La otra cara de la medalla

30/03/2020
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La extensión del coronavirus, y los daños que infiere a la humanidad, exigen plantear temas del debate que interesan a millones. En todos los continentes y países la COVID 19 asoma como un reto ineludible y obliga a pueblos y a gobiernos a adoptar medidas en aras de proteger a la misma especie humana.

 

Ocurre, sin embargo, que no en todos los casos las respuestas -ni las acciones- son las mismas. Mientras algunos se empeñan de verdad en una guerra justa y abierta en defensa de la salud de todos; otros trivializan el asunto, y hasta se burlan con descaro porque no les importa lo que ocurra más adelante. 

 

A esta última especie pertenecen personajes que, lamentablemente, tienen poder y están en capacidad de decidir la suerte de millones. Donald Trump, el ocasional inquilino de la Casa Blanca, es uno de ellos.

 

Sostiene alegremente que esta es una gripe que “ya pasará”, en la que “sólo mueren los viejitos”; y que, ante ella, no hay nada que cambiar: la gente debe seguir reuniéndose, trabajando, divirtiendo y abstrayendo de preocupaciones.

 

En la misma línea, Jair Bolsonaro -el deplorable mandatario brasileño- busca aprovechar la crisis para autorizar a las empresas a despedir a los trabajadores que no asistan a sus centros de trabajo cuatro días consecutivos.

 

Y Sebastián Piñera y Jesica Añez –la boliviana- la usan para diferir compromisos cívicos que se vieron forzados a aceptar por demanda pública: en Chile, se suspenderá el plebiscito de abril para abolir la Constitución heredada de la dictadura; y en el país altiplánico se pospondrá, sin fecha, el proceso electoral nacional programado para el 3 de mayo.

 

Cada uno busca arrancarle un hueso a la presa que tiene al frente, eludiendo el tema central: la salud de la población. En el fondo, lo único que les importa, es el “modelo” al que no están dispuestos a renunciar.

 

De alguna manera lo han sostenido aquí diversos voceros de la clase dominante. Para algunos, las medidas dispuestas por el gobierno son “excesivas”, “innecesarias” y hasta “alarmistas”. Y para otros, apenas un pretexto para cuestionar el régimen económico vigente.

 

No quieren percibir la realidad: la pandemia que nos visita, exige un Estado más fuerte y un mercado subsidiario. Y no al revés. Si nuestro país carece de posibilidades reales de enfrentar la amenaza que se cierne ahora, ello sólo puede atribuirse al hecho que el Estado fue privado -por mandato de la Constitución del 93- de la posibilidad de construir un esquema social amplio y seguro que nos hubiese permitido defender a la población en mejores condiciones.

 

Los gobiernos que defienden el “modelo” hoy vigente, omiten que sus países son víctimas de los efectos más devastadores de la pandemia. Estados Unidos se ha convertido ya en el centro de la expansión del virus. Sólo la ciudad de Miami, muestra más de mil afectados por el mal.

 

Las “potencias capitalistas” -Estados Unidos, España e Italia- viven dramas inenarrables.  Allí, los gobiernos derechistas impusieron “ajustes” neoliberales inmisericordes que hoy naufragan. Por lo demás, en auxilio de la patria de Giuseppe Verdi, no acude la Unión Europea. Sólo China, Rusia, Cuba y Venezuela.

 

La otra cara de la medalla es la pequeña Cuba. Haciendo honor a la experiencia de sus últimas seis décadas, irradia ternura, solidaridad y heroísmo. Una breve selección de sus acciones, tomada a desgaire de las misas redes sociales, lo confirma “Cuba Debate”. Veamos:    

 

El trasbordo el 18 de marzo de los pasajeros del crucero británico MS Braemar, quienes, desde el 8 de marzo, estuvieron confinados con cinco casos positivos a la COVID-19, mientras otros países les negaban ayuda. Hoy todos -pasajeros y tripulantes- están sanos y salvos en sus hogares.

 

La selección por las autoridades sanitarias chinas del interferón cubano alfa 2B (IFRrec), entre otros 30 medicamentos para combatir la COVID-19. Hoy, China confirmó que tiene ya la vacuna contra el virus.

 

La llegada de delegaciones médicas cubanas a Venezuela, Nicaragua, España e Italia para apoyar la estrategia de contención de la COVID-19. En 19 países operan las Brigadas Cubanas de Salud para urticaria del Imperio.

 

La presencia en el corazón de la golpeada Lombardía de una brigada de 52 médicos y enfermeros cubanos trabajando en condiciones de campaña. Con ellos, médicos rusos y chinos trabajan por la salvación de miles de afectados.

 

La solicitud de países en América Latina y el Caribe, Europa, África y Asia de contar con personal cubano especializado en el enfrentamiento a enfermedades transmisivas. El Perú ha dado algunos pasos en esa dirección, pero pareciera que las autoridades temen “el veto” de Washington.

 

Esta realidad resulta sencillamente irrebatible. Y se produce a partir de un país acosado, bloqueado desde hace sesenta años, abandonado muchas veces por sus Pares Regionales y la Comunidad Internacional.

 

 Se genera desde un pueblo nutrido por las mejores enseñanzas de la historia y que hoy salva la vida y extiende la mano generosa a millones de personas.

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/205566
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