Estándares europeos en la producción intelectual de Nuestra América

06/08/2020
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Con este artículo quiero ejemplificar cómo los estándares científicos europeos para entender y explicar nuestras realidades latinoamericanas no han servido para dar respuestas a las problemáticas que se presentan en la región.

 

Sabemos que el conocimiento y la praxis científica como se han estructurado y nos han enseñado surgieron en Europa Occidental, primero con la ilustración y segundo con el positivismo de Popper,  luego Kant. Aunque tuvo sus antecedentes en la Antigua Grecia,  quien bien ya la mayoría hemos oído o leído en algún punto.

 

Esta forma de producción intelectual fue exportada a Nuestra América con la conquista iniciada en el siglo XV, desplazando toda la sabiduría y el conocimiento creado en los pueblos autóctonos de esta región. De las cuales conocemos una mínima parte gracias a los pocos registros escritos y la tradición oral que se ha trasmitido por generaciones hasta nuestros días en algunos pueblos indígenas

 

Con la necesidad de colonizar y fundar ciudades en este territorio desconocido, que permitiera a las nuevas generaciones seguir desarrollándose bajo los valores europeos, la educación juega un papel primordial. En este sentido, la iglesia jugó un puesto fundamental; sin embargo, con la Modernidad devenida de la Ilustración, la Academia formal empezó a adquirir auge en Europa y posteriormente en Latinoamérica. Y es que este desarrollo exponencial de las ciencias fue posible debido a todos los recursos económicos saqueados de estas tierras, pero, además, América se ofrecía como un territorio con todo lo que tenía adentro, completamente desconocido e inexplorado para lxs intelectuales europeos, quienes pudieron estudiar y experimentar a placer (y todavía¹ lo hacen).

 

¿Qué ha ocasionado todo esto?

 

No quiero detenerme en las repercusiones históricas que ha causado está desposesión en nuestro desarrollo científico y económico puesto que esto lo explica muy bien Ludovico Silva [1] en un ensayo titulado “El aparente dilema entre cultura científica y cultura humanística” en el cual refuta al científico argentino Mario Bunge [2].

 

Las universidades de Nuestra América siguen el modelo europeo tanto en la dinámica escolarización y enseñanza que implementan, como en la concepción de los planteamientos del problema y soluciones que diseñan para sus investigaciones. En este sentido, los valores europeos en torno a la producción de conocimiento se universalizan [3] y,  por consiguiente, se instauran como únicos e ideales; invisibilizando las demás producciones intelectuales que no están regidas por “un método científico” sino que se valen de otras manera de aprehender el mundo, y son frecuentemente catalogadas cómo “saberes/folklore/tradiciones”.

 

Entonces ¿cómo se traduce esto en la práctica? Pues las investigaciones e interpretaciones que se hacen a las problemáticas sociales de la región encasillan a los estándares europeos causando deformaciones a la realidad y ocasionando que las “soluciones” que se implementan no sean adecuadas para nuestros contextos particulares.

 

Un ejemplo concreto de esto es los estudios de biología humana. Cuando se hacen levantamiento de datos en poblaciones humanas en Nuestra América, se emplean métodos y cifras de las poblaciones y cuerpos europeos (leamos cualquier libro de anatomía básico ¿Qué cuerpo es el que nos representan ahí?). Entonces, hace parecer que los cuerpos americanos no cumplen con los “estándares convencionales” y por eso estamos mal, y la solución siempre es buscar parecerse a las anatomías europeas. Nos recomiendan su estilo de vida, su alimentación (cuando aquí no se producen los mismos rubros), su medicina, etc. Y como esto ya está diseñado muy pocos y pocas se proponen a crear alternativas a ese discurso hegemónico, es más, lo defienden a capa y espada.

 

Otro caso a mencionar se evidencia principalmente en los economistas, quienes se esconden tras los números y las estadísticas para generar conclusiones a los problemas económicos de nuestra región. Entonces, lo hacen sin un conocimiento situado e histórico. Frecuentemente nos comparan con EE.UU o los países europeos “desarrollados” dictando que debemos hacer lo que ellos hacen para poder ser mejores (como si pudiésemos, aunque quisiéramos). Y hoy por hoy, no existe ninguna alternativa económica adecuada para nuestras regiones.

 

En Venezuela es frecuente escuchar que los estudiantes de ciencias sociales afirmen que aquí las cosas no tienen sentido o son una cosa rara, entonces no la podemos estudiar. Esto me genera dos preguntas: ¿Para qué estudias una ciencia si no puedes abordar problemáticas nuevas o poco comunes? ¿Para qué estudias en este país si no podrás estudiarlo?

 

Descolonizar la Academia

 

Esto ocurre con cualquier ámbito académico que estudie a las sociedades en Suramérica. Debido a este motivo es que surgió la escuela decolonial buscando crear categoría y estándares latinoamericanos que estén diseñado en base a nuestras realidades, nuestros cuerpos y nuestras particularidades.

 

Sin embargo, cuando se tratan de saberes con inclinaciones cientifícistas como la biología humana, pues no ha habido tanta receptividad y prefieren mantenerse en su lugar de confort antes de reinventarse. Y no digo que sea fácil, es un trabajo duro, pero debe hacerse.

 

Los cuerpos, entendidos como arena política y de expresión de nuestra cultura, son un campo que debe ser reivindicado y es necesario entenderlo desde una perspectiva decolonial, dialogando con la diversidad de culturas que hacen vida en este territorio.

 

Notas

 

1 Por siglos las Universidades europeas y luego estadounidense, financian proyectos para investigar o estudiar cualquier cosa en Nuestra América. Otorgan becas a sur americanxs para estudiar allá, bien para acá, hacen investigaciones,  y la propiedad intelectual es de ellos sin dejar nada acá.

 

2 Silva, L. "El aparente dilema entre cultura científica y cultura humanística (Refutación a Mario Bunge)". En: La interpretacion femenina de la historia y otros ensayos. Caracas: Fundarte (pp.47-88)

 

3 Préstamo (s. XV) del latín universitas, universitatis ‘universalidad, totalidad’

 

Ivel Urbina Medina es antropóloga e investigadora en el Museo Antropológico “Francisco Tamayo Yépez”, Venezuela

ivel35amas@hotmail.com

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/208328
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