La reforma fiscal de Trump

29/01/2018
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Recientemente, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump proclamó el haber obtenido una victoria con la aprobación de la nueva Ley de Impuestos que representa una reforma fiscal.

 

En realidad, la Ley fue aprobada, pero no sin antes que el Congreso le hiciera un buen número de modificaciones a lo presentado por la administración Trump, que pretendía establecer un amplio beneficio para los multimillonarios.

 

Los Congresistas analizaron lo planteado por Trump y consideraron que de aprobarse la ley, como había sido presentada, se beneficiarían grandemente los multimillonarios, pero el beneficio sería menor para los millonarios.

 

Esto planteaba una seria contradicción, Trump y un grupo reducido de los miembros del establishment son multimillonarios, sin embargo la totalidad de los Congresistas son millonarios y si se aprobaba la legislación tal y como había sido propuesta, ellos recibirían menos beneficio. Esto había que arreglarlo y en esa base se modificó la propuesta de Trump.

 

Lo que podía beneficiar o no al pueblo trabajador, a la clase media, a los trabajadores agrícolas y de otros sectores, no era importante, en la ley se les daba un pequeño estímulo para que se sintieran contentos.

 

El equipo del actual inquilino de la Casa Blanca no deja escapar la menor oportunidad para transmitir su convicción de que la reducción de impuestos a las corporaciones y a los estratos de altos ingresos traerá aparejado un mayor crecimiento económico y todos los beneficios en materia de empleo que la expansión implica.

 

La polémica que rodea la reforma fiscal de Trump se ha concentrado sobre el tema de la desigualdad y de los exorbitantes beneficios para los ricos y las grandes corporaciones. Pero hay otro importante ángulo en este debate que no ha recibido la atención que merece.

 

El objetivo primordial de la reforma aprobada por el Congreso estadunidense está fundamentado en la teoría de que el dinero que los grandes capitales ahorren por la disminución de impuestos, se destinará a la inversión, lo que acelerará el crecimiento económico y la creación de empleos. Algo que nadie puede asegurar.

 

¿Es cierto que aumentará la inversión y el crecimiento con esta reforma fiscal?

 

Para empezar, habría que suponer que los impuestos elevados son la causa de que la inversión haya sido insuficiente a lo largo de años recientes.

 

En realidad, la determinación de los niveles de inversión responde a numerosos factores y, en todo caso, la carga fiscal es sólo uno de esos factores. Muy probablemente, no es el factor más importante. Sin duda, el más importante, es el de la rentabilidad esperada.

 

La rentabilidad determina que la inversión se realice en una rama donde la productividad sea alta, muchas veces determinada por el nivel de automatización de la misma, que aunque crea empleos, estos por lo regular representan un número reducido y requiere de una mano de obra calificada.

 

Otros analistas han trabajado los datos sobre rentabilidad en las principales economías capitalistas a lo largo de un periodo de cinco décadas. Su principal conclusión es que la reducción en la tasa de inversión está directamente relacionada con la disminución de la tasa de rentabilidad. Ninguna reforma fiscal va a revertir esta tendencia.

 

Existen otros indicadores que también hacen dudar de la efectividad de la reforma fiscal de Trump.

 

Hay un dato en particular que llama la atención: los coeficientes de capacidad instalada ociosa. La información de la Reserva federal muestra que en la actualidad existe 24 por ciento de capacidad instalada ociosa para toda la economía estadunidense.

 

¿Cómo invertir si existe capacidad instalada ociosa?

 

En 1965 el coeficiente de capacidad ociosa era de 11 por ciento, lo que registró un incremento anual, hasta llegar al 24 por ciento que existe en la actualidad. Es evidente que la tendencia del indicador de capacidad ociosa es al alza y que en cierta medida, está determinada por las inversiones que ha realizado el capital estadounidense en otros países.

 

Si algún efecto pudiera tener la disminución de impuestos a las grandes corporaciones, sería la modernización de las capacidades ociosas y la apertura de centros de trabajo que se cerraron cuando la producción o los servicios que prestaban se trasladaron al exterior.

 

Si esto no sucede, el único efecto de la reforma fiscal será el de incrementar el dinero que los súper ricos y a las corporaciones atesoran en los bancos.

 

- Dr. Néstor García Iturbe es editor del boletín electrónico El Heraldo (Cuba)

sarahnes@cubarte.cult.cu

 

https://www.alainet.org/es/articulo/190665
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