Diplomacia X

24/11/2017
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Dicen que el Derecho Internacional es el desarrollo de las normas que se fueron haciendo desde las antiguas ciudades cuando las colindantes discutían sus fronteras. Por eso, ante todo es un método para evitar la guerra.

 

¿Qué hacemos con los extranjeros? ¿Cómo logramos la paz? ¿Cómo nos defendemos de los males mayores que nos amenazan? Esas son las preguntas que nuestro hipotético pensador se fue haciendo. Para contestarnos, ensayó. Hubo una vieja Corte en el Caribe a comienzos del Siglo XX y una Sociedad de Naciones después del Tratado de Versalles. Un juramento de paz en 1948 y la alegría de tísico de una justicia internacional en 1998.

 

Visto con todo y las letras pequeñas el estado actual del Derecho Internacional parece un discurso armado para que, si les da por mearnos, la prensa diga que llueve. Esto por pensar un rato como Galeano al traernos la evidencia que el Derecho Internacional sirve para mantener las hegemonías que se construyeron al ocaso de la Segunda Guerra Mundial y se perfeccionaron en la Guerra Fría.

 

Nadie niega esto. Ni la misma ONU con su rara construcción burocrática, ni el Comité de Derecho Internacional, ni los pensadores que gravitan a su alrededor o que la adversan. El derecho internacional no es más que una sistematización de la diplomacia que en definitiva, es cortesía.

 

Y esto no es otra cosa que decir que existe una manera de hacer las cosas, algunas acciones prohibidas y actos obligatorios. Ese es el esquema que debe llevar consigo cualquiera que haya pasado par de horas dedicado a estos temas y justo lo que en los últimos tiempos no estamos viendo ocurrir.

 

¿Cuándo y con qué forma? ¿Contra qué? ¿En defensa de quién? ¿Respetando cual principio? ¿Protegiendo a qué población? La misma ONU sabe que las cosas van mal. El hambre va repuntando, la crisis migratoria no tiene precedentes, en su propia Asamblea General en vez de avanzar hacia el desarme se evidenció que estamos a la puerta de otra crisis de misiles.

 

También se ha dicho varias veces que en el Derecho Internacional los Estados son iguales y los pueblos tienen derecho a autodeterminarse tanto como ha dicho en el Comité DESC o en la Asamblea General que las sanciones económicas no favorecen el fin de las controversias sino que empeoran el acceso de las personas a sus derechos.

 

¿Y si ha pasado tantas veces, que las organizaciones fracasan, que los intentos de las actuales no prosperan o que, a lo mas, constituyen acciones tardías o insuficientes por qué la situación no se corrige? Algunos miran la fuerza real o la significación de un país en el financiamiento del sistema, otros recuerdan la tiranía del derecho al veto y otros estatus similares de quienes hacen del Derecho un garrote para pegarle a los más pequeños.

 

Hace pocos días, la Canciller de Colombia, María Ángela Holguín Cuéllar, hablaba que el proceso de paz en Colombia ahora se veía afectado porque los recursos que el país destinaba a la pacificación se veían comprometidos porque ahora existía una “cantidad equis de venezolanos” que habían migrado a Colombia.

 

Nuestros hermanos colombianos, como tanto dicen, actuando como Caín en la historia del Génesis, mantienen con nosotros una fraternidad desconsiderada, olvidadiza y peligrosa, celosa y dispuesta a lanzarnos al primer lobo, que hace bastante tiempo le dejó algunas bases al cuido.

 

La frase infeliz de la Canciller que declara cuando acude a Washington a tratar sobre nuestro país en un encuentro bilateral con los Estados Unidos es la que me inspira el título de estas líneas porque conjuga soberbia, ignorancia, exageración y desprecio de las normas de convivencia regional así como de los principios fundamentales del Derecho Internacional.

 

Pocos días antes de su frase, la ex Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, repitió una escena en La Haya pues fue a acusar al Estado venezolano de crímenes de lesa humanidad. Procedimiento que sólo puede realizar el Fiscal ante la Corte Penal Internacional puesto que esta no inicia procedimientos a instancia de particulares, ni siquiera, si sólo tienen una camisa.

 

La fotografía es, en sentido estricto, tan inútil como la que se tomó Lilian Tintori un par de meses antes con el único agravante del bochornoso desconocimiento del Derecho Penal Internacional por parte de Ortega Díaz que, debería conocer el procedimiento y saber que acusa a un Estado del cual ella hizo parte por hechos que ocurrieron incluso cuando ella era la titular de la acción penal dentro del país.

 

Para la diplomacia X, el principio menos conocido es el de la soberanía de los Estados y del principio de colaboración entre los miembros de la sociedad internacional por alcanzar la paz, los derechos humanos y la justicia, en respeto de la existencia jurídica idéntica de todos en aras de mejores condiciones de vida para las personas.

 

Sólo así pueden entenderse que estos insólitos hechos se hayan vuelto virales en los escenarios multilaterales donde son impulsados por el canciller Almagro, que pocas veces hace de Secretario General y tantas habla desde una parcelita imaginaria, como un Estado o un apéndice de otro Estado.

 

https://anicrisbracho.wordpress.com/2017/11/24/diplomacia-x/

https://www.alainet.org/es/articulo/189466
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