¿Quo vadis Uruguay?

11/02/2019
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Finalmente en los días 6 y 7 de febrero tuvieron lugar en Montevideo dos instancias importantes en pos de buscar las mejores alternativas de diálogo en aras de la superación de la crisis social por la que atraviesa la hermana República Bolivariana de Venezuela.

 

En un artículo anterior (“Días aciagos para nuestro continente” del 25 de enero https://www.alainet.org/es/articulo/197775 ) saludábamos la digna actitud de los gobiernos de México y Uruguay en propiciar este diálogo, basados en su tradición de respeto a principios rectores del derecho internacional tales como el de no intervención en asuntos internos de otros países y de respeto a la autodeterminación de los pueblos; contrastando con la deleznable maniobra del imperialismo estadounidense y sus aliados europeos de inventar para luego “reconocer” como “Presidente Encargado de Venezuela” a un oscuro y desconocido personaje (salvo para la CIA y su subsidiaria la NED) circunstancialmente al frente de la Asamblea Nacional.

 

Y por supuesto con la suma de los reconocimientos del coro de los “estados unidos y obsecuentes” reunidos en el llamado Grupo de Lima a principios de enero, previo a la asunción del Presidente Maduro el día 10.

 

Más que “Presidente Encargado”, este patético sujeto cumple el triste papel, con sus marchas y contramarchas, de “presidente por encargo”.

 

Si este episodio no formara parte de un grave proceso que podría desembocar en una intervención militar extranjera en suelo venezolano, sería propio de un vodevil de segunda categoría.

 

Parecido no es lo mismo

 

Debemos establecer el origen de estas dos reuniones realizadas en la misma ciudad con un día de diferencia.

 

Ambas en definitiva respondieron a la iniciativa de los gobiernos de México y Uruguay formulada en el comunicado conjunto de fecha 23 de enero.

 

El día miércoles 6 de febrero se reunieron el Presidente de Uruguay Tabaré Vázquez, su canciller Rodolfo Nin Novoa y el Secretario de Relaciones Exteriores de México Marcelo Ebrard.

 

De acuerdo al comunicado conjunto emitido, suscrito además por representantes de la Comunidad de Estados del Caribe (CARICOM) se crea el llamado “Mecanismo de Montevideo”, que consta de las siguientes cuatro fases:

 

1 Diálogo Inmediato: sirve para generar las condiciones para que los actores involucrados entren en contacto directo "en un ambiente de seguridad".

 

2 Negociación: en esta etapa se presentan los resultados de la fase de diálogo a las contrapartes, se buscan los puntos en común y las áreas de oportunidad para flexibilizar las posiciones de cada uno; y se identifican los acuerdos potenciales.

 

3 Compromisos: a partir de los resultados de la fase de negociación, se construyen y se suscriben acuerdos, "con características y temporalidad previamente establecidas".

 

4 Implementación: con acompañamiento internacional se materializan los compromisos asumidos en la etapa anterior.

 

En síntesis, la propuesta plantea la posibilidad de que se establezca un diálogo sin exigencias previas a ninguna de las partes involucradas.

 

Al día siguiente se reunió el llamado “Grupo de Contacto Internacional” (GCI); iniciativa en la cual confluían los llamados al diálogo tanto de México y Uruguay como los del Secretario General de la ONU Antonio Guterres.

 

Este grupo lo componen la Unión Europea (representada por su Vicepresidente y Alta Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, Federica Mogherini), España, Italia, Portugal, Suecia, Alemania, Francia, Países Bajos y Reino Unido, Costa Rica, Ecuador, Bolivia y Uruguay. Asimismo participó México que no es miembro del mismo. Por lo tanto sólo Uruguay es miembro pleno en ambas instancias.

 

En esta reunión como era de esperar, se presentó al pleno el proyecto del antes citado “Mecanismo de Montevideo”.

 

Sin embargo las conclusiones de esta reunión, plasmadas en una breve declaración final de la misma, difieren – en los contenidos de algunos de sus párrafos – notoriamente desde el punto de vista conceptual respecto a la propuesta del Mecanismo de Montevideo.

 

Citemos algunos ejemplos:

 

El párrafo 2: “El GCI apunta a forjar un abordaje internacional común para apoyar una resolución pacífica, política, democrática y propiamente venezolana de la crisis excluyendo el uso de la fuerza a través de elecciones presidenciales libres, transparentes y creíbles, de acuerdo a la Constitución venezolana.”

 

A contrario sensu, se podría inferir la afirmación de que todas o algunas de las elecciones realizadas hasta ahora en Venezuela no han sido libres, transparentes y creíbles, o no han estado enmarcadas en la Constitución venezolana. Afirmación temeraria cuando desde la llegada de Hugo Chávez al gobierno han habido no menos de 23 elecciones con sistema de voto electrónico monitoreado tanto por delegados de las fuerzas políticas participantes como de un gran número de observadores internacionales. Incluso el ex – Presidente Jimmy Carter (cuyo instituto, el Centro Carter monitoreó varios comicios) aseguró que el sistema electoral venezolano era el más seguro y garantista del mundo.

 

En el párrafo 3: “El GCI destaca que las libertades fundamentales y los derechos humanos de todos los venezolanos debe ser respetada. Deplora los muertos y heridos causados por el excesivo uso de la fuerza y subraya que el uso de la violencia no es nunca una solución.”

 

Va de suyo que todos deploramos los muertos y heridos víctimas de la violencia en cualquier sociedad y bajo toda circunstancia. Pero el término “excesivo uso de la fuerza” se utiliza en forma inequívoca en cualquier declaración para referirse a excesos en el accionar de los cuerpos represivos de un Estado.

 

Se deduce entonces que para el CGI los episodios de violencia han sido protagonizados exclusivamente por los efectivos policiales o militares.

 

Cuesta creer tanta ignorancia por parte de dirigentes políticos internacionales. ¿O acaso ignoran lo que han sido las llamadas “guarimbas” organizadas por grupos de choque de la derecha que causaron decenas de muertos, algunos quemados vivos como Orlando Figuera en mayo de 2017, o el intento de incendiar las oficinas de la Fiscalía del Estado en febrero del año 2014 con su titular dentro? Evidentemente la redacción de este párrafo no resiste el menor análisis.

 

El párrafo 5: “El GCI también reconoce la crisis humanitaria que se continúa profundizando día tras día, afectando a millones de venezolanos. El Grupo expresó su compromiso de desplegar más asistencia en áreas de necesidad y coordinar su entrega en conjunto con el Representante Especial de la ACNUR/OIM, Sr. Eduardo Stein.”

 

La primera frase bordea el cinismo cuando se refiere a una “crisis humanitaria” como caída del cielo, evitando toda mención al bloqueo por miles de millones de dólares que su aliado Trump lleva adelante con la empresa venezolana CITGO con más de 5.000 estaciones de servicio en los EUA impidiendo el envío de los fondos de esta empresa a Venezuela.

 

Y luego lo remata con su “abnegado” compromiso de brindar asistencia en áreas de necesidad, etc.

 

Me hace acordar a un viejo dicho: “Que viva el Marqués de Pombal; que primero hizo a los pobres y después el hospital”.

 

En una actitud coherente que los enaltece, Bolivia y México se negaron a firmar esta declaración cuyo espíritu va en contra de los prudentes pasos planteados en la propuesta del Mecanismo de Montevideo.

 

Lamentablemente no podemos decir lo mismo de Uruguay que siendo miembro en ambos ámbitos, en una actitud incoherente que le resta credibilidad, suscribe esta declaración del GCI que denota el carácter injerencista contrario al derecho internacional ya manifestado en otros ámbitos por los países europeos y los del Grupo de Lima.

 

Por eso lo del título: ¿a dónde vas Uruguay?

 

https://www.alainet.org/es/articulo/198064
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