los eventos y los debates que continuaron hasta meses después de su conclusión.

Como víctimas de la discriminación, afectadas por una historia de prejuicios, exclusión y discriminación, fuimos a la CMRX para rechazar prejuicios legados del pasado, y crear una nueva base para las relaciones humanas, que incidieran en la toma de decisiones sobre políticas públicas e internacionales. Esto incluye la discriminación fundada sobre la orientación sexual. Desde el proceso preparatorio, esperábamos que la CMRX abordara de frente el racismo, la discriminación, la xenofobia y formas relacionadas de intolerancia. Queríamos que los Estados miembros de la ONU declararan que la discriminación por orientación sexual es una forma relacionada de intolerancia, y un agravante de las prácticas de racismo y la discriminación racial y, más aún, que los Estados adoptaran las medidas apropiadas para prevenir esta forma de discriminación y establecieran compensaciones para las víctimas. Fuimos a la Conferencia no para ser tolerados/as, sino para que se garantice el ejercicio de la ciudadanía plena y se promueva el respeto de las diversas identidades, entre ellas las sexuales.

Las organizaciones de la sociedad civil ecaminamos propuestas, tales como el Plan de Acción que resultó del Foro de las Américas por la Diversidad y la Pluralidad, y que incluye las declaraciones específicas de movimientos y sectores; la Declaración de la Reunión Satélite sobre Diversidad Sexual, y aquella del Grupo de trabajo sobre Orientación Sexual, consensuadas con aquellas de otros sectores y movimientos. Resaltamos la importancia de especificar las diversas bases de la discriminación, sin excluir la orientación sexual de los documentos que se estaban debatiendo.

Hasta la segunda reunión preparatoria, la modalidad adoptada por los gobiernos hizo casi imposible influir sobre cualquier tema en las decisiones que tomaban ellos, pues no se permitía la presencia de ONGs en las negociaciones, los que limitó el acceso al cabildeo con las delegaciones oficiales. La orientación sexual logró ser incluida en el documento luego de la Reunión Regional de las Américas (Chile, dic/2000), donde influyó, sin duda el trabajo del movimiento gay, conjuntamente con defensores de los derechos humanos y sus aliados.

Al iniciarse la tercera reunión preparatoria, uno de los primeros temas contenciosos, levantado por la Organización de los Países Islámicos, en la agenda de apertura, fue la acreditación a la Conferencia de la Asociación Internacional de Lesbianas y Gays -ILGA-, rechazada luego de un empate en votos, 43 a favor y 43 en contra, que significaron, sin embargo, un no relativo, pues a pesar de que el tema no ha sido aun debatido en la ONU, el empate expresó más bien la necesidad de profundizar sobre el tema en ese marco. Por ello, las/los activistas enfatizaron en la sensibilización y cabildeo, buscando a incluir la orientación sexual en los documentos finales.

Luego de que los Estados de las Américas aprobaran la inclusión de orientación sexual como una de las bases que agravan la discriminación racial, la introducción de un párrafo específico sobre ese tema, por parte de la delegación brasileña, en la tercera reunión preparatoria en Ginebra (agosto del 2001), fue el momento más significativo para el proceso de reconocimiento de la orientación sexual dentro de las Naciones Unidas. Lo que se convertiría en el párrafo 68 bis del Programa de Acción sentó un precedente para que el tema de la protección contra la discriminación racial, agravada por la discriminación por orientación sexual, fuera tratado en el seno de la ONU.

Sin embargo, el debate y la adopción del párrafo 68 bis fue postergado para ser considerado solo en el marco de la Conferencia en Durban, donde a la gran sorpresa de la delegación brasileña, de los países afines a la propuesta y de varias ONGs, había desaparecido del texto a adoptarse. La delegación proponente reclamó y finalmente logró la emisión de una fe de erratas, indicando que el párrafo había sido omitido del documento por un error secretarial. Pero este incidente no terminó allí, pues al pasar revista del documento, punto por punto, este volvió a ser omitido, esta vez por la presidencia de la plenaria.

Muchos debates y discusiones surgieron en torno al tema de orientación sexual, especialmente por la insistencia del gobierno de Brasil. En su presentación, el Ministro Tadeu Vasconcelos, jefe la delegación brasileña, dijo que el párrafo 68 bis «es innovador, en tanto propone por primera vez un análisis de un término sensible, como lo son todos los términos sobre derechos humanos», y agregó que «el texto tiene el mérito de señalar que un aspecto de la realidad humana no puede continuar siendo negado...» Varias delegaciones apoyaron la propuesta de Brasil. Estas incluyeron a Ecuador, Guatemala, Venezuela, Canadá, Chile, Bélgica a nombre de la Unión Europea, Nueva Zelanda, entre otras.

Lo importante aquí es que, por primera vez en una Conferencia de la ONU, el tema de la orientación sexual fue abiertamente debatido, lo que constituye un avance en sí mismo. Y, aunque fue apilado junto con otros temas calificados de «contenciosos», es claro que la orientación sexual fue uno de los temas que levantó más pasiones de entre aquellos enumerados en una polémica lista llamada «bases agravantes para la discriminación». Al ver los documentos finales, es evidente que dicha lista, donde inicialmente constaban diversos asuntos socioeconómicos, se encogió, los compromisos fueron diluidos y, finalmente, la orientación sexual fue borrada de la Declaración y el Plan de Acción.

Ante esta decisión, delegación ecuatoriana, junto con Brasil, Guatemala, Chile, Canadá y la Unión Europea, presentó una declaración expresando su preocupación por el trato que recibió el tema de la orientación sexual, la misma que, como parte del informe oficial de la Conferencia, no puede ser ignorado por los Estados miembros de la ONU ni por la oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos.

En resumen, se podría decir que la Conferencia tuvo un cierto corte exitoso en el proceso de reconocimiento del derecho a la libre orientación sexual en la esfera internacional, al haber abierto un espacio de discusión y provocado tensiones tanto a favor como contra de su reconocimiento. Más aún, fue patente como cada vez más hay Estados miembros de la ONU dispuestos a sustentar que la discriminación por orientación sexual es injusta.

Quedan muchos retos por delante. Aún apuntamos hacia una Convención de la ONU sobre orientación sexual, que debería abordar las exclusiones, intolerancia, discriminación y prejuicios asociados a la orientación sexual, incluyendo su inter-conexión con otras identidades. Sus objetivos deberían incluir además del reconocimiento de la existencia de diversas orientaciones sexuales, la ampliación y monitoreo del cumplimiento de los derechos y libertades fundamentales y la plena integración, en todos los ámbitos de la sociedad, de las personas que experimentan discriminación por orientación sexual.

Este es un trabajo holístico, de importancia clave para influir en todas las conferencias de derechos humanos de la ONU y garantizar el sostenimiento de las propuestas de los movimientos y las ONGs. Pues, casi no hubo documento de la sociedad civil que, haciendo eco a las propuestas de la Reunión Satélite sobre Racismo y Discriminación por Orientación Sexual (Ecuador, marzo 2001) no dejara de mencionar, formular propuestas y formular mecanismos que apuntan hacia la erradicación de la discriminación por orientación sexual. Entre ellos, está sobre el tapete la recomendación de que las Naciones Unidas convoque a un grupo de expertos, como enfatiza la Declaración presentada por la delegación gubernamental ecuatoriana, para analizar y formular propuestas sobre orientación sexual.

También está en pie el reto de consolidar el avance de estas propuestas en el seno de movimientos más amplios, para que más allá del reconocimiento institucional de estos derechos, estos puedan ser refrendados y practicados por los pueblos. Finalmente, la Conferencia de Durban será recordada por haber sido la primera del siglo, pero aún más por haber reunido en un terreno común a diferentes víctimas de discriminación y haber permitido abrir un terreno para articular sus preocupaciones. El desafío continúa siendo el asegurar que los derechos fundamentales no sean solo negociados por los gobiernos sino garantizados por las prácticas sociales.


Notas:

* Coordinadora del Caucus (grupo de trabajo) de Orientación Sexual en la CMRX, ex Secretaria General de la ILGA y Co-convocante de la Reunión sobre Diversidad Sexual


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