La tendencia salarial en China y las brechas con América Latina

01/12/2020
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En nuestro artículo anteriori señalamos el interés estratégico de BlackRock en extender y maximizar la superexplotación del trabajo en México así como en la explotación y depredación de sus recursos naturales.

 

Al destacar principalmente los menores costos laborales que tiene México en relación con China, Larry Fink, director del gigabanco y personificación viva del gran capital, promueve las inversiones del capital internacional hacia México. Incluso, señaló que “también” para “la mayoría de las empresas que fabrican en China”, el país latinoamericano es un “gran destino” para invertir.

 

De lo expresado por este gigabanco, ponemos de manifiesto dos elementos: 1) el interés estratégico del gran capital en explotar los “mejores costos laborales en comparación con China”, y que en este caso particular presentan países como México y su régimen de superexplotación del trabajo; 2) la tendencia ascendente de los salarios en China y su marcada brecha que se configura respecto a la tendencia salarial en las economías de América Latina, por ejemplo, México y Brasil.

 

Los significados de estos dos elementos exigen investigaciones a profundidad. En este artículo reflexionamos grosso modo sobre este segundo elemento: ¿Cómo se han movido los salarios en China? ¿Qué explica su impulso ascendente? ¿Qué nexos encontramos entre esta tendencia y la especificidad que adoptan las relaciones de explotación y superexplotación del trabajo? Responder estas preguntas sin duda nos arrojará luces sobre las peculiaridades que asumen las formas de explotación en la economía asiática, así como las modalidades específicas que persisten de modo estructural en Latinoamérica.

 

  1. ¿Cómo se han movido los salarios en China?

 

Como sabemos, el salario en China ha venido aumentando de modo sostenido desde mediados de la primera década de 2000. De acuerdo con el Global Wage Report 2018-2019 (OIT)ii, el crecimiento anual del salario real en China para el periodo 2000-2017 fue de 5.6%. En contraste, el de EEUU fue de 0.7%; Brasil 2.3%, y para el caso de México, -2.0%. Del mismo modo, en el periodo 2008-17, el crecimiento promedio del salario real en China fue de 8.2%. En EEUU el promedio fue de 0.63% y el de ALyC fue de 0.9%.

 

 

Según señala el estudio citado, China experimentó un incremento salarial del 280% entre 2004 y 2018. Véase por ejemplo el siguiente gráfico que abarca el periodo 2008-2017.

 

 

Respecto a otras economías del sudeste asiático, el siguiente gráfico muestra el crecimiento salarial chino en comparación a Tailandia, Filipinas, Indonesia y Malasia.

 

 

Para el año de 2016, los salarios en China fueron más elevados que los países más grandes de América Latina, a excepción de Chile. Incluso, según observamos en el siguiente gráfico, China mantiene salarios más elevados que algunos países de la Unión Europea como Rumania y Bulgaria.

 

 

De acuerdo con Euromonitor, el salario medio por hora en la industria de China se triplicó entre el 2005 y el 2016, para alcanzar los 3.60 dólares. En el mismo periodo, el salario en el sector industrial de Brasil cayó de US$2,90 a US$2,70. En México, la caída fue de US$2,20 a US$2.10 (ver gráfico).iii En contraste, en EEUU el salario por hora industrial pasó de 20 a 25 dólares en el periodo.iv

 

 

Respecto a México, en el siguiente gráfico observamos una evolución comparativa respecto del salario mínimo entre México y China, misma que pone de relieve una brecha salarial que se invierte y profundiza a partir de 2009-2010.

 

 

En el caso de la comparación del salario mínimo entre Brasil y China, observamos que en 2015-2016 se invierten las relaciones apreciándose la tendencia ascendente de China y un retroceso del salario en Brasil, mismo que no podrá recuperarse en la etapa del golpe de Estado contra los gobiernos del PT a partir de 2016.

 

 

 

  1. ¿Qué explica el ascenso salarial en China?

 

Desde los años post-crisis de 2008, la economía China se ha volcado hacia el establecimiento de un “nuevo modelo económico”. Este modelo implica una estrategia de desarrollo encauzada por un cambio en el motor del crecimiento desde la inversión y las exportaciones hacia el consumo privado sobre la base de un acrecentamiento del ingreso disponible. Desde el duodécimo Plan Quinquenal (2011-2015), China se ha propuesto impulsar una estrategia de crecimiento constante de la demanda interna, para lo cual un factor principal en dicha estrategia lo ha sido el incremento constante de los salarios. Aunado a ello, otros objetivos de China se han centrado en la diversificación productiva bajo el impulso de las industrias intensivas en conocimiento, el desarrollo de la innovación y la expansión de los servicios.

 

Circulación “dual” y soberanía tecnológica: Hacia la autosuficiencia económica

 

En el décimo cuarto Plan Quinquenal (2021-2025), discutido recientemente en la quinta sesión plenaria del XIX Comité Central del Partido Comunista, lo que observamos es la profundización de estas tendencias, ello dentro del contexto de la guerra comercial y tecnológica de EEUU en contra de China y los fracasados planes de “desacoplamiento” de Trump.

 

Lo que está ocurriendo en China es, en verdad, un proceso de mudanzas y profundizaciones en la dinámica de acumulación del capital, esto es, en lo que se constituye como el patrón de acumulación y reproducción del capital, lo cual debe investigarse a profundidad.

 

Dos pilares del Plan de China basado en la “autosuficiencia económica” y “desarrollo de alta calidad” sostienen la estrategia económica:

 

1) Ampliación de la demanda interna, crecimiento salarial, urbanización y expansión de servicios públicos;

 

2) Actualización industrial, soberanía y autosuficiencia tecnológica, innovación, desarrollo de la productividad.

 

Estos dos pilares se encuentran articulados en la denominada “estrategia de doble circulación”. Una circulación “interna” en tanto pilar de la economía, no obstante que podrá reforzarse recíprocamente con la circulación “internacional”.

 

Por el lado de la “circulación interna”, la estrategia busca la ampliación de la demanda interna. Se pretende robustecer el mercado interno, que si bien dispone de una población de 400 millones de personas con “ingresos medios”, se busca su ensanchamiento a 700 millones para el año 2025, esto es, la mitad de su población total. Al mismo tiempo, se ha fijado la meta de crecimiento del ingreso per cápita de 10 mil a 20 mil dólares para el año 2035, esto es, un incremento del cien por ciento respecto de 2019.

 

La importancia del mercado nacional como motor del crecimiento se refleja con la caída del peso de las exportaciones de la economía china en proporción de su PIB, de modo que bajo el nuevo Plan Quinquenal, en China veremos el mantenimiento y/o profundización de ello.

 

En el siguiente gráfico se observa el modo en que la economía china ha reducido el tamaño de las exportaciones en el PIB, continuando así con una tendencia orientada hacia la “circulación interna” como pilar de la economía. En el mismo gráfico, vemos en contraste el caso de México, al reflejarse la acentuación de la dependencia de la economía mexicana respecto de la economía externa. Sin duda es esto lo que permite explicar las condiciones que frenan o impulsan los incrementos salariales, y por ende, el lugar y tamaño del consumo doméstico, así como el modo en que participa la clase trabajadora dentro de éste. En el peso de las exportaciones en proporción del PIB, China pasa del 36% en 2006 al 18% en 2019, mientras que México pasa del 23% al 39% en el mismo período (ver gráfico).

 

 

Según refiere el embajador de China en México, Zhu Qingqiao, la demanda interna de China en 2019 alcanzó el valor de 12.6 billones de dólares y las proyecciones para 2035 sugieren que ésta será duplicada. En este sentido, otras proyecciones estiman que la importación acumulada de servicios en los próximos cinco años alcanzará los 2.5 billones de dólares y la importación acumulada de mercancías alcanzará 22 billones de dólares para la siguiente década.

 

La reproducción de la economía china no pretende una circulación “cerrada” sino una “circulación dual” abierta al mundo, una especie de fusión entre la economía externa e interna. El modo en que logre configurar las tensiones entre estas esferas de circulación (interna e internacional) terminará por delinear la forma específica mediante la cual se dinamice y reproduzca la economía china.

 

Por el lado de la “circulación internacional”, el gobierno pretende ofrecer mejores condiciones a las empresas extranjeras para que éstas puedan ingresar al mercado nacional poniendo en mayor relieve la demanda interna como plataforma de atracción para los recursos e inversiones internacionales. En un reforzamiento recíproco, estas esferas de la “circulación dual” impulsarán el intercambio económico de China con el mundo, fortaleciendo el papel de ésta en la división internacional del trabajo, empujando una mayor ampliación del mercado mundial, lo que a su vez incidirá también en la circulación “interna”.

 

Esta apertura de China anclada a la estrategia de “circulación dual” se revigoriza con la profundización de los planes y proyectos que involucran los procesos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) de “alta calidad”, el rol cada vez más importante del multilateralismo, y el nuevo acuerdo de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP) entre China y otros 14 países (Asia Oriental), que ha llevado a la creación del área de libre comercio con la mayor población involucrada del mundo (integrando al 30 por ciento de la economía mundial y a más de 2 mil millones de personas).

 

El segundo pilar elevado a estrategia nacional consiste en la autosuficiencia tecnológica, el desarrollo de la innovación, con gran énfasis en la autosuficiencia en semiconductores (chips), mayor desarrollo de la robótica e inteligencia artificial, infraestructura (física y digital), redes de quinta generación y centros de datos, ciudades inteligentes, vehículos autónomos, lo que a su vez exigirá un mayor gasto del Estado en investigación y desarrollo (I + D), el cual se ha proyectado muy próximo del 3% del PIB para 2025.

 

Sin duda, uno de los mayores impulsos de esta estrategia de “circulación dual” con la ampliación y profundización de una circulación “interna” en las esferas de producción, distribución y de consumo, estará sustentado en la aceleración de las potencias de las fuerzas productivas y tecnológicas.

 

Ahora bien, una vez expuesto el ascenso salarial en China, y argumentada su causalidad estructural vinculada a la ampliación de la demanda interna como base de las mudanzas en el patrón de reproducción del capital, podemos dilucidar sobre la importancia de las formas de integración y/o repulsión de los trabajadores al consumo, lo que implica tener en el centro de la discusión la especificidad que asumen las relaciones de explotación y superexplotación del trabajo en la dinámica que adopta el ciclo de acumulación y sus patrones de consumo.

 

Patrones de consumo y modalidades de explotación del trabajo

 

En las economías dependientes de América Latina, las relaciones de producción y de superexplotación del trabajo conformaron una estructura productiva que de modo permanente ha mantenido a la mayor parte de los trabajadores en un lugar secundario en los procesos consuntivos. La realidad objetiva de la superexplotación del trabajo cuyo significado reside en la violación del valor de la fuerza de trabajo (remuneración de la fuerza de trabajo por debajo de su valor e impedimento de la reproducción normal del trabajador), comprime las capacidades de consumo e impide la reproducción social “normal” de la mayor parte de los trabajadores. Ello genera una disociación radical entre el aparato productivo y el sistema de necesidades de la población trabajadora, configurándose así la especificidad de nuestros patrones de consumo y mercados nacionales (caracterizados por los problemas de realización) con decisivos impactos estructurales en la forma de reproducción (dependiente) de nuestras economías.v

 

A diferencia de ello, en los países centrales el desenvolvimiento del capitalismo logró la constitución de patrones de consumo de masas, esto al incorporar a los trabajadores al proceso de consumo sobre la base de procesos de explotación que empujan y aseguran la capacidad de compra de gran parte de la clase trabajadora. Nos referimos a los métodos de producción de plusvalía relativa. Con el incremento de la productividad en las ramas productivas de bienes-salarios, el capital disminuye el tiempo de trabajo necesario y acrecienta así el trabajo excedente, por lo que además de incrementarse la explotación del trabajo, puede mantener o incrementar el consumo de los trabajadores.

 

Ahora bien, si los procesos de la economía de China están impulsando la demanda interna y la incorporación de los trabajadores al consumo (salvadas todas las proporciones que conforman la heterogeneidad de una multitudinaria clase trabajadora), corresponde indagar bajo qué modalidades de explotación y superexplotación del trabajo pueden estarse desarrollando estos procesos. Y más aún si consideramos que la incorporación del trabajador en el consumo se estaría presentando en el orden del actual impulso de las fuerzas productivas y del desarrollo tecnológico que empuja la producción de plusvalía relativa.

 

Esta cuestión se complejiza cuando entretejemos el nexo de estos procesos con la dinámica de acumulación que en las últimas décadas las economías de América Latina han venido desplegando.

 

Del mismo modo en que América Latina participó con el abastecimiento de alimentos y materias primas industriales y coadyuvó con ello a la especialización productiva y a la división internacional del trabajo bajo la cual los países centrales adoptaron y consolidaron las formas especificas del desarrollo capitalista (la producción de plusvalía relativa) hace más de 150 años, ¿qué papel juega América Latina en la aceleración de estos procesos en China en las primeras décadas del siglo XXI?

 

En el centro de este razonamiento, Jaime Osorio nos señala:

 

“La masiva disposición de alimentos y materias primas desde América Latina ha acelerado los procesos para que China se instale en los umbrales del desarrollo. Pero por sobre todo ha favorecido el paulatino incremento del paso de la plusvalía absoluta a la plusvalía relativa en las zonas urbanas chinas, con las exportaciones de alimentos, el incremento del mercado interno por la vía de los aumentos salariales, y la expansión de la estructura industrial, con las masivas exportaciones de materias primas.”vi

 

Por tanto, como hemos visto hasta aquí, de nueva cuenta el papel de América Latina resulta de gran significación en la expansión del nuevo centro geoeconómico de la economía mundial. El patrón latinoamericano exportador del siglo XXI contribuye a la consolidación del eje de acumulación basado en plusvalía relativa de China, lo que coadyuva a favorecer las condiciones de esta economía para una mayor incorporación de los trabajadores al consumo y la ampliación del mercado nacional.

 

Una cuestión central se nos presenta aquí susceptible de un tratamiento de pesquisa mayor: los procesos que cobran fuerza dentro de la región como contracara a este papel latinoamericano en el desplazamiento e impulso de un nuevo centro geoeconómico global, esto es, en materia de salarios, repulsión consuntiva, medio ambiente, etc., precisamente los procesos a “explotar” que BlackRock propaga y celebra de México como “gran destino” para la inversión. A esta última hoja de pesquisa podremos abocarnos en otro trabajo.

 

Notas

i José Luis Ríos Vera, “La energía de BlackRock y la superexplotación del trabajo en México (I)”,

https://www.alainet.org/es/articulo/209650

iii “Salarios del rubro industrial de China son mayores que en Brasil y México”, 1/03/2017, https://www.americaeconomia.com/economia-mercados/finanzas/salarios-del-rubro-industrial-de-china-son-mayores-que-en-brasil-y-mexico.

iv El “elevado” salario industrial por hora en EEUUU en comparación con China o México, no debe llevar a engaño sobre los procesos de explotación y superexplotación que se presentan en el interior de este último país. Sobre esto véase: Adrián Sotelo Valencia, Estados Unidos en un mundo en crisis. Geopolítica de la precariedad y la superexplotación del trabajo. Editorial Anthropos, 2019.

v Ruy Mauro Marini, Dialéctica de la dependencia. Editorial Era. México. 1974.

vi Jaime Osorio: “América Latina en la valorización mundial del capital”, en Teoría marxista de la dependencia. UAM-I/Ítaca. México, 2016. p. 393. Puede consultarse en línea esta versión del artículo citado: https://revistadigital.uce.edu.ec/index.php/ECONOMIA/article/view/1992/1859

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/210002
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