Venezuela premia a sus agresores

12/02/2019
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Tratados contra la Doble Tributación

 

¿Cuáles deben ser nuestras políticas hacia Estados que nos amenazan o agreden? Con proverbial generosidad, Venezuela prodiga ventajas y apoyos a países que no nos corresponden en los mismos términos. Por ejemplo, hemos celebrado más de tres decenas de los Infames “Tratados contra la doble tributación” en virtud de los cuales no les cobramos impuestos por sus ganancias en Venezuela a empresas o nacionales de los países firmantes. El primero de ellos, suscrito por Rafael Caldera poco antes de dejar el poder, se suscribió con Estados Unidos. Luego hemos concertado convenios de igual índole, entre otros países, con Alemania, Austria, Barbados, Bélgica, Brasil, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos, Francia, Holanda, Indonesia, Italia, Noruega, Países Bajos, países pertenecientes a la Comunidad Andina, Portugal, Reino Unido, República Checa, Suecia, Suiza, Trinidad y Tobago. Algunos de sus gobiernos comparten el relevante mérito de entrometerse en nuestros asuntos internos reconociendo a un fantoche elegido por nadie como «presidente ‎encargado de Venezuela».

 

El capital transnacional no paga impuestos en Venezuela

 

¿Qué son los Infames Tratados contra la Doble Tributación, sobre los cuales los medios han mantenido tan cómplice silencio? En ellos se sustituye el principio nacional de territorialidad de la renta, en virtud del cual los contribuyentes pagan impuestos al Estado en cuyo territorio obtienen sus beneficios, por el de nacionalidad, según el cual las empresas y empresarios de un país que obtengan beneficios en el territorio de otro, pagarán los impuestos sobre tales beneficios en su país de origen. Dichos pactos favorecen obviamente a potencias desarrolladas, que tienen numerosas empresas en el extranjero, y gracias a ello ahora ingresan en sus Tesoros los impuestos que éstas pagaban antes en el exterior. Así arruinan a los países subdesarrollados, que facilitan gratuitamente a los inversionistas extranjeros factores de la producción como su territorio, sus recursos naturales, sus servicios públicos, vías de comunicación y seguridad jurídica, así como la educación, la atención médica y la seguridad social de sus trabajadores, sin recibir un centavo en tributos para costear tales cargas. Entre inversionistas y explotados no hay reciprocidad.

 

Desangramiento tributario

 

¿A quién benefician los Infames Tratados contra la Doble Tributación? La Red Venezolana contra la Deuda calculó para 2009 que el sacrificio fiscal por estos convenios inconcebiblemente dispendiosos sería ese año de US$ 17.875.000.000. Si no lo regaláramos a los Fiscos de países hegemónicos que a veces nos maltratan y amenazan, bastaría para compensar la pérdida de ingresos petroleros, y mantener la inversión social y la reproductiva sin devaluar, aumentar impuestos ni crear nueva Deuda. Tal cifra equivale casi a la mitad del monto originario de la Deuda Pública Externa venezolana. Es posible que el desangramiento por las exenciones concedidas en virtud de los Infames “Tratados contra la Doble Tributación” en sólo diez años exceda del pago del servicio de la Deuda Pública en tres décadas.

 

La Guerra Económica de la Evasión Tributaria

 

¿Qué sentido tiene que confiramos privilegios de inmunidad tributaria a ciudadanos y empresas de un país que nos bloquea, roba nuestros activos en el exterior, agrede y amenaza con protagonizar o apoyar una intervención militar? De igual prerrogativa disfruta otro conjunto de países que asimismo pretende intervenir en nuestra política interna, desconoce a nuestras autoridades y apoya tentativas de desestabilización. Digámoslo de una vez: robar a un Estado los tributos a los que tiene derecho es una variante de la Guerra Económica. Los venezolanos tenemos que pagar con aumentos de la carga tributaria y del IVA lo que las transnacionales se ahorran. Mucho peor: con las divisas que economizan no pagándonos impuestos costean las armas y pertrechos para exterminarnos. Ese absurdo régimen de privilegios tiene que desaparecer, antes de que acabe con nuestra Hacienda Pública.

 

Tratados de Libre Comercio

 

Lo mismo ocurre con un conjunto de Tratados de Libre Comercio. Éstos favorecen inexorablemente al país más desarrollado, que en función de ellos exporta sin cargas productos de alto valor agregado, mientras que sus socios comerciales menos desarrollados por lo regular exportan materias primas. Así será de potencialmente dañino un Tratado de Libre Comercio, que Donald Trump dejó sin efectos el que lo ligaba con México y el de la Alianza del Pacífico. Cualquier Estado que se pronuncie en contra nuestra debe recibir como respuesta la inmediata rescisión del Tratado de Libre Comercio que lo beneficia. Uno de los ejemplos más flagrantes es el de la vecina Colombia, cuya balanza comercial con Venezuela la favorece en unos 4.500 millones de dólares anuales. Con ella se concertó hace una década el Acuerdo de Cartagena, el cual libra de aranceles de aduana y declara de libre importación y exportación varios millares de rubros, lo cual equivale a un Tratado de Libre Comercio con un país que a su vez tiene convenio de igual índole con Estados Unidos, quien dirige la agresión en contra nuestra. Con plena conciencia de lo inconveniente de este tipo de vínculos, Hugo Chávez Frías nos desincorporó de la Comunidad Andina de Naciones, que instauraba el libre comercio con países cuyos gobiernos hoy nos adversan, como Colombia y Perú.

 

Acuerdos cambiarios

 

Para no seguir colmando de privilegios a nuestros adversarios debemos revisar toda nuestra diplomacia y nuestros tratados. Persisten unos acuerdos cambiarios con Colombia en virtud de los cuales Venezuela se obliga a permitir la libre circulación de nuestras divisas en el exterior; esas divisas las compran las casas cambiarias colombianas fijando arbitrariamente la tasa de cambio, con lo cual manipulan y así van destruyendo el valor de nuestra moneda. Todos esos acuerdos cambiarios tienen que ser revisados o denunciados.

 

Tratados violatorios de la Inmunidad de Jurisdicción

 

Afortunadamente nos retiramos de la Comisión y de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, nos retiramos de la OEA, pero todavía debemos revisar numerosas normas que menoscaban nuestra soberanía sometiéndonos a tribunales extranjeros potencial o fácticamente hostiles. Prácticamente todos los Infames Tratados contra la Doble Tributación y los Tratados de Libre Comercio contienen cláusulas inconstitucionales que someten litigios sobre cuestiones de orden público interno venezolano a órganos jurisdiccionales o arbitrales del exterior. El 28 de diciembre de 2018 se sancionó una Ley de Promoción y Protección de Inversiones Extranjeras, que además de conferir mayores privilegios a los capitalistas foráneos que a los criollo, dispone que las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia podrían ser anuladas por tribunales extranjeros. Eso no puede ser. Intensifiquemos la diplomacia multipolar que promovió Hugo Chávez Frías, fortalezcamos los vínculos con China y con Rusia, fraternicemos con todos los pueblos de la tierra. Pero no entreguemos a ningún poder externo la soberanía venezolana, porque con ella lo perdemos todo.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/198114

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