Quebec: Riesgos de la Neutralidad Religiosa del Estado

27/10/2017
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El 18 de octubre recibió la sanción real del representante de la corona, Michel Doyon, la “Ley que favorece el respeto de la neutralidad religiosa del Estado y que busca en particular encuadrar las demandas de acomodos por motivos religiosos en algunos organismos”. Ella ordena, esencialmente, que los servicios públicos sean suministrados y recibidos con el rostro descubierto. La ley con la que el gobierno de Philippe Couillard esperaba cerrar el complejo expediente del “vivir juntos” concitó la unanimidad en su contra. Para unos es una ley islamofoba; para otros no respeta el consenso de la Comisión Bouchard/Taylor; para otros simplemente una ley confusa e inaplicable. El tema volvió a ser parte de la campaña para las elecciones provinciales previstas dentro de un año.

 

Neutralidad Religiosa del Estado

 

La ley se inscribe en la neutralidad del Estado. Según la Comisión de derechos de la persona y derechos de la juventud de Quebec (CDPDJ), ello implica que el Estado respeta la libertad de religión y que es responsable de prevenir toda discriminación basada en la religión. Ese enfoque separa las instituciones de los personas. Son las instituciones las que deben ser neutras frente a la religión. Por su parte, los empleados del estado y los usuarios de servicios públicos conservan el derecho a su libertad de religión y al porte de signos religiosos. Aunque los empleados estatales pueden ejercer su libertad de religión portando símbolos religiosos, ellos deben hacer sus tareas con imparcialidad y sin proselitismo (tratar de conseguir la adhesión para su religión). 

 

 

La ministra Stéphanie Vallée argumenta que la ley no se centra solo en las musulmanas que porten el niqab o la burka. Que ella se aplica a todas las personas con lentes ahumados, bufandas, capuchas, máscaras, etc. Esa contorsión discursiva se asemeja a un subterfugio o un eufemismo del tamaño del monte Everest. Lo prueba que el primer ministro Philippe Couillard defendió la ley porque permitirá cerrar más diez años de debate sobre los acomodos religiosos razonables en Quebec. Es evidente que la ley busca reglamentar específicamente el uso del niqab y la burka en el espacio público: se aplica específicamente a los miembros de una religión. Por ello la CDPDJ la declara discriminatoria de manera indirecta.

 

Ello contraviene el enfoque de la neutralidad religiosa del Estado. Ella considera que como todos los derechos individuales son de mismo valor. Por ello, no le compete al Estado, dirimir si la invisibilidad de las mujeres musulmanas bajo la burka o el niqab, afecta o no la igualdad entre hombres y mujeres.

 

¿Discriminatoria?

 

Por ello, hay consenso de que en su forma actual, la ley es discriminatoria contra la libertad de religión. Ella no pasara el cedazo de los tribunales y de la Corte Suprema, encargada de asegurar el cumplimiento de la Carta Canadiense de Derechos y Libertades que funciona como Ley Constitucional de Canadá desde 1982.

 

Couillard, el más federalista de los primeros ministros quebequenses sigue defendiendo su ley, pese a que es el nuevo enemigo del resto de Canadá. Los editoriales criticaron acerbamente la ley. El parlamento de Ontario la condenó. Rachel Notley primera ministra de Alberta vio rasgos de islamofobía. El primer ministro Justin Trudeau, abrió finalmente la puerta a una contestación ante la corte suprema de la ley de neutralidad religiosa.

 

La ley del gobierno Couillard restringe específicamente la libertad de religión de las musulmanas. Aunque pueda argumentarse que el niqab o la burka no son representativas de la religión musulmana.

 

Ciertamente, el carácter religioso del niqab o la burka resulta de una interpretación discutible del Q’uran. Una interpretación rigorista que favorece la invisibilidad de las mujeres en el espacio público. Discutible porque no aparece como expresión de piedad religiosa en ese texto sagrado. Discutible porque como señala André Lamoureux, es la “expresión de una ideología político-religiosa opresiva y esclavizante, el islamismo y, más particularmente del wahabismo salafista (en su versión de Arabia Saudita).

 

Pero en Quebec, hay consenso, desde la Comisión Bouchard Taylor que la invisibilidad de las mujeres bajo el niqab o la burka está en abierta contradicción con los valores de igualdad de mujeres y hombres.

 

¿Cláusula de derogación?

 

Un elemento esencial de la identidad quebequense. Por todo ello, sólo el recurso a la cláusula derogatoria “no obstante” podría salvar la ley. Pero el gobierno Couillard ha prometido no usarla.

 

Teóricamente, esa cláusula existe, porque permite un equilibrio en la Confederación Canadiense, desde el repatriamiento constitucional desde Gran Bretaña en 1982. Además ya ha sido utilizada por el Yukón, Saskatchewan y Alberta. Quebec (que no adhirió hasta ahora a la constitución) bajo el ex primer ministro pequista René Levesque, adoptó una ley que aplicaba la clausula derogatoria a todas sus leyes, incluida la ley 101.

 

Después, el único que ha aplicado la cláusula derogatoria fue el primer ministro liberal Robert Bourassa. Bourassa la aplicó a la Ley 178 en 1988, que obligaba a que los anuncios de los comercios fuera sólo en francés. Una causa según algunos la derrota del referéndum sobre el acuerdo constitucional del Lago Meech en 1992. En 1993, se optó finalmente por la primacía del francés en los anuncios comerciales.

 

Quebec no sería el primero en prohibir o reglamentar el uso del niqab o la burka en el espacio público. Otros gobiernos democráticos ya la han usado. Francia adoptó legislación en 2011 que prohíbe su uso en lugares públicos con multa de 223 dólares.4700 si alguien obliga a una mujer a portarlo. En Bélgica también hay multas de 204 y cárcel hasta 7 días. En Austria, acaba de adoptarse. La prohibición en Holanda y Bulgaria hospitales educación, gobierno y transporte colectivo. En Alemania no se puede manjar con niqab. Se prevén en Suiza, Noruega y Dinamarca. La corte europea aceptó que Francia podía tener esa legislación por ser una condición para el “vivir juntos”. En otros países se prohíbe por razones de seguridad Camerón, Chad y de la Republica democrática del Congo.

 

¿Confusa e Inaplicable?

 

Pero ello no es todo, la ministra Vallée intentó evitar la inconstitucionalidad de la ley invocando principios prácticos. La interacción en la entrega de servicios requeriría la comunicación, la identificación y la seguridad. Pero las condiciones de interacción llevan a un laberinto de casos particulares.

 

 

Algunos afirman que la ley no aporta nada nuevo. Ya se prevén las ocasiones en que la interacción obliga el rostro descubierto: pasaporte, seguro médico, permiso para manejar, etc. Otros critican las contradicciones de la ministro. Ella adaptó su mensaje señalando que la exigencia del rostro descubierto no se aplicaba a todo el trayecto en bus o metro sino que solamente al momento de la interacción con el chofer. Además, mientras la ministra Vallée afirmaba la universalidad del rostro descubierto en las clases, la ministra Helène David afirmaba que ello dependerá del número de estudiantes en universidades y CEGEP.

 

La confusión reina sobre quienes están a cargo de aplicar la ley. Como ella afecta los servicios de proximidad, es el chofer, el bibliotecario, la profesora, el funcionario quienes deben decidir si aceptan el acomodo religioso. No se sabe cuándo se pondrá de acuerdo Quebec con las municipalidades, universidades, hospitales, servicios de transporte, etc. Desde ya, tanto el alcalde saliente de Montreal, Denis Coderre, como el presidente de la Unión de Municipalidades (UMQ) declararon que sus funcionarios municipales no serán la policía de la burka.

 

¿Se Reabre el Debate?

 

La ley se agrega a otros fracasos del gobierno liberal de Philippe Couillard. El más federalista de los primeros ministros quebequenses sigue defendiendo su ley, pese a que es el nuevo enemigo del resto de Canadá. Su aliada de ayer, la primera ministro liberal de Ontario, Kathleen Wynne marcó su distancia con el gobierno Couillard en ese tema. “Porque la libertad religiosa es parte de nuestra identidad”. Rachel Notley primera ministra de Alberta la consideró como “el sumum de la islamofobía”  vio rasgos de islamofobía. Hasta Justin Trudeau lo abandona. Fracasa la estrategia constitucional de acercamiento de Quebec al resto de Canadá presentada en junio pasado (Quebequenses, nuestra manera de ser canadienses).

 

Todos los partidos de oposición votaron contra la ley. De acuerdo al líder de la oposición oficial pequista, Jean-Francois Lisée el gobierno Couillard se prosterna frente al resto de Canadá. Se propone hacer campaña electoral proponiendo una Carta de laicidad, distinta de la Carta de Valores. La segunda oposición, la CAQ, crítica que la ley no pone límites a la libertad de religión mientras que si fija límites a la libertad de asociación y de expresión. Quebec Solidario plantea que el proyecto de ley nunca debiera haberse adoptado por incoherente, inaplicable y abre la puerta a la arbitrariedad. Lo cierto es que no se ha terminado de hablar del tema.

 

http://marcelosolervicens.org/2017/10/neutralidad-religiosa-estado-quebec-riesgos/

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/188922
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