Panamá, el yunque y el martillo

20/05/2019
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Foto: Wikipedia barco panama wikipedia small
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Estados Unidos y China se entrecruzan a veces en asuntos mundiales. EE.UU. actúa como una maquinaria incontrolable que niega al derecho internacional para imponer un orden unipolar y hacer la guerra, pero se desespera y pierde el control. China, en cambio, emplea la diplomacia, es paciente y administra su sabiduría, consciente de que la historia es maestra de la vida ("Historia Magistra Vitae").

 

EE.UU. sólo se atiene a su memoria histórica cortoplacista y no siempre valora o entiende la del resto del mundo. En contraste, China ha sido testigo y protagonista de la historia universal a lo largo de su milenaria existencia.

 

Para EE.UU. la guerra es un negocio. Para China es el último recurso.

 

China amplía sus relaciones para construir un mundo multipolar mediante la no intervención, la cooperación, la igualdad y el beneficio mutuo, en tanto que EE.UU. quiere hegemonizar y dominar al mundo, pero lo desestabiliza y se aísla cada vez más.

 

La Antigua Ruta de la Seda no tenía fines de conquista sino de paz e integración. Con la Nueva Ruta -- que será también, según el presidente Xi Jinping, Ruta Digital, Ruta Verde y Ruta Limpia sin corrupción -- China aspira a construir un eje en torno al cual giren los Estados dentro de un sistema multipolar que desplace el orden imperante.

 

El sistema-mundo que empieza a emerger de la concepción china es circular y horizontal, contrapuesto al orden vertical de Estados Unidos y Occidente.

 

A raíz del establecimiento de relaciones entre Panamá y China en junio de 2017, voceros de EE.UU. hicieron declaraciones sobre imaginarios objetivos de Pekín en Panamá, y Washington criticó a tres países (El Salvador, Panamá y República Dominicana) por no pedirle permiso antes de relacionarse con Pekín.

 

Un especialista en Estudios Latinoamericanos del Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra de EE.UU., Robert Evan Ellis -- también funcionario del Departamento de Estado -- fue enviado a Panamá para estudiar los avances de China.

 

Según manifiesta el sociólogo Marco A. Gandásegui, Ellis “siembra 21 mentiras sobre las relaciones entre Panamá y China” y hace 12 recomendaciones para castigar a nuestro país (Marco Gandásegui, “Los planes de EE.UU. para contener el avance chino en Panamá” (I, II), La Estrella de Panamá, 4 y 11 de octubre de 2018).

 

El profesor Ellis está preocupado por las inversiones de China en áreas como energía, logística y telecomunicaciones y las considera “sospechosas”. Pero también está preocupado por “la captura estratégica del Gobierno de Varela y el grupo de familias”, así como por la corrupción en la Autoridad del Canal.

 

Los señalamientos del profesor Ellis equivalen a decir que todo lo que ha hecho EE.UU. en Panamá es muy malo, ya que es Washington el que ha sostenido a ese grupo de familias en posiciones de mando. EE.UU., garante de nuestra independencia desde 1903, pasó a ser el principal obstáculo para el desarrollo de nuestro pueblo.

 

La invasión a Panamá en 1989, por ejemplo, destruyó nuestra soberanía, restauró a sus antiguos aliados (las familias ricas) y empobreció al pueblo. ¿Cómo explicar que, con la renta canalera y el PIB más alto en la región, Panamá sea el cuarto país más desigual del mundo y el primero de la región con la peor agricultura?

 

El Presidente-Electo Nito Cortizo dijo que Panamá no tomará partido en política internacional y que le manifestó al embajador Wei Qiang nuestro interés en ampliar las relaciones con China. En esto no hay problema porque China tampoco vino a Panamá a un concurso de belleza o fisiculturismo.

 

Pero Panamá no quiere ser aplastada entre el yunque y el martillo, ya que no olvidamos que la invasión de 1989 tenía el fin de eliminar a Japón porque quería construir un nuevo Canal o ampliarlo. EE.UU. le aplicó la Doctrina Monroe, aunque el castigo, el martillazo, lo recibió el pueblo panameño.

 

¿Qué recomienda el profesor Ellis y por qué es importante?

 

El Departamento de Defensa desplazó al Departamento de Estado de la política exterior hacia Panamá en la década de 1970. El Tratado del Canal lo negoció el Departamento de Estado entre 1973 y y1976, en tanto que el Tratado de Neutralidad se lo impuso el Pentágono prácticamente a Panamá en 1977.

 

 

Lo decimos con conocimiento de causa, como Asesor del Canciller Juan Antonio Tack, único negociador del Tratado del Canal, y del General Omar Torrijos. Redactamos la Declaración Conjunta Tack-Kissinger de 1974, base de dicho convenio. Desde 1976-1977, el Departamento de Defensa tiene la voz cantante en Panamá, un hecho que puede explicar el rol del profesor Ellis.

 

¿Qué aconseja el profesor Ellis? Según el artículo citado:

 

Punto1: “Cuando Panamá se desvíe de las normas internacionales (es decir, las normas de Washington), EE.UU. debe tomar las acciones para reorientar el país, con el fin de conservar la salud de sus instituciones democráticas” (el subrayado es nuestro). Panamá ya se desvió de las normas de Washington, y EE.UU.; por consiguiente, debe tratar a Panamá como a Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia.

 

Según este punto, Panamá sería un miembro de un nuevo “Quinteto del Mal”, sumados Bolivia y Panamá a la “Triada del Mal” (Cuba, Nicaragua y Venezuela).

 

Punto 2: “Cuando Panamá no se porte bien – según el profesor Ellis -- EE.UU. puede restringir el acceso a puertos norteamericanos de los barcos con bandera panameña, así como el comercio de barcos que salen de puertos panameños con destino a EE.UU. (todos los que cruzan el Canal) y restringir el acceso al mercado de EE.UU. a instituciones y ciudadanos panameños”.

 

En pocas palabras, EE.UU. atacará nuestra plataforma económica: Canal, Zona Libre, Centro Financiero Internacional, “hub” internacional y otros, igual como lo hace con Venezuela, lo cual hace desde 2016 con los “Panama Papers”. ¿Se justifica esto?

 

Punto 3: “Si Panamá no actúa según los intereses de EE.UU., Washington debe encabezar un lobby de empresas marítimas para disuadirlo. Si Panamá insiste en su mal comportamiento, EE.UU. puede negociar con Colombia para usar sus puertos y no los de Panamá.” Nos chantajeará. ¿Es esto permisible?

 

Los tres puntos recomendados por el profesor Ellis constituirían una declaración de guerra (casus belli) contra Panamá (que no tiene ejército) y un crimen de lesa humanidad. Aunque parecen algo exageradas sus acusaciones, no olvidemos que el expresidente Bush también hizo acusaciones descabelladas sobre Panamá antes de invadirnos.

 

Sobre China, el mentado Ellis dice que “un enfrentamiento sobre Panamá puede ser preferible a que continúe el comportamiento agresivo de China” (¡sic! y ¡plop!).

 

El Secretario de Estado, Mike Pompeo le sugirió el pasado 5 de mayo al Presidente-Electo, Nito Cortizo, que se opusiera a Venezuela, Nicaragua, Cuba y Bolivia, como dijo Ellis. Diez días más tarde, el 15 de mayo, el nuevo Director del Consejo de Seguridad de EE.UU., Mauricio Claver-Carone, habló con el Presidente-Electo Cortizo sobre la “Triada del Mal”, ¡sin siquiera esperar a que el Presidente-Electo Cortizo se sentara en la silla presidencial!

 

Esta descarada intervención nos recuerda la visita que hizo el entonces recién nombrado Director del Consejo de Seguridad Nacional, el Vice-Almirante John Poindexter a Panamá, el 5 de diciembre de 1985, que vino a dar órdenes inaceptables para Panamá al general Manuel A. Noriega, que el militar rechazó, y que dio lugar a una desestabilización que culminó con la invasión.

 

El hermano del Presidente-Electo, el capitán Moisés Cortizo, testigo de dicha entrevista, le podrá dar fe de ello (Julio Yao: El Monopolio del Canal y la Invasión, EUPAN, 2019).

 

En cambio, el presidente Xi Jinping le transmitió al Presidente-Electo Nito Cortizo un mensaje muy distinto, respetuoso y esperanzador: “Otorgo suma importancia al desenvolvimiento de las relaciones bilaterales sino-panameñas y me encuentro en disposición para, junto con Usted y sobre la base de respeto mutuo, igualdad y beneficio recíproco, llevar los lazos bilaterales a una nueva altura, en beneficio de ambos países y pueblos”.

 

Estados Unidos debe abandonar toda actitud hostil hacia China e irrespetuosa hacia Panamá y buscar convergencias para la paz mundial. Debe regresar a la diplomacia y no armar líos innecesarios.

 

En el primer Ferrocarril interoceánico del mundo de 1855, una empresa de EE.UU. y mano de obra china se conjuntaron sin mayores percances, y esa experiencia debe ser basamento histórico suficiente para preservar el Canal de rivalidades inexistentes.

 

Panamá debe actuar sobre la base de la Carta de la ONU y el Derecho Internacional para defender nuestros intereses nacionales con pleno respeto al legítimo interés mundial en la vía acuática.

 

Son esenciales la dignidad y la reciprocidad en las relaciones internacionales, pero eso no basta: es más importante y urgente afincar nuestra política exterior en normas y principios firmes y bien cimentados.

 

Intervención en el Primer Encuentro Académico China-Panamá, sobre la Franja y la Ruta, Edificio del Parlatino, Salón Chino, Panamá, 15 de mayo de 2019.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/199951
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