La doble dimensión de la crisis capitalista

17/08/2020
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1.- La pandemia generada por el Covid-19 y la actual crisis económica capitalista interactúan y se retroalimentan.

 

La actual crisis económica ya estaba presente y operando cuando emerge la pandemia. No fue la pandemia la que originó la crisis. Pero la pandemia le da una impronta particular a la crisis económica, lo que la convierte en una crisis sui generis.

 

Por ejemplo, la pandemia ha acelerado la quiebra de empresas industriales, comercios y empresas de servicios.

 

La destrucción de capitales y la centralización de capitales, propios de toda crisis, se han acelerado. Y estos procesos prosiguen, no se han detenido. Porque pandemia y crisis persisten.

 

La contracara de la quiebra de capitales es la enorme acumulación de otros capitales favorecidos por la debacle.

 

Ahí se encuentran las empresas de comunicación digital: Google, Facebook, Twitter, Microsoft, Apple.

 

También los monopolios de distribución, particularmente Amazon. En escala menor también Federal Express y otras distribuidoras globales.

 

En México, los datos de crecimiento de ventas de empresas productoras de alimentos que distribuyen en el mercado local y Centroamericano, como Bimbo (pan, panes dulces, galletas), Maseca (alimentos derivados del maíz) y Lala (lácteos, desde leche a helados), se han multiplicado en el primer semestre del año.

 

La agresiva destrucción de empleos y de reducción de salarios, propios también de toda crisis económica, presentan también rasgos agudos. El desempleo a nivel mundial es enorme. Según la OIT se perdieron 400 millones de empleos en el primer semestre de este año a escala global y 55 millones en América Latina.

 

Los salarios se han derrumbado. En economías avanzadas los seguros de desempleo algo ayudan a paliar la situación. En economías dependientes se incrementa el hambre, la pobreza y la miseria.

 

La pandemia ha asestado el golpe más severo a las cadenas mundiales de valor, lo que ha paralizado segmentos y retardado la producción final de mercancías.

 

Los mercados exteriores y los mercados locales se han visto también seriamente golpeados.

 

Las políticas puestas en marcha para reactivar la economía conducen a nuevos rebrotes de contagio.

 

Sostener el confinamiento, por otro lado, conduce a mayores destrucciones productivas, comerciales y de servicios.

 

La salida a la crisis económica se ve difusa mientras la pandemia no dé señales que a lo menos se controla, no que se erradica.

 

2.- La actual pandemia y la actual crisis económica son formas como se manifiesta la crisis del capitalismo como proceso de organización de la vida en común.

 

En otras palabras, es el capitalismo el que está en crisis, y ello se manifiesta como crisis sanitaria y como crisis económica.

 

La pandemia es expresión de la crisis capitalista, en la fractura metabólica que ha propiciado el capitalismo con el medio ambiente. La destrucción del medio ambiente es el resultado de una organización social que asume que las materias primas, los minerales y el agua dulce, constituyen bienes infinitos, al tiempo que sostiene que el calentamiento global -por la contaminación de autos e industrias y el exterminio de bosques y selvas- es un asunto que se puede abordar y solucionar a su debido tiempo.

 

La pandemia actual es inexplicable ajena a la dinámica capitalista que arrasa las barreras naturales constituidas por bosques, selvas, pastizales, fuentes de agua dulce, adentrándose en los rincones en donde viven y se reproducen especies animales diversas. Somos los humanos los que hemos destruido esas cortinas y salvaguardas que la naturaleza proporciona. No son los murciélagos los que amenazan a los humanos. Somos los humanos los que amenazamos a murciélagos y otras especies en sus últimas guaridas.

 

La pandemia actual es inexplicable ajena a la dinámica capitalista que reproduce animales en criaderos, atestados y abarrotados, sin espacios para movimientos, sean cerdos, vacas o aves, muchos de ellos en la periferia de grandes urbanizaciones. Las cepas y virus de unos son rápidamente transmitidas a otros, propiciando mutaciones diversas que fácilmente se transmiten a los humanos que laboran en esos espacios o que viven próximos.

 

No hay nada de natural, algo que sería simple resultado de la naturaleza, en estos procesos. Todos ellos son sociales y la dinámica del valor que busca valorizarse está en el centro.

 

Esta pandemia puede ser leída como una bandera roja que levanta el planeta para indicarnos que nos encontramos próximos a puntos de no retorno.

 

El planeta tierra puede seguir su vida sin nosotros. Nosotros no podemos seguir la vida sin el planeta Tierra.

 

La actual crisis económica recrea nuevamente los signos de que el capital es enemigo del capital, pero también enemigo de una convivencia realmente humana y enemigo del medio ambiente.

 

Y ese mismo capital que autodestruye capital, pone de manifiesto su historicidad y su liquidación potencial. Mientras ello no ocurra -y no ocurrirá sin la decidida intervención humana- esta historia de barbarie proseguirá su curso.

 

3. La actual pandemia ha desnudado procesos devenidos de la reproducción capitalista que atentan contra dimensiones básicas de la organización de la vida en común.

 

La mercantilización de la salud llevada a cabo en las últimas décadas ha mostrado sus secuelas. Los humanos somos una especie que reclama de cuidados y cuidar la salud es uno de los más relevantes.

 

Carencia de personal médico, carencia de medicinas y utensilios básicos, como guantes, mascarillas, carencia de equipos y aparatos como respiradores, carencia de camas y de hospitales. Así ha llegado una crisis sanitaria largamente anunciada y a la cual se prestó nula atención.

 

Los grandes emporios farmacéuticos han puesto de manifiesto que operan con la lógica de las ganancias y no de la salud. Se paralizaron las investigaciones para futuras pandemias porque sin enfermos no hay demanda y sin demanda no hay negocio. Y cuando se multiplicaron los enfermos no había medicinas ni vacunas. Y hoy corren desenfrenados por producir una vacuna, tras miles de muertos y millones de subsidios, en la certeza que alcanzarla les permitirá apropiarse de enormes utilidades.

 

La forma asumida por la urbanización requerida por el capital ha manifestado su irracionalidad: millones de asalariados y pobres aglomerados en zonas periféricas, con abastecimiento precario de agua y demás servicios públicos, son presa fácil para virus que se expanden en la convivencia en espacios groseramente reducidos, y que además no cuentan con parques, jardines ni juegos en zonas próximas.

 

Espacios dormitorios donde miles y millones viven hacinados, a enormes distancias de los espacios de trabajo y de oficinas públicas, lo cual reclama largas horas de transporte público, el que funciona también en el hacinamiento. ¿Qué medidas de sana distancia se pueden lograr en esas condiciones?.

 

La masiva venta de automóviles y el privilegio a la infra para el transporte particular han quedado en entredicho, junto a las groseras limitaciones del transporte público, aquel que traslada a la inmensa mayoría de la población urbana.

 

La pandemia se ensañado con la población mal alimentada, sea por pobreza o por malos hábitos de alimentación, acosada por el agresivo marketing de productos “chatarra”, excedidas en azúcares y conservantes, que propician sobrepeso y enfermedades, que reducen las defensas ante el nuevo coronavirus.

 

Con elevados porcentajes de obesidad y diabetes en adultos y niños, el gobierno estatal de Oaxaca en México promulgó una ley que prohíbe la venta de bebidas azucaradas y dulces a niños. Y otros gobiernos, como el de la Ciudad de México, preparan leyes en igual sentido, con la presión en contra de grandes compañías globales embotelladoras de refrescos y de productos azucarados.

 

Muchos de los trabajos indispensables en esta pandemia, como la entrega de alimentos a domicilio, son realizados por jóvenes en las más violentas condiciones de precariedad. Socios, colaboradores, emprendedores son algunos de los términos empleados para ocultar la ausencia de contratos de trabajo, pago por enfermedades o accidentes, y para destacar supuestas libertades de los socios que, por el contrario, son obligados por las condiciones imperantes a prolongadas e intensas jornadas para alcanzar puntuaciones que les permitan ser incluidos en posiciones prioritarias para entregas, ya que de lo contrario percibirán montos muy reducidos para cubrir su necesidades.

 

El capitalismo de plataforma se convierte en una modalidad de operación que elude asumir la condición de asalariados de estos trabajadores, la mayoría de las veces sin salarios, obstaculizando su organización y defensa.

 

Si estas formas de trabajo surgieron antes de la pandemia, con ella en marcha aquellas se han extendido, junto con las aplicaciones.

 

4.- El mundo social que emergerá de esta doble crisis necesita priorizar la protección medioambiental. También la protección de la vida en todas sus expresiones. Por ello, tiende a crecer la percepción que en ese mundo el capital no tiene cabida, porque el capital es el problema.

 

Importantes movilizaciones se han producido en plena pandemia. La lucha antirracial en Estados Unidos ha marcado un hito. Otras importantes luchas han quedado en una especie de paréntesis. Como las movilizaciones en Chile de cara a las próximas elecciones para conformar una Asamblea Constituyente. Pero sin la masividad lograda a fines de 2919, las protestas y demandas no han dejado de hacerse presentes en las calles.

 

Se puede señalar que hay una creciente percepción de agravio y de malestar social a ras de piso, en donde cualquier chispa puede incendiar praderas.

 

Con la pandemia y la crisis económica la mayoría de los gobiernos han quedado con elevados déficits de legitimidad. El llamado a acelerar la “nueva” normalidad, no es más que la voluntad del capital de regresar a la situación previa a la pandemia.

 

Para la inmensa mayoría de la población esto no es una solución. Los agravios se incrementarán en tanto se busque regresar a lo conocido. Cualquier regreso al pasado provocará descontentos y mayores pérdidas de legitimidad de los gobiernos que las lleven a cabo. Con ello se abrirán mayores espacios a la inestabilidad política y a las luchas sociales.

 

- Jaime Osorio es profesor/investigador UAM-Xochimilco, México

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/208476

Pandemia, Poscovid19

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