Bolivia: El candidato imperial
- Análisis
Este 7 de diciembre, Luis Fernando Camacho ha dado otro golpe. Esta vez a su “aliado”, el traidor de Potosí, Marco Pumari, quien culpó a Camacho de “patear el tablero” por excluirlo sorpresiva y unilateralmente del binomio que estarían formando para la candidatura presidencial.
Sin terminar de constituirse los vocales de los tribunales electorales, responsables de convocar a elecciones, los “líderes cívicos” del golpe neofascista-policial-militar ya caminan divididos. Cuestión que se sobrecalienta con el también golpista Carlos Mesa, que ha anunciado su interés en volver a participar en los comicios.
Sin principios, entre traiciones internas, el hoy fraccionado eje golpista-neocolonial es apuntalado y monitoreado por el imperialismo. ¿Quién es el candidato del imperialismo?
Sin duda el candidato imperial es el “anti-masismo”, el cual se conforma de la fórmula económica-política-cultural neocolonialista, infrasoberana, dotada de un entreguismo anti-nacionalista total. Este candidato es un agente del saqueo imperial cuyo unívoco programa consiste en la transferencia de las riquezas naturales (litio, hidrocarburos, agua) de los territorios de Bolivia a la órbita del gran capital estadounidense, en el sumergimiento de las riquezas bolivianas y nuestroamericanas a las relaciones de explotación internacional llevadas hoy a Estado de excepción global por la extrema derecha trumpista.
En términos geopolíticos, el candidato imperial es el representante de un gobierno satélite cuyo principal objetivo es socavar intereses comunes de integración regional, proyectos de fortalecimiento de un mundo multipolar, en suma, un agente exportador del proceso de contrarrevolución abierto en la región. Es también el portavoz de la fascistización de la cultura, de la intolerancia y del odio contra el Estado indianizado.
Ese candidato imperial solo puede ser el “anti-masismo”. Si bien el conjunto de precandidatos del eje golpista son siervos ceñidos a la férula imperial, para el imperio, no es de interés si el candidato es azul, amarillo o marrón. Este candidato terminará por definirse y asegurar su nombre en el momento en que se despeje con claridad el nivel de preferencias electorales que logren los competidores del eje golpista. Evidentemente, el que disponga de las mejores condiciones y de la mayor aprobación “popular” será el candidato imperial.[1]
El “jefe de campaña” del candidato imperial (el gobierno golpista de Áñez)
Para el caso del eje golpista, tiene más relevancia el “Jefe de campaña” que el nombre de los candidatos. ¿Quién es el jefe de campaña del candidato imperial?
El “jefe de campaña” es el “gobierno de transición” que encabeza la golpista Jeanine Áñez, y que de modo anticonstitucional hoy dirige toda la maquinaria política, económica, judicial, militar y gubernativa del aparato estatal para liquidar las capacidades políticas de la estructura política del MAS, y por consecuencia, favorecer al “anti-masismo” que es el verdadero rostro del candidato imperial.
De este modo, son totalmente falsas las declaraciones del gobierno de facto respecto a que el gobierno (golpista) de la señora Áñez “no va hacer política con ningún candidato y no va a apoyar a ningún candidato”.
Todo lo contrario. Dicho gobierno se ha establecido como nuevo Estado de excepción para constituir condiciones de control político, judicial, militar e ideológico-mediático que lleve a la desarticulación y desmovilización de las fuerzas del MAS y a la pulverización de su representatividad de masas para los próximos comicios.
Todos los órganos y poderes del Estado en manos de lo que se pretende encubrir como “gobierno de transición democrática”, se encuentran abocados bajo las directrices de una guerra híbrida contra el MAS y sus dirigentes, militantes y movimientos sociales afines, las cuales buscan impedir su organización y fortalecimiento ideológico.
“Fraude criminal”, “corrupción”, “terrorismo”, “robo a las arcas públicas”, etc., son las pantallas necesarias del régimen de excepción para recubrir de “legalidad y constitucionalidad” la radicalización autoritaria (militar, de contra-inseguridad) en contra de la lucha social anti-colonialista y anti-imperialista.
Después de la designación del embajador estadounidense Walter Óscar Serrate en Bolivia y de la reunión entre la canciller de facto Karen Longaric y Roger Carstens (vicesecretario de Estado Adjunto para Democracia, Derechos Humanos y Trabajo del departamento de Estado de los Estados Unidos), la señora Áñez ha anunciado públicamente (6/12/2019) sus vínculos “diplomáticos” mantenidos con Mike Pompeo, el mismo que días atrás señaló que apoyará a las “democracias aliadas” de América Latina contra cualquier amenaza de sublevación social.
Bajo la ideologizante máscara de “reconstrucción democrática”, el gobierno golpista de Áñez, emprende una guerra política, judicial e ideológica (en última instancia militar) contra los “corruptos”, “terroristas” y “tiranos” del “gobierno dictatorial de Evo Morales”.
Como Jefe de campaña del candidato imperial, el régimen golpista de Áñez degrada las “elecciones justas, libres y transparentes” a una variante de nuevo tipo de las democracias tuteladas, restringidas y controladas made in USA.
No obstante todo este uso político de la “democracia” y el “Estado de derecho” para aplastar al adversario progresista, el Congreso Ampliado Nacional del MAS-IPSP ha hablado este mismo sábado 7 de diciembre. Nuevos tiempos de Emergencia Nacional, Resistencia y Unidad confirman que llevarán su combate hasta el final contra el golpe de Estado y la ofensiva neo-colonial e imperialista.
Nota
[1] La reciente experiencia brasileña muestra esto. Si las clases dominantes y el imperialismo estadounidense se corrieron con el candidato más iletrado, neoliberal y fascista fue porque única y exclusivamente nunca tuvieron otra opción, ya que el partido de derecha con mayor tradición neoliberal y fuerza electoral (PSDB) fue desplomado desde la campaña, y por tanto, el gran capital se corrió al fascismo que contaba con la mayor preferencia electoral entre los candidatos “antipetistas”. Para la disputa que se abre en Bolivia, vale la pena reflexionar sobre la estrategia imperial y su conjunto de recursos desplegados en las elecciones brasileñas (de primera y segunda vuelta) de octubre de 2018.
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