Se ha fortalecido la revolución bolivariana

07/08/2018
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El frustrado magnicidio del 4 de agosto en Caracas contra el Presidente Nicolás Maduro Moros fortalecerá decisivamente la revolución bolivariana en Venezuela y la hará invencible. Pareciera que un crimen como ese era todo lo que faltaba para que la contrarrevolución venezolana perdiera totalmente la credibilidad con que ha contado en los escasos sectores de la población que ingenuamente la han venido apoyando interesados por recuperar los privilegios de que disfrutaban antes de la revolución chavista, así como la de quienes se habían dejado ganar por los cantos de sirena de la propaganda capitalista alimentada por Washington acerca de la posibilidad de mantener los beneficios sociales recién alcanzados con la revolución en una sociedad más justa, pero aún desigual, en la que ellos podrían ya formar parte de una clase menos pobre.

 

Es evidente que la otrora opulenta oligarquía venezolana -manejando los hilos de la actual oposición violenta-, en alianza con la mafia colombiana, ambas subordinadas a la estrategia y el mando del imperialismo estadounidense, operaron esta acción con el objetivo de dar vuelta a la historia, recuperar el control de las riquezas petroleras de Venezuela, y nuevamente devolver la patria de Bolívar y Chávez a la condición de marioneta de Estados Unidos.

 

Sólo que los revolucionarios y patriotas venezolanos piensan de manera muy distinta. Las clases desposeídas de antes, junto con los avances en su bienestar material han visto crecer su cultura política y su conciencia social y son menos contaminables y menos prostituibles con el progreso material. Los humildes son, además, los más concientizables como integrantes y aliados de las clases trabajadoras en revolución.

 

Las medidas recientemente anunciadas por Nicolás Maduro en relación con el control del combustible y sus nuevos enfoques sobre la economía del país han significado duros golpes contra los enemigos del proceso bolivariano y fue eso lo que, según todo indica, les impulsó a las acciones del 4 de agosto, partiendo del desatinado cálculo de que la eliminación de Maduro daría al traste con un proceso cuyas raíces son, en verdad, mucho más profundas.

 

En los momentos del fracasado atentado criminal, el Presidente se encontraba en Caracas, en un acto conmemorativo del 81º aniversario de la Guardia Nacional Bolivariana.

 

En plena alocución suya, se escucharon dos fuertes detonaciones. “Hago un llamado a la Venezuela honesta y trabajadora: vamos a apostar por el bien de nuestro país. Ha llegado la hora de la recuperación económica”, decía Maduro en los instantes en que, de acuerdo con una información extraoficial posterior, un dron con una carga de composición explosiva plástica C4 detonó cerca del palco presidencial. El Presidente, su esposa Cilia Flores, y los miembros del Gabinete no resultaron heridos y fueron desalojados, según la información oficial. Este acto de terrorismo, que pretende derrocar un gobierno que es fruto de la voluntad democrática del pueblo venezolano -que ha reiterado en múltiples ocasiones en las urnas su respaldo a la revolución chavista- constituye una tentativa desesperada por conseguir, por la vía del magnicidio, lo que no han podido obtener en varias elecciones.

 

Tampoco lo han logrado a través de golpes de estado como el del 2002 contra el entonces Presidente Hugo Chávez ni con el golpe petrolero del 2003 y la extensa e intensa política imperialista de hostigamiento para derrocar la Revolución bolivariana, que incluye la arbitraria y agresiva Orden Ejecutiva de los Estados Unidos que califica a Venezuela como “una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior” de la superpotencia, las sanciones económicas unilaterales violatorias del derecho internacional, la declaración del Secretario de Estado de EEUU sobre la plena vigencia de la Doctrina Monroe, su llamado a un golpe militar contra el Gobierno constitucional de Venezuela y la advertencia del Presidente Donald Trump de utilizar contra ella “una posible opción militar”.

 

La agresión y la violencia golpista contra Venezuela perjudican a toda Latinoamérica y benefician solo a los intereses de quienes se empeñan en dividir a los países y los pueblos de la región para ejercer su dominación sobre nuestras naciones. Aquellos que apoyan al imperio del Norte en sus maniobras para derrocar por vías inconstitucionales a la revolución bolivariana y chavista sin que les importe generar conflictos de consecuencias incalculables para esta región, asumen una seria responsabilidad ante la historia y más temprano que tarde tendrán que responder por ello ante sus pueblos.

 

¡Nadie dude que el fracasado intento de magnicidio en Caracas sea un estimulante motivo más para la unidad latinoamericana y caribeña contra la dominación imperialista!

 

Agosto 6 de 2018

 

Manuel E. Yepe

Publicado originalmente en el diario POR ESTO! de Mérida, México.

Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/194556
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