Guerra avisada

16/08/2019
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El programa de abastecimiento alimentario CLAP está siendo afectador por el gobierno de Trump
Foto: AVN
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La agresiva escalada de agresiones de Washington contra Caracas es sin duda alguna contraria a las más básicas normas del Derecho Internacional Público. La detención captura en el Canal de Panamá de un barco con 35 mil TM de soya que se dirigía a Venezuela es el último incidente en esa escalada la que ya falta poco para ser guerra. En efecto en derecho internacional el bloqueo que impida la llegada de alimentos a un país se considera equivalente a una declaración de guerra. No se conocen los particulares de la detención en Panamá del barco cargado de soya; parece que el pretexto está relacionado con vencimiento de seguros; en fin, no se trata de un acto de captura violenta, como el del petrolero iraní ClaireII, pirateado por comandos ingleses en aguas españolas cuando pasaba por el estrecho de Gibraltar.

 

Más grave y arbitrario aún es la congelación de todos los activos financieros de Venezuela en Estados Unidos; esa medida se suele tomar solo cuando un país anfitrión se prepara para entrar formalmente en guerra con el país dueño de los activos.

 

Lo que resulta muy difícil de comprender es cómo es que después de la congelación y entrega a Juan Guaidó de los fondos de PDVSA que estaban en bancos bajo la jurisdicción del gobierno norteamericano ¿Cómo es que el gobierno de Venezuela y sus empresas todavía mantenían fondos allí? Las incógnitas incomprensibles son varias. ¿Cómo es que no se ha utilizado el hecho de que las refinerías norteamericanas ubicadas en el Golfo de México que han sido diseñadas para procesar exclusivamente petróleo con las características del crudo pesado venezolano? Por ello, si Venezuela no envía más petróleo esas refinerías quedarían inactivas y eso causaría grandes pérdidas a las empresas propietarias. Como es bien sabido el lobby petrolero norteamericano da órdenes al gobierno de Washington y bien pronto cesarían las presiones contra Venezuela. En lugar de optar por esa estrategia, según parece que después de la entrega de los fondos de PDVSA a la oposición se ha continuado enviando petróleo a esas refinerías. No es de extrañar que en Estados Unidos hubiese todavía fondos venezolanos que congelar.

 

La estrategia del gobierno venezolano, ante los reiterados atropellos ilegales que sufre, es de utilizarlos para victimizarse ante la opinión pública y tener argumentos para denunciar en la ONU las fechorías de Estados Unidos, cuya política exterior, que parece estar controlada por John Bolton, es más parecida a lo que sería de esperar bajo una presidencia de una Hillary Clinton, que de lo que se podía esperar bajo el otrora conciliador Presidente Donald Trump.

 

En los mentideros de la oposición corre la narrativa de que Maduro mantiene su popularidad gracias a que en los barrios populares del Oeste no llegan a sufrir las penurias y las colas provocadas por el desabastecimiento, porque el suministro de alimentos continúa llegando en las Cajas CLAP repartidas por los centros del PSUV en el corazón de los barrios; por ello es de esperar que Washington procure dificultar al gobierno de Maduro la compra de alimentos en el exterior, aprovechando el hecho de que después de 20 años de disparates políticos, Venezuela solo puede abastecerse con alimentos importados, porque del aparato para la producción nacional ya no queda nada. La escasez de alimentos es reconocida por los propios representantes del gobierno, cuando proponen paliarla con medidas tan pintorescas, como la repartición de conejos en los hogares, pensando que la notoria prolificidad de los animalitos podía un día abastecer de proteína animal a la población venezolana, tal vez con un conejo por cabeza o para cada boca.

 

En Washington están muy conscientes de que la única forma de acabar con el apoyo popular a un gobierno es el hambre. Por eso, buscan destruir la soberanía alimentaria de los países haciendo dumping con la exportación de productos agrícolas subsidiados con dinero público; esa es la causa de la emigración masiva de campesinos centroamericanos hacia Estados Unidos y de campesinos africanos hacia Europa.

 

El mal que causa la exportación de productos agrícolas subsidiados es tan general que en la OMC, los países en desarrollo accedieron en Doha a una nueva ronda de negociación, solo a condición de que la ronda fuese para tratar sobre la eliminación de los subsidios a los productos agrícolas de exportación, con cuyos precios subvencionados los campesinos de los países en desarrollo no podían competir.

 

La perspectiva es que la ofensiva de Washington contra Venezuela tenga como objetivo agravar lo que ya es la difícil tarea de abastecer de alimentos a la población. Mejor sería que se vaya haciendo acopio de granos (porque son fáciles de conservar); posiblemente importados de Bolivia, un país amigo que es gran productor. Brasil y Argentina también son grandes exportadores, pero con los actuales gobernantes es probable que se abstengan de romper el bloqueo norteamericano. Para los particulares el consejo es comprarse un conuco en las afueras de las ciudades o convertir en conuco el patio trasero.

 

Como cada vez nos parecemos más a Cuba, nuestro próximo futuro es probable que traiga a nuestros huéspedes cubanos recuerdos de aquello que conocieron con el eufemismo de periodo régimen especial. Un episodio de la historia cubana imposible de imaginar en aquella Cuba que en tiempos de Pio Socarras era ejemplo de productividad agrícola en América Latina. Durante ese periodo especial Cuba padeció una hambruna en cuanto cesó la ayuda de la Unión Soviética; por ese motivo el gobierno revolucionario cubano tuvo que negociar su abastecimiento con Estados Unidos (porque los barcos norteamericanos no son afectados por el embargo). Ese suministro de alimentos sigue vigente hoy día. Por ello, Estados Unidos es el principal proveedor de Cuba. Como el bloqueo de Estados Unidos a Cuba consiste en que los barcos que toquen puerto cubano no pueden tocar puerto norteamericano por 3 meses y como Estados Unidos es el principal destino marítimo de la región, eso encarece mucho el flete de los productos que van a Cuba desde los otros países.

 

En el fondo lo que busca ese cacareado bloqueo norteamericano contra Cuba es excluir del mercado cubano a sus posibles competidores. Es así como el pollo que se come en Cuba proviene casi todo del grupo norteamericano Thysson, porque el pollo brasileño aunque por su buen precio y calidad se exporta mucho, con el recargo en los fletes por el embargo resulta muy caro para el gobierno cubano aún en los tiempos de fraternización con el Brasil de Lula Da Silva.

 

A menos que Venezuela desarrolle una política de desarrollo agrícola que libre de prejuicios ideológicos y corruptelas partidistas, que mire solo a la eficacia productiva para obtener como máxima prioridad la Soberanía Alimentaria; mucho me temo que, como ahora Washington habla de imponer a Venezuela las mismas medidas que a Cuba e Irán, el abastecimiento alimentario de la Venezuela de mañana va a ser parecido al de la Cuba de hoy.

 

Esto a menos que Venezuela de acuerdo con China o con Rusia opte por la opción nuclear y permita el establecimiento de una base misilística, china o rusa en territorio venezolano. Como Estados Unidos tiene poca defensa contra misiles que vengan del sur, y como Rusia y China quieren eliminar las bases norteamericanas que están cerca de su frontera, habría así la base para que inmediatamente después Estados Unidos acceda a una negociación. Se retiran las bases norteamericanas próximas a las fronteras ruso-chinas a cambio de retirar las bases en Venezuela, esto último podría incluir el compromiso de que Estados Unidos respete el status quo venezolano y deje de hostigar a Venezuela; tal como se acordó antes durante la crisis de los misiles soviéticos en Cuba. Chiqui vuolt pacem para bellum.

 

Almeria 09/08/2019

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/201635
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