Cultos afro son diversidad cultural y convivencia

21/05/2013
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Los llamados genéricamente cultos de matriz africana, son aporte potente y originalísimo a la diversidad cultural de Latinoamérica, el Caribe, y de nuestro país concretamente, factor que ha contribuido en gran medida a resignificar el concepto de cultura, hoy en franca evolución hacia la expresión “multiculturalismo”.
 
Creo que hemos coadyuvado en mucho desde nuestra cosmovisión afroindígena, al crecimiento de esa multiculturalidad en Uruguay.
 
Hemos incidido como colectivo religioso, en la necesidad sociológica y antropológica de evaluar los fenómenos comunitarios desde una perspectiva abierta y ya no centrada únicamente en la visión hegemónica occidental y cristiana, o de consuetudinaria invisibilización de las manifestaciones originarias.
 
Los umbandistas y africanistas somos partícipes destacados en estos procesos de apertura hacia lo diverso que la sociedad viene viéndose en la necesidad de reconocer o al menos hacer esfuerzos por comprender, hacia la existencia de otras raíces del ser uruguayos, ya no solo las derivadas del europeísmo dominante.
 
Las creencias son rasgo destacado de identidad de los pueblos.
 
La presencia de Umbanda y los cultos Afro han sido y son un gran valor desde el punto de vista social como afirmación del ítem étnico, y dentro de esta variable la espiritualidad, las convicciones sobre lo trascendente, tan peculiares aún con sus inevitables sincretismos, son sustanciales en estos avances de enriquecimiento cultural que pintan el paisaje de la macro identidad uruguaya.
 
Esto es importante pues nos enseña convivencia, elemento determinante en la inclusión social y en la búsqueda de la equidad.
 
Las variadas raíces culturales no solo se aprecian en los orígenes de nuestra población donde coexistieron indígenas, africanos y europeos, sino que se acrecentó después y aumenta incesantemente con los flujos migratorios presentes en todo el planeta y en nuestra región marcadamente. Eso hace imperioso promover el respeto a la diversidad cultural para conocernos, apreciarnos, lograr la paz y el desarrollo solidario en comunidades.
 
La gimnasia de convivir no se practica en una sociedad uniforme o análoga culturalmente hablando sino con enfoques diferentes, de historias geográficas y fundacionales comunes aunque de variados perfiles, lo cual pone a prueba su capacidad de respeto, tolerancia y discernimiento de la alteridad, del “otro”. Distintos e iguales en el disfrute de los derechos cívicos es el paradigma al que, desde mi punto de vista, favorecemos en mucho los creyentes afro.
 
Tenemos dificultades de inserción social sin dudas, somos diferentes entre los diferentes por el racismo estructural instaurado y las hegemonías culturales consecuentes que atraviesan con ferocidad las manifestaciones religiosas diversas, sobre todo la nuestra contra la que pesan estereotipos y estigmas de brujería y otros epítetos denostativos. Una persecución que va más allá de la línea de color.
 
Dicho acicate nos ha obligado a construir mecanismos de entendimiento. Es así que la práctica de nuestros cultos tan incomparable, tan interpelante, tan fuera del establishment, es un legado invalorable e invalorado aún en su plenitud, a esa pluriculturalidad, por los rasgos notablemente típicos que conlleva.
 
Creo que por designio de la Naturaleza acribillada por el coloniaje y la trata esclavista, la balanza se inclina hacia una revalorización de las costumbres y creencias de las etnias originarias y de las religiones de origen ancestral, tan combatidas por ser poderoso elemento de resistencia cultural.
 
- Susana Andrade – ATABAQUE.
 
 
https://www.alainet.org/es/articulo/76215
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