El monopolio del Canal y la invasión

17/12/2019
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Panamá: 20 de diciembre de 1989
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Fragmento del libro de Julio Yao, El Monopolio del Canal y la Invasión a Panamá (2019), con motivo del 30 aniversario de la invasión el 20 de diciembre de 2019, en el que revela el documento SECRETO-SENSITIVO del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos (6 de abril de 1986) que decidió la DESESTABILIZACIÓN de Panamá para cancelar los Tratados Torrijos-Carter, recuperar el Canal y mantener el control perpetuo de la vía acuática SIN EL CONSENTIMIENTO DE PANAMÁ. 

 

Al fracasar la desestabilización al no poder expulsar al Comandante de las Fuerzas de Defensa y jefe de gobierno, Manuel Antonio Noriega, Washington decidió invadir brutalmente a Panamá, que carecía de Ejército, Fuerza Aérea, Marina, defensa antiaérea y radares, y que sólo contaba con un pie de fuerzas efectivo de 3,500 combatientes, ya debilitadas y divididas por un golpe militar que fracasó, coordinado por el Comando Sur dos meses antes el 3 de octubre de 1989.  

 

Contra ellos y contra la población civil indefensa, Estados Unidos lanzó 40,000 soldados (incluidos los 14,000 estacionados en Panamá) -- la más grande proyección militar desde Vietnam -- que en las primeras 14 horas lanzaron más de 400 bombas, sin incluir los aviones invisibles Stealth-F117 y cientos de helicópteros Apache.  No se conocen exactamente las cifras de muertos y heridos, que el autor, basado en la Comisión  Independiente del ex Procurador de EU, Dr. Ramsey Clark, estima en 3,500 muertos y  8,000 heridos (la Comisión de Ramsey Clark afirma que fueron de 4,000 a 6,000 panameños muertos).  Según Julio Yao, el 80% correspondió a población civil. 

 

Yao fue asesor personal del Canciller de la Dignidad, Juan Antonio Tack, negociador del Tratado del Canal, y del general Omar Torrijos.

 

 EL MONOPOLIO DEL CANAL Y LA INVASION A PANAMÁ 

(FRAGMENTO DEL LIBRO DE JULIO YAO)

 

INVASIÓN A PANAMÁ Y DEFENSA DEL MONOPOLIO SOBRE LA RUTA INTEROCEÁNICA

 

El mejor ejemplo de que Estados Unidos está dispuesto a todo antes que ceder el monopolio o el control del Canal a otras potencias es lo que hizo contra Omar Torrijos y Manuel Antonio Noriega por sus negociaciones con Japón para construir un nuevo Canal al Nivel del Mar en Panamá.

 

Luego de la firma de los Tratados Torrijos-Carter, se suscitó un alto grado de interés en un nuevo Canal al Nivel del Mar entre Estados Unidos (bajo Jimmy Carter), Panamá y Japón, pero al asumir Ronald Reagan la presidencia en enero de 1981 Estados Unidos se mostró más bien inclinado a estudiar las alternativas al Canal a Nivel. 

 

El General Torrijos apoyó la participación de Japón en el Canal al Nivel del Mar y se firmaron Declaraciones Conjuntas entre ambos países.[1]  Pero Omar Torrijos murió en un atentado el 31 de julio de 1981 en circunstancias no esclarecidas, dos meses después que el presidente Jaime Roldós de Ecuador falleciera de la misma manera, junto a su esposa y altos mandos militares.  Torrijos no deseaba continuar la relación de dependencia que Panamá había padecido con Estados Unidos y pensó que Japón brindaría algún contrapeso.  Noriega compartía esta preocupación.

 

Dos meses antes de su muerte, el General Torrijos conversó con el excanciller Juan Antonio Tack en Farallón y le informó sobre su decisión de establecer relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y con la República Popular China.  Por estas mismas fechas, el embajador especial Chou Nan, quien vino a Panamá como embajador adjunto del embajador Huang Hua al Consejo de Seguridad en Panamá en marzo de 1973, también conversó con el General Torrijos sobre este tema.  Torrijos le propuso a Tack ser el primer embajador de Panamá en la Unión Soviética y éste aceptó de inmediato, pero la muerte del General Torrijos dejó esta tarea que, aún (27 años después) está pendiente en lo que respecta a China Popular.[2]

 

Reagan nunca estuvo de acuerdo con permitirle a Japón acercarse al control sobre un nuevo Canal y, en vista de que las decisiones debían tomarse por unanimidad, jamás designó a sus representantes ante la Comisión Tripartita (Estados Unidos, Japón, Panamá) con el propósito de boicotear sus labores totalmente.    Agentes de Reagan presionaban a Torrijos para que renegociara los Tratados del Canal y se alejara de los japoneses, pero éste no se dejó intimidar.

 

Como lo explica John Perkins en su libro Confesiones de un Sicario Económico:

 

“Bechtel era la compañía de construcción e ingeniería más influyente de los Estados Unidos.  Su presidente y principales funcionarios incluían a George Shultz y Caspar Weinberger, quienes despreciaban a Torrijos porque apoyaba efusivamente un plan japonés para reemplazar el canal existente con uno nuevo y más eficiente.”[3]

 

Al ver que Torrijos coqueteaba con los japoneses, los directivos de la Bechtel Corporation como George Shultz, Casper Weinberger y otros altos funcionarios de Washington, lo odiaban ya que con Japón a cargo del nuevo esquema, la Bechtel quedaría marginada del más importante proyecto del siglo.  Ya antes, John Dean, miembro del Consejo de Seguridad Nacional, durante las sesiones sobre Watergate, en 1973, había explicado ante el Senado los planes de Estados Unidos para asesinar a Torrijos y, en 1979, sobre los planes de la CIA para asesinar tanto a Omar Torrijos como a Manuel A. Noriega.[4]

 

Moisés Torrijos, hermano de Omar, me informó personalmente en 1983 que él había contratado una investigación independiente, la cual reveló la participación de la CIA en la muerte del jefe de gobierno y exigió una investigación independiente y a fondo, pero el Partido Revolucionario Democrático y algunos miembros de la familia de Torrijos se opusieron.  La operación contra Torrijos se conocía como “Halcón en vuelo”.

 

El 10 de diciembre de 1985, el Almirante John Poindexter, recién nombrado jefe del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, llegó a Panamá y le exigió a Noriega que las Fuerzas de Defensa encabezaran una invasión a Nicaragua.  El plan consistía en que Nicaragua se defendería de Panamá, y ello justificaría la invasión de Estados Unidos a Nicaragua para defender a Panamá y el Canal conforme al Tratado de Neutralidad.  Noriega se negó.[5]

 

Desaparecido Torrijos, Noriega continuó desarrollando contactos con Japón en torno a su iniciativa del Canal al Nivel del Mar e incluso fue recibido a fines de 1986 en Tokio como jefe de Estado sin serlo formalmente.  Estados Unidos presionó a Noriega para que se desvinculara de los japoneses.

 

Constantine Menges, miembro del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, también presionó a Noriega, y uno de sus asistentes en dicho consejo amenazó en Washington al Tte. Coronel Daniel Delgado, actualmente ministro de Gobierno y Justicia, para que las Fuerzas de Defensa dejaran el poder.  Ya antes le habían exigido a Noriega que Panamá rompiera con el Grupo de Contadora para la Paz en Centroamérica, que se permitiera el entrenamiento de los “contras” en la Zona del Canal, que la Escuela de las Américas, expulsada en 1984, regresara a Panamá, y que se abrogaran los Tratados Torrijos-Carter.  Según lo han confirmado testigos presenciales, Noriega rechazó las presiones de Poindexter, quien le amenazó con “atenerse a las consecuencias”.  Así se originó la campaña desestabilizadora a partir de 1985.

 

Estados Unidos ordena la desestabilización de Panamá para mantener el control sobre la ruta interoceánica

 

Cuando me encontraba elaborando (prestado por la Universidad de Panamá al Gobierno Nacional) la Solicitud de Demanda del gobierno de Panamá contra el gobierno de Estados Unidos ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya por violaciones a los Tratados y el Derecho Internacional durante la campaña de desestabilización a Panamá, previa a la invasión del 20 de diciembre de 1989, el Presidente Encargado de la República, Licenciado Manuel Solís Palma, me envió el 25 de julio de 1988 una copia de un acta de una reunión del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos fechada el 8 de abril de 1986 a las 3:30 p.m., de la cual se hicieron solamente siete copias.[6]  Los asistentes fueron:  el Presidente Ronald Reagan, el vicepresidente George H. Bush, el director del CSN, Almirante John Poindexter; el Secretario de Estado George Shultz; el Secretario de Defensa, Casper Weinberger (los dos últimos son directores de Bechtel Corporation); el Comandante de las Juntas de Estado Mayor, General Colin Powell, y un séptimo miembro del CSN. 

 

El presidente Solís Palma envió dicho documento a otras tres personas:  al Ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Eduardo Ritter; al embajador de Panamá en Japón, Alberto  Calvo; y al licenciado Juan Antonio Tack (Para  Julio Yao), excanciller y exjefe del equipo negociador panameño de 1970 a 1976, quien nos acompañó en la elaboración de la demanda. 

 

Por su importancia transcribimos íntegramente el memorándum, clasificado “SECRETO/SENSITIVO” (la traducción y las negritas son nuestras), fechado en abril de 1986, cuatro meses después de las amenazas del director John Poindexter.  Lo revelamos por primera vez y como una primicia en este Seminario sobre Haya de la Torre y la Internacionalización del Canal.[7]

 

Memorándum Secreto/Sensitivo del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos sobre el Canal de Panamá

 

“Solamente siete copias de este documento han sido hechas.  Distribuidas en preparación para reunión del CSN (NSC), martes, 8 de abril, 3:30 PM.  La Reunión duró aproximadamente 1 hora.  Asistieron Reagan y el grupo del CSN.

“Reunión para tomar decisiones

 

SECRETO/SENSITIVO

 

ASUNTO: Documento introductorio (“background paper”, el autor) para reunión del CSN sobre el Canal de Panamá, 8 de abril de 1986.

 

“De acuerdo con los tratados Torrijos-Carter suscritos en 1977, el 1 de enero de 2000 Panamá se hará cargo completamente de la operación-administración del Canal.  Este suceso, a menos de 14 años, privará a Estados Unidos del control sobre la estratégica vía acuática.

 

“Este documento ofrece… una valoración de temas planteados en el memorándum del CSN de… 1986.

 

LOS TRATADOS TORRIJOS-CARTER, EL CANAL DE PANAMÁ Y ESTADOS UNIDOS

 

“(1) Luego de varios años de debate, en 1977 la Administración Carter suscribió nuevos tratados del Canal con Panamá.  A través del debate en el Congreso sobre el tema, se vio claramente que en los Estados Unidos había una oposición generalizada a algunos aspectos de los tratados.  El asunto básico es aún garantizar el Control de Estados Unidos sobre la vía interoceánica, manteniéndola libre de influencia soviética después del año 2000.

 

“(2) Perder el Canal tendrá serias consecuencias políticas, económicas y estratégicas para Estados Unidos. Tan pronto Estados Unidos se haya retirado de la Zona del Canal, el gobierno panameño podría estar expuesto a la intervención cubano-soviética en la región, y la actual y futuras vías interoceánicas serían amenazadas. Además, cerca del 10 por ciento del comercio de Estados Unidos, que al presente transita el Canal, será afectado.  En el caso que la OTAN sea atacada, el 50 por ciento o más de los refuerzos planificados de hombres y materiales sería interrumpido.

 

“(3)  Los tratados Torrijos-Carter contemplan un estudio de factibilidad sobre un nuevo canal; hacia fines del siglo, el actual será inadecuado para manejar las necesidades crecientes del transporte marítimo mundial.  Las FDP (Fuerzas de Defensa de Panamá, el autor) iniciaron el comité[8] con dos ideas definitivas:  primero, el estudio de factibilidad deberá probar la inconveniencia de un nuevo canal a fin de asegurar la extensión del actual, y segundo, en el caso de que no se llegue a esta conclusión, garantizar la participación de Japón, Europa Occidental y Latinoamérica en la planificación y financiamiento, para impedir que Estados Unidos controle directamente el nuevo canal.  Japón se ha integrado con entusiasmo al comité tripartito, haciéndole el juego a los panameños y asegurándose por anticipado su parte del control sobre el canal.  Japón es el reto económico fundamental para Estados Unidos, y dentro de 15-20 años podría convertirse en la potencia industrial líder a nivel mundial.  Si, además, controla un nuevo canal en América, podría eventualmente ejercer influencia económica decisiva en el Hemisferio Occidental, expulsando a Estados Unidos de su área natural de influencia.

 

POLITICA HACIA PANAMA Y LOS TRATADOS.

 

(1)  Necesitamos una política orientada a asegurar nuestro control sobre el Canal de Panamá mucho más allá del año 2000.  Informes sobre corrupción entre oficiales de alto nivel de las FDP ofrecen una oportunidad para lanzar una campaña para desestabilizar a Panamá y legítimamente abrogar los tratados.  Esta política debe ser manejada de tal manera que no socave nuestras relaciones bilaterales con las FDP, ponga en peligro nuestras instalaciones militares existentes o nos confronten con la necesidad de intervenir directamente con tropas de Estados Unidos para controlar la situación y proteger nuestros intereses en el Canal.

 

(2)  Nuestro objetivo es desestabilizar el país sin arriesgar nuestra presencia e influencia allí, y al mismo tiempo tener una base legítima para abrogar los Tratados Torrijos-Carter.  Nuestra política debe desarrollarse a lo largo de las siguientes líneas: una campaña de acciones encubiertas para desestabilizar a Panamá, acusando a las Fuerzas de Defensa de Panamá, particularmente el General Noriega, de tráfico de drogas (“drug dealing”, el autor), de cooperar con terroristas latinoamericanos, fraude electoral durante las elecciones presidenciales, y de estar vinculados a los servicios de inteligencia cubano y de Estados Unidos. Nada debemos hacer para refutar o negar estos cargos, pero al mismo tiempo debemos cuidar de que Estados Unidos no aparezca involucrado en esta campaña.

 

(3)  Debemos mantener nuestra participación en el estudio de factibilidad trilateral, conjuntamente con Panamá y Japón.  Sería sabio alentar la participación técnica japonesa, sin permitir que Japón domine el proyecto.  Debemos prevenir cualquier involucramiento de Europa Occidental o Latinoamérica.  Los proyectos deben claramente especificar que la seguridad permanecerá en manos de Estados Unidos y que Panamá no debe esperar una jurisdicción individual.

 

(4)  Debemos continuar con Operaciones Psicológicas a fin de convencer al público americano y panameño de que los soviéticos están considerando la construcción de una vía acuática interoceánica a través de Nicaragua.  Esto dañaría la relación bilateral entre Panamá y Nicaragua, y desacreditar a los sandinistas en el Hemisferio Occidental.” (Fin del Acta Secreta-Sensitiva)[9]

 

Objetivos y pretextos de Estados Unidos

 

Adviértase que el acta transcrita menciona como “objetivo básico” la recuperación del control del Canal mediante la cancelación de los Tratados Torrijos-Carter y la eliminación de Japón de las negociaciones con Panamá, en tanto que la democracia, la corrupción, los derechos humanos, la “amenaza soviético-cubana”, el narcotráfico y el “doble espionaje” de Noriega aparecen como meros pretextos.  En la óptica del documento secreto/sensitivo -- ciertos o no los cargos lanzados contra Noriega -- nada de lo enarbolado por la oposición (centrada en la Cruzada Civilista, apoyada por Estados Unidos) era lo esencial, ya que tales acusaciones solamente servirían como apoyatura a su objetivo de recuperar el control del Canal.  La historia debe ser reescrita, como ya hemos empezado a hacer.

 

La desestabilización previa a la invasión (1985-1989) destruyó a Panamá mediante bloqueos económicos, comerciales, financieros y a nivel de las instituciones internacionales de crédito, agresiones militares desde la Zona del Canal, intervenciones masivas dentro de asuntos internos de Panamá, guerra mediática nacional e internacional, cientos de operaciones encubiertas, dos intentonas de golpe cuartelario y otras acciones.

 

Cuando Estados Unidos ya no pudo derrocar al “régimen Noriega-Solís Palma”, a pesar de haberlo declarado enemigo mortal y amenaza a la seguridad e intereses vitales de Estados Unidos en marzo de 1988 mediante Poderes Especiales en Tiempos de Emergencia, Estados Unidos recurrió a la invasión y ocupación del territorio nacional (1989-1993) con miles de muertos y heridos y enormes daños materiales.  Juramentaron al nuevo “gobierno” dentro de una base militar minutos antes del inicio de la invasión a medianoche, tomaron control absoluto del Estado panameño y reorganizaron todas sus instituciones y dependencias a su placer, empezando con el desmantelamiento de las Fuerzas de Defensa de Panamá, la creación de la Policía Nacional y el sometimiento de la seguridad nacional panameña a la seguridad (aparatos de inteligencia) de Estados Unidos.

 

Estados Unidos solamente restauró su política canalera tal como fue enunciada por Rutherford Hayes en 1880.  De este modo, la etapa del proceso, que unos llaman “revolucionario” y otros, “dictadura militar”, fue solamente una molestosa pausa en el cumplimiento perpetuo de aquélla.

 

No era la primera vez que ocurría.  En mayo de 2002, el padre Miguel D’Escoto, excanciller de Nicaragua sandinista, se encontraba desayunando conmigo en México durante la Segunda Conferencia Mundial de Solidaridad con Palestina y, al referirle la saga del Canal japonés y sus vínculos con la invasión, sorprendido me espetó: 

 

“Eso nos ocurrió también a nosotros.  Cuando se construía el Canal en Panamá, los nicaragüenses negociaban en secreto en París con Japón en 1910-11, para construir también nosotros un Canal.  Los servicios de inteligencia de Estados Unidos se enteraron e inmediatamente urdieron un golpe militar y tomaron el poder a través de un presidente títere que ellos instalaron.  Así se inició la ocupación militar de Estados Unidos en Nicaragua.”[10]

 

Estados Unidos no permitiría que otro Canal rivalizara o compitiera con el Canal de Panamá, menos si este otro Canal fuera a quedar en manos de Japón.

 

Cuando la “Comisión Tripartita para Estudios de Alternativas al Canal” se reunió por primera vez, ya reestructurada tras la invasión y bajo plena ocupación militar, los representantes panameños en la misma habían sido cambiados, en tanto que los miembros panameños de la Comisión del Canal lo fueron igualmente, aparte de que el primer panameño (Tomás Gabriel Altamirano Duque) que iba a ser designado Administrador del Canal – propuesto por el General Noriega – a partir del 1 de enero de 1990, fue reemplazado por otro (Gilberto Guardia) propuesto por el gobierno colaboracionista y aprobado por Estados Unidos. 

 

Durante el acto de entrega del Informe Final de la Comisión Tripartita, en el que se recomendaba la alternativa del Tercer Juego de Esclusas y se desechaba el Canal al Nivel del Mar, el Embajador de Japón en Panamá hizo críticas durísimas durante nueve horas a la Comisión por la manera arbitraria y salvaje como se había llegado a tal conclusión.

 

Tras la invasión, Japón inició el desmantelamiento de toda su organización comercial y económica en Panamá y retiró todos sus proyectos de cooperación y ayuda.  Japón tenía a Panamá como centro de sus operaciones en toda Latinoamérica y el Caribe.  Con posterioridad a la invasión, se produjeron asesinatos, secuestros y atentados terroristas a funcionarios y empresarios japoneses en Panamá, El Salvador, y otros países de Centroamérica.

 

Es necesario consignar que, si bien el gobierno de Estados Unidos presionó al "presidente" Guillermo Endara para reinstalar las bases y revocar los Tratados del Canal, éste se negó.  En cambio, el presidente Ernesto Pérez Balladares (PRD) trató el tema con el presidente Bill Clinton, pero no hubo acuerdo porque Estados Unidos no estaba dispuesto a pagar a Panamá por las bases militares después del 31 de diciembre de 1999.   En su lugar, se negoció el Centro Multinacional Antidrogas, un centro controlado por Estados Unidos, iniciativa que naufragó por la oposición local e internacional.[11]  El negociador por Estados Unidos fue John Negroponte.  Por Panamá, Jorge Eduardo Ritter.

 

Notas

 

[1] Charlotte Elton.   ¿Rivales o Aliados?  Japón y Estados Unidos en Panamá (Panamá: Centro de Acción Social de Panamá, 1990).

[2] Esta información, añadida al texto de la conferencia, me fue entregada por el excanciller Juan Antonio Tack, el 23 de agosto de 2008.  A su regreso de Farallón, Chou Nan invitó a Julio Yao a una cena en el restaurante Interchina, donde le confió lo conversado con Torrijos dos meses antes de su muerte.

[3] John Perkins.    Confessions of an Economic Hit Man (Confesiones de un Sicario Económico) (San Francisco, Cal.: B-K Publishers, Inc., 2004), pág. 160.

 [4]Ibid.

 [5] Julio Yao.  “Para entender la invasión de Estados Unidos a Panamá”, El Panamá-América, 18, 19 y 20 de noviembre de 2000,  con motivo de la celebración en Panamá de la  XX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.  Fue en esta Cumbre cuando Luis Posada Carriles y otros terroristas intentaron asesinar al presidente de Cuba, Dr. Fidel Castro., y fueron arrestados.

[6] En la reunión estuvieron presentes con toda seguridad el presidente Ronald Reagan, el Vicepresidente George H. Bush, Casper Weinberger, Secretario de Defensa, George Shultz, Secretario de Estado, William Casey, director de la CIA, John Poindexter, director del CSN y…, en su mayoría directivos y accionistas de Bechtel Corporation, la más grande compañía constructora de Estados Unidos, cercana a los republicanos.

 [7] La traducción es responsabilidad del autor.

[8] Se refiere a la Comisión Tripartita para Estudios de un Canal a Nivel del Mar (Japón, Estados Unidos y Panamá) instaurada a principios de la década de los ochenta.

[9] Ver el texto original, en inglés, Anexo 1.

[10] Entrevista del autor con Miguel D’Escoto, excanciller de Nicaragua, en México, D.F., 2 de mayo de 2002.  Tales fueron sus conceptos básicos.

[11] El CMA fue negociado por John Dimitri Negroponte, por Estados Unidos, y Jorge E. Ritter, por Panamá, excanciller de Noriega.

 

 

julioyao1@gmail.com

https://www.alainet.org/es/articulo/203895
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