Puerto Rico: desastre natural y catástrofe para la verdad

11/10/2017
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
huracan-maria-2535712h540.jpg
-A +A

San Juan, 11 de octubre de 2017 (NCM) – El inexplicado intento del Gobierno para negar la realidad de un derrumbe ocurrido en la Cordillera Central, en la altura de la jurisdicción del pueblo cafetalero de Yauco, ha terminado siendo clave para valorar lo profundo de la crisis que desató el paso del huracán María, que varias semanas después se sigue ahondando.

 

Con decenas de miles de familias sin hogar, destrucción de riqueza que analistas de Wall St. calculan podría llegar a 95.000 millones de dólares, repartos de comidas que alcanzarían sólo para un par de los veinte días que han transcurrido y un presidente Donald Trump que se queja de que los puertorriqueños le cuestan demasiado a Estados Unidos, tratar de controlar la información no parece una operación destinada al éxito.

 

Aun en ese marco y como si fuese de una novela del boom latinoamericano, la historia de lo acontecido con la noticia sobre el derrumbe de Yauco ha terminado por convertirse en un nudo.

 

“Se cayó la falda del cerro montaña abajo. No se sabe nada de ellos.”, dijo la mujer policía que dio el primer informe sobre el particular. La reportera Istra Pacheco, del periódico Primera Hora, relató, en su nota sobre el suceso, que los equipos pesados del gobierno municipal no habían podido llegar y se temía que hubieran muerto los miembros de una familia.

 

Posteriormente, una fuente de la Guardia Nacional –una de cuyas brigadas pudo llegar al lugar de la avalancha- dijo temer que hubiese hasta 200 muertos. En la nota sobre ese relato, NCM Noticias advirtió que si se habían refugiado previamente, se salvaron todos y que una fuente del municipio de Yauco, al corroborar el hecho, había indicado que todavía no se sabía cuántos muertos había.

 

“No se ha registrado derrumbe en Yauco”, proclamó el Secretario de la Gobernación, William Villafañe, mientras que otros funcionarios de alto nivel en la Seguridad del Estado fueron más lejos y denunciaron que la noticia era “mentira” y “fake news”. La voluntad de negarlo todo llegó al extremo que la Asociación de Periodistas de Puerto Rico recibió testimonios sobre policías militares amenazando con arresto a algún periodista si no se unía a la ola de desmentido oficial.

 

Pero el mapa preliminar del Servicio Geológico de EEUU mostró una gran cantidad de derrumbes en toda esa zona de los picos de la Cordillera. De hecho, el suceso ocurrió cerca del pico Guilarte –que con sus 1.204 metros de altura es el tercero en Puerto Rico- en el sector Cuesta de Sara del barrio Río Prieto.

 

Mientras tanto, periodistas de diversos medios noticiosos intentaron llegar al lugar del impacto, pero no lo han logrado porque todavía la Guardia Nacional está tratando de remover piedras, algunas de las cuales son del tamaño de un hombre.

 

“Los vecinos confirmaron que hubo entre tres y cuatro derrumbes grandes” y que “hasta ahora” toda la gente se salvó, relató la fotoperiodista Alina Luciano, del periódico Claridad y agregó que los vecinos le contaron cómo una de las avalanchas sorprendió a una familia dentro de la casa y “se salvaron saliendo por la parte de atrás”.

 

La intentona de ocultar hechos no se limita al Gobierno de Puerto Rico, sino que periodistas han publicado la frustración de que las autoridades navales de EEUU se hayan negado a informar cuántos pacientes han sido enviados al barco hospital USNS Confort, sobre el cual se hizo un gran despliegue publicitario cuando llegó a Puerto Rico. Pero, esos datos médicos no son los únicos que se niegan a la prensa y hasta ahora no ha habido forma de que el Gobierno acepte que se han producido más de tres muertes en los hospitales, a pesar de los informes reiterados de líderes de localidades sobre cifras mucho mayores.

 

El problema con los datos oficiales sobre muertes comenzó desde el primer día tras el paso de María. Hasta ahora, el Gobierno no ha incluido en su estadística el caso de la embarcación de bandera británica que zozobró en las costas de la isla puertorriqueña de Vieques, de la cual se salvaron tres y murió el capitán.

 

Nadie acepta saber cuántos damnificados hay y lo más cerca que se ha logrado es que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EEUU le informó a la emisora WAPA Radio que hay entre 10.000 y 20.000 casas sin techo, a las cuales habría que sumarle las destruidas totalmente.

 

Las denuncias sobre discrimen en el reparto de las pocas ayudas disponibles para socorrer las víctimas son de todo tipo y desde muchas partes del país. Incluso, la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz –quien se le enfrentó al presidente Trump- anunció que no buscaría la candidatura a la gobernación en 2020 y dijo que lo hacía para ver si así el gobierno central desistía de sus intentos de estrangular la capital como medida para atacar su popularidad.

 

El cuadro de desastre por dondequiera tiene también su aspecto internacional y hasta ahora no se ha logrado que los sindicatos de electricistas de México, Cuba y Canadá puedan enviar personal cualificado para ayudar gratuitamente a restaurar la energía eléctrica. No se ha aceptado el envío de suministros de socorro de Venezuela y un grupo de voluntarios de Long Island, Nueva York, tiene varadas más de 40 toneladas de suministros porque, según sus informes, se les requiere –como requisito para proveer transporte aéreo- que le entreguen los donativos al Gobierno, en el que no confían.

 

De igual forma, hay silencio oficial sobre el barco cargado de suministros enviado por la poderosa central laboral de EEUU AFL-CIO, que aparentemente no ha obtenido permiso para llegar al puerto de San Juan.

 

En muchos vecindarios, sin electricidad, agua o teléfono, la gente lava y se baña en el río, juntan la comida que consiguen y cocinan en calderos comunales, mientras los árboles, poco a poco, echan hojas, presagio de que volverán a vestirse de verde.

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/188543
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS