Un Yo diluido

13/04/2020
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Lo Diminuto viral estremece al mundo. Lo inmensamente pequeño nos amenaza, pone en jaque, en aprietos al planeta entero, el aleteo viral se siente al otro lado del océano. La vida es frágil. Lo particular del Covid 19 es que apenas se lo conoce, es nuevo y por lo mismo nos cogió por sorpresa, sin conocerlo, sin saberlo cómo es y cómo se comporta como para poder desprender sus antídotos, los remedios que lo contrarrestan y disminuyen sus amenazas de muerte. Dicho hasta la saciedad por todos y en especial por sus conocedores, lo esencial en estos momentos es ganar tiempo en el menor número de contagiados, de suceder en masa, ello haría colapsar al precario sistema de salud y en particular las pocas camas UCI, Colombia no alcanza las 6 mil unidades. Son éstas unas sociedades capitalistas tan soberbias, que tan sólo se interesan por sus ganancias, las personas tan sólo son piezas de sus máquinas de hacer dinero. Es una evidencia triste y vergonzante, la epidemia amenaza muerte sin compasión a causa de sistemas de salud débiles por ser hijos del capitalismo insolidario que tan sólo ve ganancias y nada de proteger a la población. Toda esta crítica es ya muy conocida, incluso visionada con la discusión de la devastación planetaria, de la destrucción paulatina que hacemos del oikos, del planeta, de nuestra casa común. Pero acá, en estos ligeros trazos queremos enunciar los efectos producidos por aquella pandemia.

Tejido social derruido

El confinamiento destruye el Tejido Social. Uno muere cuando deja de ser nombrado, el aislamiento es una muerte más severa que la muerte en sí misma, esa que los médicos certifican con la ausencia de los signos vitales. En el aislamiento se muere mucho peor porque se mata todo aquello en lo que nos reafirmamos. Ese otro con el que me reafirmo y que es mi alter ego, un paisaje encantador no es nada sin ese otro con el cual compartirlo, sin esa compañía amiga, sólo, solitario, me privo de ese placer real, es la magia que tiene ese otro que se funde con mi yo, o mucho mejor, ese otro que hace posible el disfrute, somos seres sociales, confinado nuestro yo se diluye, sufrimos, padecemos en calles desoladas, morimos de tristeza.

El aislamiento mata

Tanto el aislamiento como la inmovilidad matan. Somos seres sociales, sin lazos en los cuales apoyarnos claudicamos. Otro tanto sucede con la no libre circulación, con no poder movernos, el paciente comienza con llagas hasta perder sus funciones motrices que lo llevan al morir. Y así sucede con todo el cuerpo social, con toda la sociedad, sin circulación no existe comunidad. La humanidad empezó con el movimiento, poder ir de cacería para proveerse de los alimentos. Luego nos hicimos sedentarios, siguió el movimiento, pero en la propia parcela, domesticamos plantas y animales, el movimiento continuó en un perímetro más restringido, pero se ganó en el movimiento para la producción y claro, para la circulación e intercambio con otros grupos humanos, yo cultivo ésto, aquél aquello, y ambos intercambiamos los diferente producido. Hoy la circulación, los intercambios nos siguen definiendo, sin ellos morimos: sin poder abastecernos en lo producido, importado de muchas partes del mundo, con los hipermercados sin comida, nuestra existencia peligra.

Arrojados a las soledades

Es cierto que ante el desbocado capitalismo, todo va rápido, no hay tiempo para conversar con el amigo, no hay tiempo dedicado a mi yo interior, crear momentos de soledad, todo está plagado de ruido de fondo y sobre todo del chirriar de mercancías por acá y por allá, compramos ésto pero al otro día está obsoleto, la obsolescencia programada, el capital diseña para la compra constante porque nada hay duradero. Es cierto que estos tiempos pueden ser pausa, relentizar la economía llaman algunos, para alimentar ese yo interior y conectarlo con lo planetario, con ese todo interdependiente. Por lo demás, y, a decir verdad, la crisis planetaria será mayor a las epidemias hasta ahora sufridas, prevén que para décadas posteriores las muertes serán contadas, de no hacer algo pronto, en Miles de millones de humanos. El cambio climático, el denominado concepto Antropoceno es dónde debe virarse nuestras miradas. Que la crisis es oportunidad, se lo dice a diario, aprovechémosla entonces… toda pérdida es una ganancia, queremos decir que se pierda o debilite este sistema egocéntrico del capitalismo para obtener otro mejor, quizá el poder de cada uno, de las minorías.

La vanidad del poder

No dudan en confinar, se les ve cierto placer de tener a toda una población bajo encierro, sin hacer mayor esfuerzo, tan sólo acudiendo al miedo del contagio que amenaza muerte. Felices están muchos mandatarios ensayando el poder del miedo para manipular a sus gobernados, aplican metodologías, técnicas de control social hasta ahora ensayadas por dictaduras: invasión de la privacidad individual vía smaphone bajo pretexto de proteger la salud pública, Corea, por ejemplo. Cualquiera sea el poder es manipulación, ejercer dominio sobre otros para preservar privilegios para los dominantes. El Estado Moderno es la invención de la corrupción, cómo apropiarse de los excedentes producidos y privar de los mismos a la mayoría de la población, no distribuyen los recursos. Muy evidente con el precario sistema de salud, ante un virus inédito las gentes quedan expuestas. Ante el confinamiento los más vulnerables son los pobres que día a día salen al rebusque en esa economía de la informalidad. Decimos vanidad del poder por esa insolidaridad, por esa falta de humildad de sabernos que unos a otros nos necesitamos, pero los poderosos lo desconocen.

El pensamiento crítico

Pensar es pesar, balancear para estar decidiendo lo conveniente. Pensar es, sapiencia, es saber, es sabor, conocer por vía de los sentidos. Saber y Amistad sugieren las raíces griegas de la palabra filosofía. Amigos del balanceo, de probar aquí y allí para poder saber lo más conveniente, sugiere también esta apreciación el viaje, el afuera, Serres sugiere la serendipidad, no tener método, uno va de viaje sin plan, y entonces se encuentra con las sorpresas de lo inédito, de lo incentivo.

Solo queremos reconocer en clave del agradecimiento a esos seres que propician lo inteligente haciendo posible que emerja lo diferente, señalando caminos por los cuales se puede caminar.

 

Mauricio Castaño H.
Historiador 
Colombiakritica

 

http://colombiakritica.blogspot.com/2020/04/un-yo-diluido.html?m=1

 

https://www.alainet.org/es/articulo/205867

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