El Trump y su laberinto (III)

23/11/2016
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El triunfo de Trump en la contienda presidencial norteamericana y el supuesto “giro” que tomará su gobierno en relación con el neoclasicismo capitalista de su país y su proyección en el mundo, ha dado pie a algunos políticos, analistas y ex presidentes argentinos a creer en su ruptura con el “establishment” y su regreso al capitalismo industrialista en función de recrear la “grandeza de EE.UU.”.

 

No faltan quienes ven en Trump un simil de Perón y otros pergeñadores de la industrialización argentina llevada a cabo en la década de los años 40 del pasado siglo.

 

No es lo mismo un gato montés a que te…

 

El fascismo y sus múltiples representaciones, fundamentalmente en la Italia mussoliniana, la Alemania hitleriana, el Portugal salazarista, la España franquista y otros es un fenómeno con características fáciles de asimilar, cuando no se estudian las estructuras y formaciones sociales donde se instaló, con el proteccionismo, el antiliberalismo y la perspectiva industrializadora de países neocoloniales. Todos los movimientos fascistas europeos surgieron para liquidar las revoluciones socialistas de obreros y campesinos, en relación con el triunfo de la Revolución de Octubre en la Rusia de 1917. Una de las grandes diferencias entre los que caracterizan al proteccionismo, el antiliberalismo y la perspectiva de la industrialización como expresiones fascistas, y la nuestra, consiste en tomar en cuenta en que estructuras o formaciones sociales se plantean estos objetivos, y cuál es el papel que le cabe a la clase trabajadora en su misión histórica, la construcción del socialismo, en ellas.

 

El fascismo, en sus distintas y conocidas representaciones, es originario de países colonialistas, que han perdido sus colonias o que se hallan en disputa con otros Estados capitalistas imperiales en cuanto a ellas. Es un fenómeno de países centrales, cuya base social se encarna en las clases medias pauperizadas y, en el caso de EE.UU. en relación con el triunfo de Trump, en estos sectores de clase y también de la clase trabajadora llevados al paro y la pobreza o empleados en la maquinaria del complejo militar-industrial, principal beneficiario del fascismo en todas sus manifestaciones.

 

El llamado de Trump a recrear la grandeza de EE.UU., es el mismo llamado de Hitler en relación con el ensalzar la grandeza germana, o de Mussolini en relación con la apología del Imperio Romano, o de Franco con la España Colonialista, etc. Por lo tanto, no es posible homologar la industrialización, el proteccionismo o la negación de la democracia burguesa en Bolivia y Argentina, que en EE.UU. o Japón, por poner ejemplos.

 

El proteccionismo a la industria nacional, la industrialización del país y la negación de la democracia capitalista en un Estado neocolonial determinado halla explicación teniendo en cuenta la conducción social y política, en términos de clase, del proceso que hace hincapié en concretar el objetivo histórico que persigue el proteccionismo, la industrialización y la negación de la democracia burguesa.

 

El Estado neocolonial necesita liberarse de la dependencia de Estados centrales, que defienden con armas y propaganda la instalación de empresas multinacionales  en los países “periféricos”, sean financieras, extractivas, de servicios o primarias, las cuales se hallan vinculadas por sólidos lazos, en función de saquear los recursos de un país y esclavizar a su pueblo, fundamentalmente los sectores más pobres y oprimidos: los trabajadores, pobres de la ciudad y el campo y sectores medios empobrecidos. Este Estado neocolonial, dependiente de potencias extranjeras, recurre al proteccionismo industrial, a la industrialización del país y niega en sus términos más nefastos la democracia liberal burguesa en cuanto máscara impuesta por el opresor para legalizar el saqueo y la explotación. Pero el barco de la liberación va a buen puerto si es conducido por los que viven de su trabajo y cobran un salario, o trabajan en pequeños emprendimientos por cuenta propia: los trabajadores. Y su meta en relación con la liberación de toda la nación y la de su clase en particular es el Socialismo, único puerto seguro para el arribo del barco de la Liberación Nacional y Social y su anclaje definitivo en el seno de la madre Patria hasta el momento de la liberación esclavizada.

 

El “nacionalismo” de Trump es ofensivo, expansivo e imperial. El nacionalismo de los revolucionarios es defensivo, hermano de los pueblos y los trabajadores de la región y el mundo, colectivo en el quehacer de producir riqueza material y cultural, repartirla entre todos y disfrutarla. No es lo mismo proteger la industria nacional y desenmascarar la democracia burguesa en Argentina que en EE.UU. Proteger la industria nacional aquí es crear fuentes de trabajo para los únicos creadores de riqueza y únicos defensores a ultranza de las empresas en las que trabajan, los trabajadores.

 

Los capitalistas en su conjunto o individualmente, pueden optar en invertir su capital en industrias, bancos, empresas financieras, importación de productos, etc. Los asalariados no, porque su vida depende de la empresa donde trabajan. Por eso, cuando el industrialismo crece, y crece la masa de trabajadores, también crece su relación con su clase, su conciencia, su cultura, y allí es cuando la masa de trabajadores ya no es ‘columna vertebral’ de un proceso de liberación sino cabeza del mismo, y enfila, a través de su organización política al socialismo.

 

El triunfo de Trump alimenta en algunos/as pillos/as y otros/as que piensan de buena fé, la idea de homologar la vuelta al “capitalismo” serio en Argentina con las perspectivas de Trump en EE.UU. Nada más erróneo. Y esperan acumular para las próximas elecciones con esa cantinela.

 

No es lo mismo un gato montés a que te…un gato

 

El nacionalismo de Trump pretende ser la balsa salvavidas de un imperio en decadencia que se pudre, y junto con él todo el mundo imperial-colonial-capitalista.

 

El nacionalismo nuestro se encarna en el liberarse de las cadenas de la opresión imperial y sus socios locales, en el renacer de las naciones oprimidas durante siglos por el colonialismo extranjero y en la construcción del socialismo, en el marco de la incorporación de la ciencia y la técnica a la antigua organización comunal, donde “naides es más que naides” y el objetivo no es “vivir mejor”- que induce que otro puede vivir peor- sino “vivir bien”, construyendo riqueza con todos para el disfrute de todos.

 

Nuestra causa nacional es trabajar y combatir con el objetivo de romper las cadenas que nos atan a la explotación y el saqueo y dejar atrás el pantano de la necesidad para llegar a las praderas fértiles de la libertad, donde, en el contexto de priorizar lo colectivo, cada uno brinde lo que su capacidad le permite, y a cada uno se le brinde lo necesario para vivir humanamente de acuerdo a las necesidades que tenga.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/181873

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