Muchas gracias, señor Trump

15/01/2018
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Hace pocos días el señor Trump nuevamente se distinguió por una actitud poco presidencial, chabacana, insultante y propia de la actitud hegemónica que siempre ha adoptado el gobierno de Estados Unidos, cuando calificó de “shithole countries”, en español, “países de mierda”, a los de África y Haití.

 

La reacción mundial ante estos impropios pronunciamientos no se hizo esperar, en especial por los países mencionados, los países que en el mundo mantienen una actitud digna e independiente y todas aquellas personas que se oponen a cualquier manifestación de racismo.

 

La forma y medidas adoptadas por la Administración Trump, tanto en la solución de los problemas internos de Estados Unidos, como en aquellos que se vinculan a sus relaciones exteriores, pudieran calificarse de característicos, sin embargo, nos muestran, de forma transparente, la naturaleza, sentimientos y propósitos de la clase dominante en dicho país.

 

El magnate inmobiliario, convertido en presidente, en su discurso inicial, cuando juraba en la escalinata del Capitolio para asumir su cargo, dentro de otras cosas dijo: “Cambiar y pensar en grande, no aceptar los políticos que hablan mucho y no hacen nada. Llegó el fin de la habladuría, el momento es de actuar, todo se puede hacer”.

 

La frase, “ todo se puede hacer”, pudiera interpretarse como una “patente de corso” que el propio Trump se ha concedido para llevar adelante sus propósitos, por encima de la legalidad, la necesaria aceptación del Congreso estadounidense y el cumplimiento de los Convenios internacionales que rigen las relaciones pacíficas entre países.

 

Trump nos está mostrando los verdaderos intereses y criterios de la clase dominante de Estados Unidos, algo que se trataba de esconder tras frases vacías como “democracia representativa”, “libertades”, “derechos civiles”, “igualdad” y otras.

 

En un momento determinado puede llegar un fenómeno social que radicalice la lucha interna en el país y entonces cambiar la naturaleza de la lucha, en lugar de subsistir, la lucha se centra en eliminarse, lo cual rompe por completo la coincidencia de intereses de la clase que domina esa sociedad.

 

¿Pudiera ser la administración Trump ese fenómeno social?

 

Es evidente que las acciones de la administración Trump han causado desasosiego en un alto número de personas, los inmigrantes que aspiraban sus familiares fueran a residir con ellos a Estados Unidos. Los ecologistas que después de Estados Unidos retirarse del protocolo de Kyoto, entienden que la destrucción del mundo está más cercana. Los afro estadounidenses, que han sentido la fuerza con que atacan los supremacistas blancos. Las mujeres, que desde antes de Trump llegar a la presidencia ya se sentían discriminadas por este y los propios estadounidenses que desean ofrecer una amistad sincera y solidaridad a otros países del mundo.

 

Se incrementa la preparación y el armamento de las Fuerzas Armadas, la Guardia Nacional y la Policía, para sofocar brotes de inestabilidad social, estilo las propias “primaveras” que Estados Unidos ha organizado en distintos países del mundo para derrocar gobiernos, con la única diferencia que ahora el gobierno a derrocar será el de ellos.

 

La política exterior navega en aguas turbulentas, sin embargo en vez de buscar soluciones diplomáticas que aseguren la paz y la seguridad internacional, como se establece en la Carta de las Naciones Unidas, se desenfundó el “Big Stick”.

 

Esto se ha puesto de manifiesto, entre otros países, con Venezuela, Siria, la República Democrática de Corea, Irán, Yemen y los pretextos para imponer nuevas sanciones a Cuba por los llamados y nunca probados, “ataques sónicos”.

 

Después de analizar estos puntos, a los cuales pudieran agregarse algunos más, podemos llegar a la conclusión que estos Estados Unidos son distintos a los que conocíamos.

 

Divididos desde el punto de vista económico, social, cultural, político y étnico. Donde las diferencias de clase se han agudizado. Donde un grupo mayoritario manifiesta su inconformidad con el sistema que permite la inmunidad, la injusticia y es incapaz de garantizar una vida digna para los ciudadanos. Donde la inseguridad es diaria y la xenofobia y el racismo, se incrementan por día.

 

Nos preguntamos:

 

¿Este fenómeno social, consolida o va en camino de destruir el sistema implantado en Estados Unidos?

 

¿Terminaremos nosotros dándole las gracias a Trump por habernos mostrado la realidad que siempre se ha tratado de ocultar?

 

15 de enero del 2018.

 

- Dr. Néstor García Iturbe es editor del boletín electrónico El Heraldo (Cuba)

sarahnes@cubarte.cult.cu

 

https://www.alainet.org/es/articulo/190341
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