Un futuro para el chavismo

25/04/2019
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Un gran éxito del chavismo fue que logró despertar la conciencia de un nacionalismo latinoamericano. Otro elemento importante en ese éxito fue el de ofrecer oportunidades más equitativas a las clases más desfavorecidas en la repartición de la riqueza venezolana. Esas dos posiciones acertadas, que no son exclusivas del chavismo, esas iniciativas coincidieron con movimientos igualmente masivos de tendencia similar en toda la América del Sur.

 

México y Centroamérica, el verdadero patio trasero de Estados Unidos no formaron parte de esa corriente. Ese clima fue propicio para forjar una identidad política suramericana. La intuición popular suramericana confirmó esa tendencia por los grandes éxitos   electorales de Hugo Chávez, Lula da Silva, Néstor Kirchner, Evo Morales y Rafael Correa. Esos triunfos estaban basados en la toma de conciencia de una identidad nacional latinoamericana con sus propias propuestas concretas ante el escenario político mundial, una de ellas era para mejorar la equidad en la distribución de la riqueza nacional entre la población de cada país; justo en oposición a la tesis neoliberal del llamado Consenso de Washington, basado en las viejas ideas de David Ricardo que tienden  a la concentración de la riqueza, como ya denunciaran hace mucho,  primero Sismondi y luego Marx. Por esa característica y por la conciencia de los intereses nacionales se le pudo calificar y se le calificó en Washington de populismo nacionalista.

 

Aunque sin elevarlo al rango de ideología esas propuestas tuvieron eco mundial y espontáneamente, surgieron propuestas políticas muy similares en otros países, generalmente en Europa. Es curioso que esas propuestas calificadas también de populismo nacionalista hayan sido llevadas a cabo por grupos políticos que la socialdemocracia instalada en Europa bajo la ocupación anglosajona de Europa, acusa ahora de ser grupos de extrema derecha, tal vez porque siguen priorizando los intereses nacionales por encima de los dogmas globalizantes fraguados para favorecer el imperialismo norteamericano asentado en Europa desde 1945.

 

Esos grupos nacionalistas europeos son regularmente diabolizados como fascistoides por las bandas buenistas y políticamente correctas que coordinan desde Bruselas a los vasallos europeos de Estados Unidos; me refiero al Frente Nacional en Francia, el FIDESZ en Hungría; la Liga en Italia; AFD en Alemania; la coalición ÖVP y FP en Austria; el TF en Finlandia. Todos ellos miran con simpatía la Rusia de Vladimir Putin, porque es la única gran potencia europea que aún es poderosa y soberana, donde la prosperidad es compartida por toda la población. Todos ellos también son favorables a un incremento de las relaciones económicas con China, porque es la única economía de proyección universal que crece a buen ritmo y está en grado de hacer las inversiones necesarias en la infraestructura europea que es el tipo de inversión que más empleo generaría. Como puede verse estos grupos descalificados por Washington y Bruselas como bandas de extrema derecha, tienen en política internacional una orientación que coincide con la política exterior venezolana. El encanto del populismo nacionalista propuesto por Venezuela chavista llevó en América del Sur a la toma de conciencia de la identidad latinoamericana, con instituciones de identidad propia distintas a la OEA, cuya sede está en Washington   y que cuya divergencia en intereses está claramente diferenciada como UNASUR y proyectos futuristas regionales de enorme trascendencia como la red fluvial suramericana.

 

Soberanía

 

Con el tema de la soberanía Venezuela pudiera tener aún capacidad de convocatoria. La capacidad de convocatoria, aunque fuese sólo por lo descarado de las agresiones y amenazas de Estados Unidos. Pero cualquier Estado que pretenda hacer respetar su soberanía debe estar en capacidad de producir establemente los bienes y servicios que necesita su población; comenzando por la Soberanía Alimentaria. Venezuela no niega que su población emigra masivamente a los países vecinos por la escasez local de bienes de consumo básicos como alimentos y medicinas o las deficiencias en el suministro de agua y electricidad. El Plan Vuelta a la Patria es un reconocimiento oficial de ese fenómeno causado por equivocaciones políticas evidentes.

 

Es que perseguir los capitales es siempre una pésima política. Un capital es siempre indispensable para producir alguna cosa.  El origen del capital puede variar según el que esté disponible para la inversión necesaria: Capital privado o capital público; cualquiera de los dos. Un capital   es siempre necesario para producir. Sostener lo contrario son quimeras izquierdoides que equivalen a decir que se puede producir sin invertir en fábricas (capitales fijos) ni en insumos (capitales circulantes). El que los capitales sean del Estado o hayan sido estatizados no los hace inmunes a las reglas de la economía y la buena administración: seguirá siendo necesario producir tomando en consideración costos y beneficios, sin beneficios no se puede cubrir el costo de la producción, algo que incluye amortización  y mantenimiento (algo olvidado con frecuencia por los teóricos marxistas),  sin cubrir lo  lo cual la producción no es sostenible; diga lo que diga Marx sobre la plusvalía de los salarios (una observación que Marx plagió de Sismondi). Es que el costo de producir no es solo cuestión de salarios. Por ello, si se quiere soberanía es indispensable respetar y trabajar en acuerdo con el capital privado nacional; algo que han comprendido muy bien los comunistas chinos desde la época de Deng Xiao Ping: en lugar de perseguir a la empresa privada la subvencionan y ahora son la economía que más ha crecido en los últimos 50 años.

 

Otro factor importante de la soberanía es la eficiencia de servicios públicos básicos de infraestructura como agua y electricidad. En la época en que gobernaba el Puntofijismo se cometió un error colosal construyendo la represa hidroeléctrica del Guri en una zona alejada y relativamente plana, lo que causó grave daño ecológico e hizo inaccesibles a muchos recursos naturales. Las represas hidrológicas se construyen siempre en zonas de orografía accidentada, donde es fácil y económico encajonar el agua. Una solución para resolver la recurrente falla del suministro de electricidad sería la adopción de la fuente más barata y fiable de energía: la energía nuclear. Francia depende principalmente de sus centrales nucleares y tiene la electricidad más barata de Europa. Rusia es hoy el país con la mejor tecnología nuclear; al punto que tienen plantas nucleares generadoras de energía eléctrica móviles, montadas a bordo de barcos, para llevar electricidad a las remotas regiones del Ártico en lugar de llevar hasta allí un oneroso tendido eléctrico. Los rusos han logrado miniaturizar las fuentes de energía nuclear que las está montando a bordo de sus misiles crucero, para dotarlos de una autonomía ilimitada.

 

Otro problema de deficiencia en servicios públicos básicos es el suministro de agua. Esa deficiencia, que se acentúa en Caracas viene desde tiempos anteriores al chavismo. Es que las actuales instalaciones para el suministro de agua a una capital que ha crecido aceleradamente datan del gobierno de Marcos Pérez Jiménez y la represa de La Mariposa. Una fuente de asistencia técnica y financiamiento para mejorar y estabilizar el suministro de agua pudiera ser China que tiene la experiencia adquirida en su territorio y en algunos proyectos africanos.

 

Empleo    

 

Desde que Hitler sacó a Alemania de la hiperinflación y el desempleo con un programa de corte keynesiano de inversiones en infraestructura, se ha reconocido que las inversiones en infraestructura de transporte son la forma más rápida y eficaz de crear y repartir empleo. Venezuela bien pudiera beneficiarse de una red de transporte ferroviario, que es el medio de transporte más económico y seguro. Esa es una aspiración que quedó frustrada con el derrocamiento de Pérez Jiménez. Los intereses de la industria automotriz y de las petroleras son adversos al transporte ferroviario y han prevalecido hasta en los Estados Unidos, donde su red ferroviaria languidece en la obsolescencia, mientras franceses, japoneses, rusos y chinos desarrollan redes de alta velocidad que compiten en rapidez con los servicios de transporte aéreo. La inversión en una red moderna de transporte ferroviario, unida a la devolución al sector privado de su papel en la producción, pudiera generar el nivel de empleo necesario para reactivar la economía venezolana. Desde la época de Sismondi   es conocido que los salarios, como son la parte de la renta nacional que es destinada íntegramente al consumo, constituyen el elemento que expande los mercados y eso es la fuerza indispensable para el crecimiento de la producción y el crecimiento de la economía.

 

Conclusión

 

Si el impulso que el chavismo venezolano que contribuyó a dar al populismo nacionalista latinoamericano una conciencia identitaria latinoamericana con una proyección en el escenario mundial que nunca tuvo antes, debe reformar sus políticas actuales y el enfoque doctrinario en la política económica; de lo contrario caerá en la irrelevancia y habrá confirmado el mito del socialismo como creador de pobreza y escasez.    

 

 Identidad

 

Por desgracia esa marcha hacia una identidad propia, cayó en trampas antiguas como la propaganda anglosajona que revuelve sin cesar el mito del latinoamericano como descendiente directo y heredero de los agravios indígenas. Un mito falso propagado desde Londres con el propósito de dividir y enfrentar en una guerra civil a la población  de la América Española y arrebatarle a España esos suculentos mercados que pagaban en plata y oro contante y sonante.

 

La verdadera identidad latinoamericana es la que resulta del mestizaje entre europeos e indígenas, que resulta en una identidad étnica y cultural con rasgos propios y en tal resultado quedan muy fuera de lugar esa retórica absurda de andar culpando a Cristóbal Colon del crimen de haber descubierto un Nuevo Mundo en que se fusionaron las razas y culturas que son la base constitutiva de nuestra identidad latinoamericana; renegar de eso es exactamente renegar de nosotros mismos.

 

Nuestros marxistas que son los principales instigadores de ese rechazo de nuestra realidad étnica y cultural no hacen más que repetir la propaganda anglosajona que busca dividirnos y confundirnos. Hace poco López Obrador exigió que España pidiera perdón por haber destruido el Imperio Azteca. López parece que no conoce la historia del México Pre-colombino.  Los aztecas tenían sometida a la más cruel de las tiranías a la mayor parte de los pueblos que habitaban en lo que ahora llamamos México.  Los aztecas les exigían como tributo una parte de sus hijos varones que luego eran sacrificados, tal política buscaba impedir que la población masculina pudiese crecer al punto de crear suficientes guerreros para sostener una rebelión. La llegada de Cortez no fue más que el catalizador que desencadenó una rebelión general de la mayoría de los indígenas mexicanos contra esa cruel e inhumana tiranía. En realidad Cortez no fue un conquistador fue un libertador. En su marcha hacia Tenochtitlan lo acompañaron miles de guerreros indígenas. Esta claro que la mayoría de los descendientes de los indígenas mexicanos debiera estar agradecida a España por haberlos ayudado a liberarse de los aztecas, que se calcula que sacrificaban unos 50.000 hombres cada año.    

 

Los nacionalistas latinoamericanos harían bien en aceptarse a sí mismos en su realidad mestiza que es lo que les da una identidad propia una cultura con rasgos universalmente reconocidos. Para seguir teniendo vigencia el chavismo debiera seguir promoviendo ese nacionalismo latinoamericano y afirmando la realidad de sus rasgos tradicionales. Una de las dificultades que encuentran los anglosajones para colonizar culturalmente a la América Latina es el Catolicismo. Por ello desde Washington promueven la penetración de los evangélicos, una religión que, como todos los caballos de Troya, pretende disimularse con un nombre que implica justo lo contrario de lo que son. Los evangélicos no fundamentan sus predicas en los evangelios que son la base del cristianismo, sus prédicas se basan en los textos hebreos del llamado Antiguo Testamento, porque tal es la base doctrinaria del Calvinismo que es el nombre original de lo que luego se dio en llamar Puritanismo, que es la tesis que impuso su hegemonía religiosa en los Estados Unidos y cuya ética económica (Max Weber) está muy ligada al capitalismo neoliberal.

 

Otra deriva equivocada fue aplicar el socialismo marxista al incipiente aparato productivo venezolano, me refiero a la estatización de los medios de producción nacionales y perseguir a los capitalistas venezolanos. Ese es un caso claro en que el marxismo, al debilitar el capitalismo nacional favorece el alcance global del capitalismo transnacional y disminuye la soberanía nacional.

 

El marxismo como    apropiación por el Estado de los medios de producción siempre tiene como resultado que socialismo marxista sea sinónimo de escasez. Para repartir equitativamente la riqueza, primero hay que crearla. Una política que busque riqueza es primero que toda abundancia. Una política de socialismo nacionalista debiera buscar medios que faciliten la producción al capitalismo nacional. Hasta ahora con frecuencia se ha practicado lo contrario.

 

En Venezuela una de las industrias más exitosas que había impulsado la industria de la construcción, era la Venezolana de Cementos. La industria de la construcción es aquella que genera mayor cantidad de empleo. Pues bien el gobierno socialista la confiscó y muy poco patrióticamente compenso por sus acciones solo a CEMEX el accionista extranjero, los accionistas nacionales no fueron nunca compensados a pesar de que esos eran los únicos que hubieran podido re-invertir sus capitales en el país.

 

Conviene resaltar que la Venezolana de Cementos mientras estuvo en manos de sus accionistas originales era un ejemplo para el resto del país, producía uno de los cementos más competitivos del mundo que competía con ventaja en los mercados del Caribe y de Suramérica. Sus puestos de trabajo eran estables y sus salarios eran de los más generosos del país.  Si queremos conservar algo de aquel ímpetu transformador que tanta esperanza y orgullo despertó en América Latina es necesario corregir abruptamente el rumbo y buscar una alianza nacionalista venezolana que abandone la retórica ideológica e incluya a los empresarios y capitalistas venezolanos.

 

No estoy sugiriendo ninguna novedad es lo que se está haciendo en algunos países de Europa además de en Rusia y China para preservar la soberanía y el nivel de vida de su población contra la depredación del globalismo de las transnacionales abastecidas por la economía financiera internacional, que cubre sus equivocaciones y pérdidas con dinero público que le regalan los gobiernos cómplices de Washington y Bruselas.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/199523
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